Érica Avellaneda, filóloga: “No es normal que un hombre sepa de memoria la alineación de su equipo y no dónde están las cosas en casa”
La profesional ha compartido un vídeo en Instagram en el que lanza una queja contra el desinterés que muestran muchos hombres hacia las tareas del hogar.


Cuando una pareja toma la decisión de dar el importante paso de independizarse y empezar a vivir juntos, es fundamental tener en cuenta ciertos aspectos que pueden influir, y mucho, en la convivencia futura. Uno de los más importantes está relacionado con la división de las tareas, vital para que el día a día sea más justo, equilibrado y, sobre todo, ameno para las partes involucradas.
En este contexto, Érica Avellaneda, filóloga, teóloga y creadora de contenido, ha compartido un vídeo en Instagram en el que lanza una queja contra el desinterés de muchos hombres hacia el cumplimiento de las tareas del hogar. “No es normal que un hombre no sepa dónde están las cosas en su propia casa, que no sepa tampoco a qué hora son las actividades extraescolares de sus propios hijos o que tampoco sepa cada cuánto hay que lavar las sábanas”, comienza la joven.
La profesional continúa afirmando que las mujeres no tienen ningún “poder sobrenatural” para localizar objetos con facilidad, en cuestión de segundos: “Básicamente es que el hombre está desubicado, desentendido y desconectado del propio espacio en el que habita”, afirma.
“Esas mismas personas que no encuentran los tuppers o no recuerdan dónde se guardan las toallas, muchas veces pueden recitar de memoria las alineaciones completas de su equipo de fútbol, los fichajes del último mercado, las estadísticas, los minutos jugados, quién metió gol en aquella final del 2009”, expresa, dando a entender que no se trata de una cuestión de capacidad, sino de interés.
“Compartir la vida es también compartir la carga”
A continuación, la filóloga lanza una serie de consejos con los que poner freno a esta delicada situación: “Este desinterés se soluciona con voluntad, con pequeños gestos cotidianos, preguntando, observando, tomando la iniciativa sin que te lo pidan, participando activamente en las tareas, sabiendo qué falta, qué viene y qué se planifica”, explica.
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Érica añade que se trata de un proceso que “requiere aprendizaje, práctica, constancia y empatía”: “Hay que comprender que compartir la vida es también compartir la carga. Es el momento de formar una convivencia más justa y equilibrada, donde nadie tenga que soportar la lista eterna de cosas que hacer mientras otro vive sin enterarse”, concluye.
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