“Somos los Viva Suecia más liberados: el amor es lo que nos ha traído hasta aquí”
La banda murciana desgrana con AS los entresijos de su quinto disco, ‘El amor de la clase que sea’, número 1 de ventas ya. “Teníamos miedo que en estos dos años la gente se olvidara un poco de nosotros... Y todo lo contrario”. Pues eso.
Hace dos años también era veroño, un octubre de calor en sus primeros días, soleado aquel 4 en el que Viva Suecia lanzaba su cuarto disco, ‘El Milagro’, atado a su gira más ambiciosa. La Riviera la habían llenado ya, ahora iban a por Ifema. Pero en marzo, cuando apenas habían comenzado a dar guitarrazos por España, llegó la pandemia, ese virus que encerró al mundo y lo cerró todo, también esa gira, cercenada cuando echaba a volar. Rafa Val (voz), Alberto Cantúa (guitarra), Jess Fabric (bajo) y Fernando Campillo (batería), sin embargo, hicieron leiv motiv de una de las canciones de ese disco, ‘Necesitarnos tanto’, y se echaron a la calle, para que, a pesar de las mascarillas, las distancias y los conciertos sentados, la música, su música, no dejara de sonar.
El 7 de octubre de este 2022 salió a la venta su quinto disco, ‘El amor de la clase que sea’, después que, desde marzo, sus canciones fueran cebando las ganas de escucharlo. “No hemos aprendido nada”, “Justo cuando el mundo apriete” junto a Leiva, “El rey desnudo”, con la estrofa que titula el disco, “Lo siento”, con Dani Fernández, “El Bien”. En un mes coronan todas las listas. De vinilos vendidos, entre los discos más virales de Spotify Spain, número 9 de ventas en España. Entre medias de estos dos años, un cambio de discografica, de Subterfurge a Universal, las entradas de los primeros conciertos de su gira con el ‘Sold out’ colgando de casi cada ciudad, pero la esencia intacta. Los cuatro tipos de Murcia que son hermanos, que son tan de verdad, que disfrutan haciendo canciones sobre un escenario, que idolatran a Guti y que tenían un plan aunque nunca imaginaron que se haría tan grande, que resonaría tan alto en tantos oídos, las bandas sonoras de tantas personas. Sus canciones siempre hablan de ti.
-’El amor de la clase que sea’ su quinto disco. ¿Suena demasiado pretencioso si lo llamo ya disco del año?
-Alberto Cantúa: Efectivamente es el disco del año, se acabó (ríe). No, ya fuera de broma, es el disco para el que más recursos hemos tenido, tiempo, soporte de discográfica oficina, gasto, esfuerzo vitalidad libertad, corazón… Y refleja la salida de un momento duro en el que todos nos hemos agarrado al amor, da igual del tipo que sea, pero el amor, que es lo que nos ha traído hasta aquí.
-Hay una clara evolución en su sonido. En los primeros discos la voz de Rafa se oía a la par que la música, como si ésta fuese un instrumento más, y ahora sobresale por encima con claridad, sola. Una evolución que se palpa también en sus letras, cada vez más maduras, más profundas…
-Rafa Val: Jo, pues te lo agradezco un montón. Supongo que después de todos los palos que nos hemos llevado todos estos años. Era madurar o morir y creo que, gracias a Dios, estamos vivos.
-’El amor de la clase que sea’ salió a la luz el 7 de octubre, dos años y tres días justo después de que lo hiciera ‘El Milagro’, su cuarto disco, al que la pandemia cercenó su gira y que despidieron en Madrid en el Dcode 2022…
-Jess Fabric: Y no vamos a dejarlo totalmente cerrado. Vamos a seguir tocando canciones de ‘El Milagro’, igual que de discos anteriores. Y lo que sí que tenemos ganas es de volver a las salas que hace prácticamente tres años que no tocamos en salas. Ganas de volver a estar cerca de la gente y volver a pasarlo bien sin tener ningún tipo de preocupación. De poder divertirnos sin estar pensando: “Ay, me voy a alejar de esta persona”. Teníamos unas limitaciones que vamos a celebrar que volvemos a celebrar en salas que es un sitio donde nos sentimos muy cómodos, que es nuestra plaza.
-Durante la pandemia, de hecho, fueron uno de los grupos que durante la pandemia realizó una gira, ‘Necesitarnos tanto’, con mascarillas, sentados, distancia. Con su otra familia, la elegida en la música. Jaime, su backliner; Sara Quintela, su road manager; Rodrigo Cominero, el ‘quinto sueco’... la que siempre os acompaña gira a gira.
-A. C.: Fue la decisión más dura pero también la más acertada. Han sido dos veranos de tocar en unas circunstancias complicadas. El primero fue en formato semi eléctrico, sentados, el segundo ya decidimos tocar de pie, el repertorio normal. Fue agotador. Hay unas energías que se producen cuando la situación es la normal. Tu despendes unas, el público te devuelve otras, y enfrentarte tú solo a aportar esa energía, con la gente sentada, las mascarillas… Fue muy duro pero también nos reafirmó que estábamos en lo cierto: a la gente le ayudo ir a conciertos en esa situación, a nosotros nos ayudó porque nos hubiéramos vuelto locos sin tocar. Por suerte todo eso pasó y reafirmó el proyecto. Hicimos cambios de oficina, de management, de discográfica y estamos en el mejor momento. Suena a tópico pero es real. El mejor momento con nuestra oficina, entre nosotros…
-’El amor de la clase que sea’ es un disco con muchas colaboraciones. Leiva, Dani Fernández, Luz Casal…
-R. V.: Son tres pesos pesados, que admiramos muchísimo y que hacen que el disco sea aún más grande.
-¿Eligieron ustedes el nombre del disco? ¿O eso lo hace la discográfica?
-R. V.: Tenemos libertad absoluta y total para cualquier cosa que pase a nivel artístico. El título es una frase de una canción del disco, El Rey desnudo, y es una frase que creemos que resumía a la perfección estos años locos y casi apocalípticos.
-La primera vez que llenaron la Riviera, febrero de 2018, Rafa Val recordó en una de sus intervenciones con el público aquel momento en el que les llamaron por primera vez para actuar en el Sonorama, que estaba sentado en un banco con Jess, se miraron y se dijeron, sintieron: “Esto despega”. Ahora no sólo han llenado una vez la Riviera, 30 de diciembre, en un día, lo han hecho una segunda, 29 de diciembre, en dos días, y van a por la tercera, 28 de diciembre, ya a la venta.
-R. V.: ¡Gracias a todos! Es un resumen muy guay. Uno está dentro de la vorágine y no se da cuenta de estas cosas pero cuando lo recordáis y nos lo decís pues casi que nos tenemos que parar un poco a pensar y decir: “Algo habremos hecho bien”. Al final el mayor miedo que teníamos es que, después de estos años, la gente se hubiera olvidado un poco de nosotros y todo lo contrario. Así que nosotros vivimos de esto, nos dedicamos a esto porque los demás quieren y vamos a intentar ir devolviéndolo como podamos.
-¿Qué tiene la huerta murciana para que de ésta no dejen de brotar grupos y grupos y grupos…?
-R. V.: Eso lo responde Fernando.
-Fernando Campillo: ¡El limón! (risas de todos). Bueno, yo creo que en Murcia, lo hemos hablado varias veces, que en Murcia ya hay grupos y mucho talento desde hace tiempo. Sale poco a poco, por ejemplo Arde Bogotá, que tiene mucho talento.
-En el vídeo clip de El Bien hay buena cuenta de ello: participan en él Sean Frutos, vocalista de Second, Alberto y Toni Poza, de Miss Cafeína, Aaron Sáez y Óscar Ferrer de Varry Brava o Ander de Shinova…
-A. C.: Llamamos a nuestros amigos, los metimos en un embolao y queríamos que compartiesen la alegría que tiene la canción con nosotros y ahí está el resultado. Es una canción alegre, divertida… Y ellos lo hicieron de pelotas.
-En los vídeoclips de ‘El amor de la clase que sea’ hay mucha gente cercana a vosotros además de en ‘El Bien’. Canco Rodríguez en ‘No hemos aprendido nada’, Carlos Santos en ‘Justo cuando el mundo apriete’…, como si quisierais haber hecho participes de él a todos vuestros amigos, personas cercanas, un componente muy familiar que define muy a Viva Suecia, porque ante todo el grupo es familia…
-J. F.: Ya lo has dicho tú. Nosotros somos así, no sabemos hacer las cosas de otra manera. Ya nos puedes poner el actor o la actriz más grande para hacer un vídeoclip que no nos sentiremos tan cómodos como con alguien que forma parte de la familia. Nosotros necesitamos claro que, todo aquel que haga algo con Viva Suecia, se sienta Viva Suecia, no como una persona que está trabajando para algo, sino que está haciendo lo que le gusta con nosotros. Es importante que tengamos ese rollo. Porque al fin y al cabo no somos ni los mejores músicos ni los mejores nada, simplemente somos nosotros cuatro y lo que somos junto con la gente que nos rodea. Y es necesario tener eso. Suena muy hippy, muy a comunidad y tal, pero yo creo que lo necesitamos. Hemos tenido experiencias que como no ha sido así, hemos salido escaldados y hemos dicho: “No tío, el que esté en esto tiene que estar porque realmente le gusta”.
-¿Qué Viva Suecia hay en ‘El amor de la clase que sea’?
-A. C.: Los Viva Suecia más liberados de cualquiera atadura, perjuicio y cosa que impida avanzar las canciones. Siempre hemos tenido claro que las canciones son el eje de esta banda y de la música en general pero de esta banda en particular. Hicimos un esfuerzo por componer de la manera más libre posible. Cuando arrancamos con la composición estábamos en un momento tan de mierda que nos reunimos en una casa rural en Riópar, la sierra de Albacete, rodeados de naturaleza, sin toda la mierda que nos rodeaba y así se fraguó un poco hacer el disco que ya se apuntó en ‘El Milagro’. Ya ha sido a eclosión de eso, de hacer lo que nos diera la gana. Y hemos implicado a todo el mundo. Nos reunimos con Santos & Fluren, con nuestra discográfica incluso porque sacar un tema de toda la producción y que lo produjera Leiva que además canta (‘Justo cuando el mundo apriete’). Sé que suena un poco bizarro pero es nuestro disco más libre. Y creo que esta es la senda de un artista: hacer lo que le da la gana y llegar al mayor número de personas posible con su mensaje este disco aúna ese esfuerzo para conseguirlo.
-¿Cómo ven a Carlos Alcaraz, otro murciano que ya es número del mundo en tenis? ¿Se puede negociar un vídeoclip junto a él?
-A. C.: Primero, a ver qué paga él (risas).
-R. V.: Y que le tenemos que pasar nuestras fechas que estamos muy liaos (risas). No hombre sería increíbles, como murciano el orgullo es tremendo además es una persona que presume mucho de su tierra y eso es muy bonito. Presume siempre de que es de El Palmar y eso toca muy adentro. Es muy bonito porque para nosotros decir que somos de Murcia es un orgullo. Todavía hay gente por ahí que no lo considera así y a nosotros se nos llena la boca de decir M-u-r-c-i-a y para él es tan sencillo decirlo y tiene tanto peso que cumple una labor brutal. Jo. Es que solo hay que verlo jugar, es que es una bestia parda.
Alberto Cantúa: “En esto no vale ir a medias, ir a guardar”
Las cuerdas de la guitarra de Alberto Cantúa (Santiago de Compostela, 1982) lo atan todo desde el mismo corazón. Núcleo de todo, germen con Jess Fabric, con aquel grupo junto de música que terminó derivando en Viva Suecia. La luz de una madrugada al otro lado de la ventana de su habitación adolescente le pilló con ‘El señor de los anillos’ en las manos y le hizo lector para siempre. En las giras siempre le acompaña un buen libro. De Junot Díaz a sus favoritos, dos escritores paisanos: Leonardo Cano (”La edad media”) y Miguel Ángel Hernández (”El dolor de los demás”). También un buen vino. Como sus camisas y trajes, esos que le quedan de su trabajo tantos años en banca, que le dan un aire a Matt Berninguer y Father Young Misty, y con las que llena de elegancia los escenarios. Alto, espigado y de mirada profunda, a su lado, algo es seguro: inteligencia, cercanía y, sobre todo, una buena conversación.
-Hace un tiempo, publicó un post en su Instagram en el que hablaba de un momento bisagra en el grupo. Un bolo que había salido mal, una bañera, el pensar dejarlo todo... Y justo después llegó la eclosión del grupo.
-Fue una semana que se torció todo.
-¿Cómo fue?
-Ya acabando en el banco pero aún no había decidido irme. Hubo un momento que salió ese bolo fatal. Yo salí, me senté en unas escaleras, y volví y le dije a Rafa que me iba, que no podía más, porque, claro, venía directo de la oficina al escenario. Encadenamos tres o cuatro tal, dos o tres juergas y hubo ya un día, con una resaca que me moría, en la bañera antes de tocar y dije: “No puedo, no puedo salir de aquí ahora mismo”. Estaba en pelotas allí en la bañera muriéndome y dije: “Se acabó”. Ahí lo decidí. El banco. En ese momento en una bañera en Salamanca. Me acuerdo perfectamente. Fui el lunes a la oficina y mandas un correo a personal en plan: “Necesito una excedencia”.
-¿Sigue de excedencia?
-Sí, pero la que tengo ahora, la cogí por cogerla, de cinco años pero ya es sin retorno prácticamente. Primero fue una de tres. Y ese día estaba ahí con el mail hecho y con el dedo así (hace el gesto de suspender el dedo en el aire) y vino un compañero mío que se llama Félix. “¿Qué haces tío?”. “Nada, que estoy aquí con la excedencia”. “Mándala, tío, a la mierda”. Y ya está. Ya me quedé ahí en blanco, solo.
-¿En qué año sucedió esto?
-Cuando hicimos la canción con los Rufus T. Firefly, “Hoy empieza todo”, pues fue justo antes de irnos ahí a grabarla (año 2018). La excedencia me la dieron pero me dijeron: “Necesitamos que esperes a enero por temas de cupos y no sé qué”. Y estuve dos meses en el banco mu-rién-do-me. Porque ya sabía que se acababa.
-¿Cuánto tiempo trabajó en el banco?
-Doce años.
-Hablemos de las canciones de ‘El amor de la clase que sea’. Tienen ‘Gracias’, tienen ‘El Bien’, y también una canción que se llama ‘El Mal’.
-Yo creo que de alguna manera queríamos reconectar conceptos muy básicos. La canción de ‘El Mal’, fíjate, haciéndola, escribí a Mikel (Erentxun): “Esta un día te la vas a cantar”. Porque está muy inspirada en Duncan Dhu, en REM. Y se lo dije a Mikel. Pero lo de los títulos de esas canciones, el disco, era todo recoger conceptos que ahora están huecos, por los tiempos que corren. El amor. Todo el mundo sabe qué significa la palabra amor pero qué hay detrás. ¿Los chavales de ahora saben qué es el amor? Saben la palabra pero era como reivindicar algo muy básico que realmente se está quedando hueco. Entonces ‘gracias’, ‘el bien’, ‘el mal’, el ‘amor’, todo el mundo entiende la palabra pero qué hay detrás de todo eso. Todo eso que parece tan obvio. Porque cuando le dijimos el título a nuestra gente. “Buah, un poco cursi”. Quizá sea el momento de reivindicar algo tan sencillo. Ya no es el amor de pareja, el romántico. Es el amor general. A tu profesión, a un montón de cosas intangibles, a tu mascota.
-¿Cuántas ganas tenían de recuperar esa vida de cansancio, de afonía, de giras?
-Es que en realidad no la hemos perdido tanto. Pero lo teníamos ganas era salir de esa incertidumbre. La vida de gira, componiendo. Menos unos meses que hubo ahí de locura, cuando nos fuimos de Subter además pero era más la certidumbre de que dependa de ti directamente que vaya bien o que vaya mal, ir a una sala, tocar. Es que hubo un momento que no dependía. Tú ibas a un bolo, te dejabas las pelotas y te ibas al camerino: “¿Qué ha pasado?”. “No lo sé”. Gente sentada. Se ponía de pie, la sentaban… Es muy duro. Para nosotros era muy duro. Porque era cada bolo más y más. Yo salí del bolo de Madrid, del Botánico, en la última canción se me quedó el dedo así (muestra la mano como engarrotada), de los nervios, del estrés, de la ansiedad, de más, más. Me giré un momento y le pedí a Jaime: “Estírame el dedo que no puedo tocar”. Me faltaban dos canciones… Del estrés, de todo. “Estás de broma”. “Que no tío, que no puedo mover el dedo”. La cabeza, petando por todos los lados. Lo bueno de estas profesiones es que no hay un término medio. No vale ir a medias en esto. No puedes ir a guardar.
-Es la esencia de Viva Suecia. Ese a más, a más, a más. Darlo todo. A no guardar.
-Es que da igual el escenario, dónde sea, Madrid, Murcia, da igual. No lo entendemos de otra manera. El día que no podamos ser así, yo lo tengo claro: yo no quiero ir arrastrándome por un escenario o haciendo el imbécil. El día que no pueda, yo qué sé, me vuelvo al banco. Pero no quiero estar haciendo algo tan noble a medias.
-O se pone a escribir. Porque componer compone Rafa, pero tanto usted como Jess (autor de ‘Un año para cambiar de vida’) escriben muy bien.
-Ojalá, me da igual. O me estudio una oposición, no lo sé. Pero para hacerlo mal, eso seguro que no.
-Por cierto, antes de comenzar todos los conciertos, cantan el ‘Así fue’ en corro abrazados, ¿por qué?
-Jesús (Jess) siempre con las bandas que ha tenido ha probado sonido con esa canción. Y un día dijo: “Hostia, tío, molaría…”. Porque también tiene un recuerdo familiar con la canción y tal. “Venga vale”. Y así salió.
-Y cada vez son más los que la cantan, o entran en el círculo donde la cantan, antes de salir al escenario.
-No, más que más, normalmente los que somos en la banda, cuatro, con Rodri (Cominero), Sara y Jaime. Pero si hay alguien cercano que ha venido a un concierto, pareja incluso, si está ahí, se meten en la piña, porque es bonito, porque creo que es un recuerdo que todo el mundo se lleva. Pero tiene que ser alguien cercano. Si es alguien que está trabajando con nosotros y estamos cómodos, tiene que estar ahí.