Los Cavs de LeBron, por su segundo anillo; el cuarto del Rey
Cuarto lugar de la Conferencia Este, los Cavs experimentaron una temporada problemática en la que destacó, como siempre, 'The King'.
La peor temporada de los Cleveland Cavaliers desde el regreso de LeBron James en 2014 minó más la confianza del equipo en sus entrañas que su marca en los 'standings. 50 victorias y 32 derrotas; vieron el polvo a Raptors, Celtics e, incluso, Sixers, quienes vencieron en el pulso final después de un demencial cierre de campaña de 17 triunfos consecutivos.
La temporada, altamanete traumática, sinuosa, terminó en el mismo lugar en el que despegaron las últimas tres: los playoffs, nuevo comienzo.
No está más Isaiah Thomas, ni Derrick Rose, ni Jae Crowder. Pero sí está LeBron. Y con ello podría bastar.
El curso 2017-2018 dejó números históricos firmados por 'The King', dignos de MVP (aunque James Harden tiene ganada la carrera, quizá por unanimidad), ajenos a la turbulencia que rodeó al equipo. 27.5 puntos por partido, 8.6 rebotes, 9.1 de asistencia, 54% de campo. Y, además, la primera temporada en la que participó en los 82 partidos totales.
Además, a lo largo del periplo, quebró una marca que se creía irrompible: los 866 encuentros consecutivos de Michael Jordan con 10 ó más puntos en su casillero.
Está 'on-fire', está molesto, ha abandonado su rol como ala-pívot y ejerce, prácticamente, en todas las posiciones; siempre con efectividad (28.6 en rating).
Los playoffs, además, son su hábitat. Es el máximo anotador en las fases finales del campeonato (6,233, actualizado al 19 de abril) y en el segundo capítulo de la serie ante los Pacers facturó su décimo encuentro con, al menos, 40 puntos, 10 rebotes y cinco asistencias; su más cercano perseguidor en ese registro son Shaquille O'Neal y Jordan, con cuatro. A años luz, pues. Titánico.
En el camino, los Cavaliers se desprendieron de Isaiah Thomas, quien jamás encontró espacio en el sistema comandado, en papel, por Tyronn Lue, y en práctica por LeBron.
La batuta de Thomas, un ídolo en Boston, debió reemplazar la de Irving, quien puso rumbo a Massachusetts en el intercambio más publicitado del mercado veraniego.
Los números de Thomas fueron raquíticos: 14.7 puntos en promedio y 4.5 asistencias; por debajo (mucho) de sus cuentas en 2016-2017 (28.9 y 5.9). Jae Crowder (8.6 y 3.3 rebotes por noche) también buscó la salida (en Utah también está en carrera y en mejor rol), al igual que Derrick Rose y su rodilla de papel (en Minnesota ha dejado la dirección de orquesta y es un violín de acompañamiento).
Dwyane Wade, un veterano defenestrado, un elefante blanco (11.2 puntos de media), se marchó a Miami donde Erik Spoelstra le prometió mejores sensaciones. Eso sí, recalaron en Cleveland George Hill, Rodney Hood y Jordan Clarkson en plena emergencia (al cierre del mercado, el récord del club era 34-23 y coqueteaba con el quinto puesto del Este).
No obstante, las incorporaciones no amainaron el problema crónico de los Cavs: la defensa. Si bien fueron el sexto en rating defensivo en la temporada regular (103.6 puntos concedidos por cada 100 posesiones), también ocuparon el antepenúltimo casillero en porcentaje efectivo concedido al rival en tiros de campo (.540).
Y el penúltimo (29 de 30) en eficiencia defensiva total; solo superan a los Phoenix Suns, el peor equipo del curso.
Raptos, Celtics y Sixers lucen en mejor estado de forma y gozan de mejor momentum de cara a la definición del título y el camino rumbo al Larry O'Brien. Pero ninguno cuenta con LeBron James.