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VILLARREAL 2 - ZÚRICH 1

El Villarreal remontó al Zúrich y olvida el luto europeo

El conjunto amarillo encajó en el 1’ pero reaccionó ante un Segunda. Al Submarino, con ocho cambios, le costó mucho entrar en el partido y machacar.

El Villarreal remontó al Zúrich y olvida el luto europeo
JOSE JORDANAFP

Pese al 0-1 en el primer minuto, el partido comenzó con una aplastante lógica. Las depresiones no se van de un día para otro. Se necesita terapia y tiempo para verlas esfumarse. Escuchar la música de la Europa League esta semana en El Madrigal, cuando se esperaba entonar la de Champions, fue duro. Por eso, el pasamanos entre jugadores previo al pitido inicial pareció más un pésame que un saludo protocolario. El Villarreal sacó de centro y siguió arrastrando su pena. N’Diaye perdió un balón sin sentido, Sadiku aprovechó el regalo en zona de nadie y sin avisar soltó una rosca que dio la bienvenida a la titularidad a Andrés Fernández. El Zúrich, campeón de Copa pero en Segunda por cosas de la vida, volvió a sonreír como ya no recordaba. Hasta que el Villarreal se deshizo del luto, adaptó sus ocho cambios e implantó otra lógica que nada tiene que ver con las sensaciones: es la de su pegada.

La sociedad Pato-Jonathan se creó cuando más falta hacían ideas nuevas. Entre los dos remontaron el partido, permitiendo al Villarreal irse al descanso sin temblar. Primero, el mexicano le dio un pase al hueco al brasileño que éste aprovechó para poner un derechazo en la escuadra. Y luego, en el 45’, la jugada se hilvanó justo al revés. Con cambio de papeles pero con el mismo resultado. Dos goles que demostraron que Pato es más feliz como mediapunta en un 4-2-3-1 que como delantero puro. Así se desgasta al presionar y al romper. Los dos goles también sirven para dejar zanjado que Jonathan es más peligroso por el centro, donde Escribá ya le endereza, que en la banda, donde llevaba demasiados meses desaprovechado.

La segunda mitad nos trajo un juego atropellado, sin dueño y con un correcalles. Lo más anecdótico es que en un solo minuto, el 55, se pidió un penalti en cada área. Lo más desesperante, que Santos Borré volvió a demostrar que asiste mejor que define. Era su cumpleaños y quería marcar. Pudo sentenciar y no lo hizo. De ahí que se sufriera hasta el final.

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