Del sufrimiento a la goleada
Dos penaltis adelantaron al Madrid, después el Valencia recortó y fue un huracán y cuando se quedó sin fuerzas acabó vapuleado por los de Zidane.
Mientras aguarda a la inspiración (y al PSG), el Madrid recauda fondos para la obra menor de no verse fuera de la Champions. Dos penaltis, una primera parte seria, un golazo de Marcelo y un estirón final le impulsaron en Mestalla. Al Valencia se le salió el corazón del pecho, pero no le alcanzó. Y al Madrid regresaron Modric y Marcelo, el centro y la periferia, para darle un triunfo analgésico muy exagerado por el marcador.
Fue un Valencia-Madrid mayúsculo, modelo premium, equipado con todo: intriga, entrega, buen fútbol a ratos, máxima energía y polémica arbitral. Desde su llegada a Mestalla, Marcelino se ha pasado al genero de acción. El Valencia pega (en todos los sentidos) y recibe mucho, es el equipo pasional que llevaba tiempo en el subsuelo. Y el Madrid clásico, el de la bbC, tuvo más cuajo de lo habitual en los últimos tiempos, en los que, a falta del informe forense, había muerto de éxito. Y en el centro de la escena, Estrada, que pitó un penalti claro de Montoya a Cristiano y otro más ajustado a reglamento del lateral a Benzema. Esas imprudencias de Montoya distanciaron al Madrid e incendiaron la grada.
Marcelino montó un once buscando las partes blandas del Madrid. Doble lateral en la izquierda (Lato y Gayá) para desgastar a Carvajal, presuntamente abandonado por Bale, y Guedes en la derecha, frente un Marcelo a la deriva en los últimos tiempos. Hizo sufrir al Madrid, un equipo muy desacreditado sin la pelota, pero dejó demasiado terreno a su espalda. Y ahí tiene el equipo de Zidane un gigante dormido. De un córner lanzado por el Valencia llegó el 0-1. En una secuencia vertiginosa Kroos-Cristiano-Marcelo-Benzema-Cristiano el portugués fue derribado cuando encaraba a Neto, que ya se había enmendado antes al regalarle medio gol a Bale y quitárselo luego.
El incendio de Mestalla
Sobre ese gol se columpió el Madrid durante algunos minutos. Cristiano, sacándole todo el partido a la falta de pericia de Coquelin como central, tuvo el segundo. Pero luego regresó ese Madrid que se para en seco y el Valencia, empujado por Kondogbia y Parejo, se arrimó de verdad. Y entonces Montoya cometió la imprudencia de cargar contra la espalda de Benzema cuando el francés, el gran inmune, saltó a por un balón imposible. Penalti justito, segundo gol y mascletá en Mestalla contra Estrada, que no picó después en los piscinazos de Parejo y Santi Mina.
Con Soler mejoró el Valencia y entró en la pelea con un gol de córner, el segundo que encaja el Madrid en cuatro días. Se han ido el ángel y la atención. Sucedió cuando Mestalla y el Valencia empezaron a olvidar a Estrada, tras un ratito de histeria colectiva. Y cuando el Madrid empezó a partirse, contraindicación histórica del empleo de la bbC, que gandulea sin la pelota. Víctima del síndrome de las segundas partes, que no es otra cosa que vaciado físico, el Madrid sufrió extraordinariamente, defendiendo mal y atacando peor. Keylor, en figura, le quitó el gol a Parejo. Casemiro se desmoronó. Pero también fue cayéndose el Valencia, harto de percutir. Y en una jugada de videoteca Marcelo-Asensio el brasileño bajó el telón y Kroos adornó el cierre de un partido de cuerpo entero que masajeó el ánimo del Madrid.