Comunicación

Roberto Pérez, experto en oratoria: “Siempre hay alguien que habla poco. Lo fácil es pensar que no tiene nada que decir, la realidad es diferente”

Se tienen a creer que las personas poco habladoras son tímidas, pero detrás esa etiqueta suele haber otro tipo de perfiles y muchos matices.

Roberto Pérez, experto en oratoria: “Siempre hay alguien que habla poco. Lo fácil es pensar que no tiene nada que decir, la realidad es diferente”
Marta Rodríguez Peleteiro
Su trayectoria en Prisa comenzó en AS, en 2006, en la sección de Cierre. Posteriormente asumió la coordinación de la revista AS Color y la redacción de los blogs Match Point y Erratas de Campo. En 2017 pasó a formar parte de PrisaNoticias, en el control de producción de El País y AS, y volvió a AS a finales de 2022, como redactora de Tikitakas.
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En una sociedad donde la expresividad, la extroversión y la comunicación constante parecen ser requisitos para encajar, las personas que hablan poco suelen ocupar un lugar ambiguo. A menudo son interpretadas como tímidas, distantes o poco sociables, cuando en realidad su silencio responde a múltiples factores culturales, personales y situacionales.

Desde una perspectiva social, hablar poco no implica falta de ideas o emociones, sino una forma distinta de participar en el mundo, donde la observación, la escucha activa y la prudencia toman protagonismo. Así lo aclara en un vídeo publicado en sus redes sociales el experto en oratoria Roberto Pérez: “¿Te has fijado en que en los grupos siempre hay alguien que habla muy poco? Ni molesta ni interrumpe, pero tampoco entra del todo. Y lo fácil es pensar que no tiene nada que decir, o que está incómodo, pero la realidad es mucho más interesante“.

“Hablar poco no siempre es causa de la timidez. A veces es protección, personas que crecieron en entornos donde cada vez que hablaban las corregían o juzgaban, y su cerebro aprendió a no exponerse. Otras veces es simplemente autoexigencia. Quieren aportar algo perfecto, y como no encuentran la frase a tiempo, se callan. Y también están las personas que hablan poco porque escuchan mucho. Necesitan observar, entender el ambiente, leer la energía. Y cuando ya tienen esa frase perfecta, la conversación ya cambió de tema y su intervención no sería pertinente”, agrega.

Y detalla los desafíos a los que se encuentran expuestas este tipo de personas: “El problema es que hablar poco también tiene efectos secundarios. En el trabajo parece que no participas, en lo social, que pasas, en la familia, que no te mojas. Y no es verdad, simplemente tienes otro ritmo”.

Solución

Para quienes se encuentran en esta situación, el experto en oratoria tiene varios consejos: “Si hablas poco por inseguridad, no esperes a tener la frase perfecta. Di una sola línea. ‘Yo lo veo así’. O ‘Quiero añadir algo’. Algo breve. Con eso entras con mucha menos presión. Si hablas poco porque escuchas, perfecto, pero recuerda una cosa: la gente no puede ver lo que piensas. Dale una oportunidad a tu voz y deja una huella mínima. Y si tienes cerca a alguien así, no lo fuerces, solo pregúntale: ‘Y tú, ¿cómo lo ves?’. Y dale tiempo. Los silenciosos también piensan. Solo que, muchas veces, lo hacen sin prisa”.

@robervigo07

Hay algo que me parece importante sobre las personas que hablan poco Además creo que es algo que no solemos tener en cuenta: el silencio también es una forma de comunicar. En ocasiones veces comunica respeto. A veces, prudencia. También análisis. Y otras muchas, simplemente un miedo. Pero hay undetalle en el que casi nadie se fija: 👉 cuando hablas poco, los demás rellenan tus silencios con sus propias conclusiones. Y estas suelen ser erróneas: “no le interesa”, “no participa”, “pasa del tema”. Por eso, si eres de los que aporta poco en voz alta, prueba este #comuniconsejo en forma de💡ejercicio exprés: En cada reunión o conversación de grupo, deja al menos una huella, aunque sea mínima: Puede ser una frase, un comentario, una pregunta o un simple matiz. Y recuerda que no lo haces para hablar más, sino para que los demás sepan que estás dentro, no fuera. Y si convives con alguien silencioso, recuerda algo fundamental, que algunas personas piensan hacia adentro antes de hablar hacia afuera. No las fuerces. Solo invítalas con una frase tan simple como esta: “¿Qué piensas tú?” A veces, la mejor idea llega en voz baja. Por eso debemos darnos la oportunidad de escuchar a quienes les cuesta alzar su voz. Te leo en comentarios. Recuerda que si quieres aprender a comunicar mejor, ya está abierta la lista de espera para los cursos que haremos a finales de enero. Entra en www.eloquencia.es

♬ sonido original - Roberto Pérez Marijuán 🚀

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Reconocer la diversidad comunicativa es esencial para crear una convivencia más inclusiva. No todas las personas necesitan hablar mucho para participar activamente, ni el silencio equivale a ausencia. Al contrario, para muchos, el silencio es un recurso que protege su energía, favorece la conexión profunda y permite pensar antes de responder. Valorar esta forma de estar en el mundo implica ampliar la mirada social: entender que la comunicación no se mide por cantidad, sino por significado; y que, en ocasiones, el silencio también comunica, sostiene y transforma.

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