Mundial de Clubes 2025 | Contracrónica

El PSG presume de instinto asesino en Seattle

La diferencia fundamental: la contundencia, una vez más. El París Saint-Germain jugó un partido de rutina y el Sounders no encontró portería pese al esfuerzo.

Achraf celebra el segundo gol de PSG frente a Seattle Sounders en el Mundial de Clubes de la FIFA.
BUDA MENDES | AFP
Eduardo López
Periodista de reportajes y contenidos especiales de AS USA Latino/AS México, a donde llegó en 2015. Ha seguido a la Selección Mexicana de Fútbol por nueve países. Escribe sobre fútbol, baloncesto y política deportiva. Ha cubierto eventos como NBA, la Copa América Centenario 2016, Copa FIFA Confederaciones y la Copa del Mundo de Qatar 2022.
Seattle, Washington Actualizado a

Ni siquiera sabría decir si el PSG se divirtió. El partido en Lumen Field fue, a rato, una molestia para el campeón de Europa, pese a que tenía tintes de resolutorio. Así lo fue, porque una combinación truculenta les habría apeado del Mundial de Clubes. Lo que también fue: un carnaval en las gradas (de donde se asomaron algunas banderas de Palestina), un apacible mediodía veraniego en la Costa Noroeste, y una cruel lección, una más, para el inocuo Seattle Sounders.

Donnarumma jugó con estambre y Ferreira casi lo ajusticia. El delantero estadounidense de origen colombiano replicó el pecado recurrente del Sounders en el Mundial de Clubes: la ausencia del instinto asesino. Fue Seattle, una vez, demasiado benévolo con un rival que, cuando tiene su dedo en el gatillo, no duda ni un segundo en jalarlo. La clemencia del Sounders es el impulso homicida del PSG. Y del Atleti. Y el Botafogo. La lección aprendida es esa. Entre la élite y el aspiracionismo está la moral brutalmente pragmática de uno y la inocencia del otro.

El PSG le puso tono de partido engorroso. De esos lisérgicos chiringuitos veraniegos en los que no está en juego ni el prestigio. En el primer tiempo, tardó en carburar. En el segundo, en hastío, sólo pelotearon para asegurar el trámite. Dio la impresión durante los minutos del complemento que el PSG sólo va en segunda velocidad, pero no tiene la intención de accionar la tercera. Porque con ello le alcanza y le sobra. A ratos pareció el PSG un peso pesado, digamos Muhammad Ali, socarrón y burlón, saltarín frente a un rival que manoteaba con todas sus fuerzas y toda su fe sin rozar a la mariposa que picaba como abeja. Mientras el Sounders se empleaba al máximo absoluto de las capacidades de casi todos sus jugadores, el PSG puso la palma de una mano sobre la cabeza de su oponente. Un imagen un tanto caricaturezca.

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El deambular del Sounders en el Mundial de Clubes se resumió en una acción clave en el segundo tiempo. Roldán trazó a profundidad para Vargas, una de las pocas veces en las que Seattle logró romper las líneas rivales con un pase al hueco; el mexico-estadounidense recortó sin arte hacia la misma trayectoria que había elegido Zaïre-Emery. Uno a uno, con Donnarumma por delante. El ‘uhhhh’ en la grada casi simula los decibelios de la NFL. Lamento sonoro, supersonic. Rompimiento furibundo, puro estilo Luis Enrique: Barcola despega y Achraf deposita la pelota con suavidad y prestancia ante la fútil resistencia de Frei, que no puede con todo. Una explicación en una postal. La ausencia del instinto asesino.

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