Virales

Una mujer nota que su almohada empieza a moverse solita así que le hace el aviso más bonito: “¡Estoy aquí debajo!”

Michelle, supervisora del cuidado de los animales de Cat Care Society, se encontraba limpiando una zona cuando vio que, de repente, un puff comenzó a moverse.

Una mujer nota que su almohada empieza a moverse solita así que le hace el aviso más bonito: “¡Estoy aquí debajo!”

Parecía un suceso paranormal, quizá la broma típica de un duende malvado y juguetón, pero la realidad, como ocurre en muchas ocasiones, ha superado a la ficción. La historia ha ocurrido entre los muros de Cat Care Society, un humilde refugio de gatos. Allí trabaja una tal Michelle, encargada de supervisar el cuidado de los animales y de limpiar y acondicionar las zonas en las que viven los felinos. Todos los días hace el mismo trabajo, pero hasta en la monotonía pueden colarse sorpresas: hace algunas semanas, en un día aparentemente normal, una almohada comenzó a moverse.

Era Theodore, un pequeño gato que fue entregado al refugio debido a “problemas de ensuciamiento en la casa”. A su llegada a Cat Care Society le costó relacionarse con otros animales; era tímido y se encontraba confuso. No sabía por qué estaba allí. “Según los documentos de entrega, su miedo es ‘abandonar cualquier espacio en el que se sienta cómodo’”, ha asegurado a The Dodo Ariana Jenks, gerente de marketing del lugar.

El miedo le llevó a esconderse. Y entonces apareció Michelle. “Notó que estaba allí abajo temprano a la mañana siguiente mientras hacía su limpieza diaria y que el sillón —de tipo puff— en el suelo no estaba donde la había dejado. Continuó limpiando y se dio cuenta de que la cama estaba moviéndose por todas partes”, relata Jenks.

El caparazón ambulante

Lo que ocurrió fue que el pequeño, una vez llegó al refugio, se sintió abrumado por la cantidad de nuevos estímulos. La solución que encontró fue utilizar el puff como caparazón de tortuga: podía mantenerse a salvo mientras se movía para explorar su nuevo hogar. Para evitar que alguien se sentase encima, y tras ver a un gato naranja llamado Teddy sobre el puff, Michelle colocó un cartel. “Creemos en secreto que Teddy sabía que Theo estaba allí debajo) y tuvo miedo de que los posibles adoptantes lo pasaran por alto o se sentaran sobre él”, aboga Jenks por la inocencia del pequeño felino.

Lo cierto es que el resto de gatos ha buscado interactuar con Theodore, quien se resistía a abandonar su escueto fortín. Poco a poco fue asomando el hocico y alejándose menos de sus compañeros de refugio. “El mejor hogar para este pequeño es uno que le brinde amor y paciencia mientras se adapta a su nuevo entorno y que preferiblemente no tenga niños, ya que creemos que esto es lo que le provocó tanto estrés en su hogar anterior”, explican desde Cat Care Society.

En el momento de la entrevista aseguraba Jenks que Theodore era muy tímido con la gente nueva, pero que sus dueños anteriores insistieron en que era “comunicativo, amigable y cariñoso”. Al término de esta noticia, Theodore no figura en la página web del refugio. Ha sido adoptado. Lo que un día pareció un suceso paranormal terminó por corroborar que, en muchas ocasiones, la realidad supera a la ficción.

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