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GRUPO C | QARABAG 0-ATLÉTICO 0

El Atleti se asoma al abismo

El equipo rojiblanco suma dos puntos en tres jornadas. No pudo con el Qarabag, que inquietó a Oblak y se quedó con 10, por expulsión de Ndlovu, tras un contacto con Godín.

Madrid
Griezmann, incapaz en Azerbaiyán.
Griezmann, incapaz en Azerbaiyán. DAVID MDZINARISHVILIREUTERS

Al descanso, la posesión la tenía el Qarabag. Al descanso, el partido del Atleti era un bochorno. En cuarenta y cinco minutos había perdido eso que le hizo campeón de Liga cuando Azerbaiyán era un nombre en la camiseta no un rival: la intensidad. Si uno de los dos se jugaba algo, una final por ejemplo, la posibilidad de llegar al octavos, parecía el Qarabag. Si uno de los dos lo merecía, también.

Se podría hablar de Gaitán (pase de tacón a nadie, balones en largo al cuelo) pero en realidad Gaitán era el único que intentaba dar pasos hacia delante, que intentaba algo, aunque ese algo le saliera mal. El resto era como si se hubiesen dejado la cabeza en la caseta, o en Madrid. A 5.000 kilómetros de esta liga, de este rival, que sobre el papel pudiera parecer menor pero sobre el verde no sólo le ganaba en la posesión, también en las sensaciones.

Puede ser que el Atleti tuviera las más claras, sólo hubiese faltado, encima, dos manos a manos de Carrasco y Griezmann que resolvió bien su portero, Sehic, pero sólo tenía eso. Ocasiones. Ni que Gameiro, titular por sorpresa, afinara en los pases a Griezmann lo aprovechaba el equipo del Cholo. Ni eso. Porque en realidad su juego era un compendio de pérdidas, falta de puntería y errores hasta groseros, como regalar un balón al rival en un córner. Así tenía la tarde. De las de no salir de la cama en tres días, por si acaso. Griezmann había superado la fiebre, Koke no sus molestias musculares. Se notó mucho más quien no estaba que quién sí.

Si el Qarabag atrapaba un balón después de una de las numerosas, infinitas e incontables, pérdidas de balón del Atleti, parecía el Lobo del cuento. Las piernas las ponía Madatov, el diente afilado Pedro Henrique. La primera parte en Girona y el partido ante el Chelsea parecían una comedia romántica ante la película de terror en Azerbaiyán.

Porque cuando los equipos regresaron del descanso al Atleti le quedaban cuarenta y cinco minutos menos de final (la misma, la vida o muerte en Champions, la vida o muerte en general). El Qarabag cedió el balón para hormigonarse atrás y dejar las contras en los pies de ese jugador con nombre de lobo, Ndolovu.

Minuto 65 y los nervios cercaban las piernas rojiblancas. Griezmann marcaba, pero en fuera de juego, o sea, nada. Simeone movía el banquillo, Gaitan por Thomas, también nada. Nada, como el peligro del Atleti mientras el Qarabag inquietaba e inquietaba. Al acecho constante de Ndlovu se sumaba también Henrique. Sehic veía el partido desde lejos, Oblak no dejaba de usar los guantes.

Simeone se jugaba todo a una carta doble, su última, Correa y Torres y Ndlovu corría por enésima vez hacia Oblak. Al meterse en el área metió la pierna Godín y, aquel al sentir el contacto de éste, dejó caerse, roja. El Lobo fuera. Ni el viento a favor espantaba los problemas del Atleti. Que seguía sin tino, sin laterales y sin estrella, Griezmann. Quedaban diez minutos cuando el portero de ellos se sumó al esperpento. Sehic, que en un disparo de Griezmann se le escapó el balón, recogió Gabi, cedió atrás pero a Torres lo derriban cuando va a rematar. El árbitro pitó nada. Quizá para compensar la de Ndolovu.

Los últimos diez minutos, más los tres de descuento, fueron un interminable 90. Un interminable 90 de un Atleti al que Elyounoussi casi termina de empujar a ese abismo al que ya se asoma: fue con un disparo lejano que se fue un palmo por encima de la portería de Oblak y la jugada siguiente, en la que Vrsaljko se puso a jugar con la pelota como si estuviera en el circo y la música de Psicosis llenaba el aire y el Atleti tenía una última: una falta escorada en la frontal que terminó con un tiro fuera de Griezmann. Uno de esos que hace no tanto, entraban. Pero tampoco. A este Atleti sin gol no. Pitó el árbitro el final y cuarenta y cinco minutos después seguía siendo el bochorno en Azerbaiyán. Quedan 75 días para el 1 de enero. Pero para entonces puede estar fuera de Champions. Ya no depende sólo de sí mismo.

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