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REAL MADRID 80- DARUSSAFAKA 84

El Real Madrid pierde en casa y se la jugará en Estambul

Gran partido del equipo de Blatt, que derrotó a un Real Madrid que jugó a tirones. Llull en el tercer cuarto y un gran Gustavo Ayón no bastaron.

Sergio Llull se lamenta durante el Real Madrid-Darussafaka.
Sergio Llull se lamenta durante el Real Madrid-Darussafaka.FELIPE SEVILLANO

Pues el tapado se destapó. El Darussafaka, ese equipo que lo tiene todo para ir a más, dio el zarpazo en Madrid y obliga a los blancos a vencer en Estambul para volver a la Final Four. Tendrán que arañar al menos un triunfo en el Volkswagen Arena, donde cayeron por 13 en la fase liguera, y forzar como mal menor el quinto asalto en el WiZink Center.

De repente, este playoff de cuartos se ha puesto en chino para el Real. Líder después de 30 jornadas y en una mala noche… zas, 1-1 y todo en el aire. Una derrota que tiene más de sorpresa a priori, antes de la eliminatoria, que a posteriori, tras el pistoletazo de salida. Porque ya el miércoles el equipo turco alardeó de arsenal y obligó a los blancos a remontar 11 puntos. Este viernes repitió dominio de la escena en la primera parte (25-34 y más vigor), aunque no fue lo que le dio el triunfo, sino aguantar en pie el recital de un Llull majestuoso: 16 puntos con cinco triples, 2 asistencias y 19 de valoración en los siete primeros minutos del tercer cuarto. Treinta tantos del Madrid en ese parcial. El Darussafaka se agitó, pero continuó en pie.

Wanamaker (21 otra vez), Wilbekin, Clyburn, Anderson… potencia de fuego suficiente para contrarrestar la onda expansiva de Llull, que se apagó en el último cuarto. Ahí fue donde el equipo turco remató un trabajo perfecto. Esta vez sus pívots, con un Zizic pletórico, sí fueron un factor de peso.

Un parcial de 0-9 a caballo entre el tercer y el cuarto periodo frenó en seco la inercia blanca: 68-72. Doncic, ­desacertado, se iba al banco y, tras una charla cariñosa de Laso, se tapó la cara con una toalla. Cuando se la quitó mostraba los ojos rojos por la frustración; querer y no poder. Simbólica imagen de la impotencia.

Pese el partidazo de Zizic, Ayón no perdía el pulso con el croata, que sumó mucho en ausencia del mexicano. El ­Titán era el sostén del Madrid, que esta vez lanzó mucho más de tres pero con un porcentaje muy pobre (9 de 30). Y pese a todo, si hubiera mostrado más tino desde la personal (erró nueve de sus 20 lanzamientos), la victoria sería ahora suya. Logró igualar a 78 a falta de 1:08, pero Wilbekin replicó con un tirito acrobático con Llull casi colgado de él. Luego, Carroll falló dos triples y Llull otro mientras Rudy caía abatido por el dolor tras un codazo en el hombro izquierdo.

Toca volar a Estambul con los machos bien apretados. Espera el nuevo rico, sin experiencia colectiva pero sobrado de talento. Y con piel de cordero: “El Madrid aún es el favorito”, repite Blatt. Aunque acumula víctimas en su educada cancha: CSKA, Fenerbahçe, Panathinaikos, Baskonia y el propio Madrid.