Explica por qué la comida de los aviones sabe como sabe: no es lo que piensas

Son muchos los pasajeros que se quejan del mal sabor que tiene la comida que se ofrece durante un vuelo. Sabores habituales como el de las patatas fritas, el chocolate o unas simples gominolas es totalmente distinto al que obtenemos en tierra firme. Pero, ¿a qué se debe todo esto? ¿Es la mala calidad de los productos o tiene algo que ver que nos encontremos a miles de pies de altura?

La explicación es muy fácil. Y es que, cuando la aeronave despega, la cabina está presurizada afectando a nuestros sentidos, especialmente al gustativo y a los receptores de olfato. Así lo explican desde la academia de pilotos ‘On Air’: “Nos sabe la comida menos salada y menos dulce. La humedad relativa de la cabina es del 20% y el aire, extremadamente seco, también influye en cómo percibimos los sabores”.

Desde la citada escuela insisten en que la comida no está mala, “es que tú eres incapaz de saborearla” a 10.000 metros de altura. De hecho, nos invitan a hacer una prueba muy sencilla: “En el próximo vuelo que tengas, prueba a abrir una bolsa de kikos dentro de la cabina que vas a ver cómo no te saben a kikos y, en cuanto aterrices y hayan pasado un par de horas, la misma bolsa sabe muchísimo más”.

Laura López-Mascaraque, investigadora del sistema olfativo del Instituto Cajal-CSIC y presidenta de la Red Olfativa Española, afirma en el portal de National Geographic que el 30% de las papilas gustativas se duermen durante el vuelo, lo que provoca que “los sabores salados y dulces se reduzcan entre un 20 y un 30%, mientras que los ácidos o margaos sigan siendo los mismos”.

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