Una espectadora de ‘La Revuelta’ confiesa su vínculo con Broncano: “La intentaste matar”

Era miércoles y La Revuelta cruzó el ecuador de la semana. David Broncano salió como cada día a recibir el aluvión de elogios soeces y bonitos insultos que suelen ocupar los primeros compases del programa. Habló con una persona del público. Todo bien. Luego tomó la palabra otra espectadora y, cuando le pasó el micrófono a la chica que tenía al lado, se rompió la armonía que se esconde en lo cotidiano: “Natalia dice que es tu amiga y que la has intentado matar un par de veces, pero eso es cosa de ella”.

El ateneo estalló de risa porque algo se olía, amén del preshow compartido. Por razones obvias —semejante acusación no puede perderse convertirse en un comentario olvidado—, la joven dio explicaciones. “A ver, pasa que donde yo estudio... No lo puedo decir. Cerca de un sitio...”, trató de explicar, omitiendo, de buena voluntad, cualquier atisbo de dato para no revelar la ubicación de la casa del presentador.

La ‘reconciliación’ más amistosa de la historia

Prosiguió. “Varias veces has salido tú con el coche por el sitio donde yo estudio y, como vas marcha atrás, a veces no ves a los que quieren pasar por ese sitio”, contó, recreándose en la ambigüedad geográfica. El jienense sonrió. “Ya sé perfectamente de lo que estás hablando. Me viene muy bien saber esto”, concedió. Resulta que la tal Natalia va mucho por allí con sus amigas. “Ah, ya sé de dónde venís... De ese sitio que hay en la esquina”, dijo Broncano, que trató de excusarse afirmando que realiza la maniobra “con mucha cautela, muy despacio”.

Y ella redondeó la historia. “Sí, sí, pero alguna vez no nos has visto. Y la cosa está en que un día al levantar la mano para avisar, creí que me estabas saludando. Y mis amigas no me paran de vacilar desde entonces diciéndome que ‘claro, como Broncano es tu amigo... Claro, como te saludó’”, se rio. Entonces el conductor del programa halló la solución ideal: “A ver si quieres podemos hacernos amigos hoy ya y así el vacile se acaba”.

Antes de que subiera a la tarima, Broncano insistió en que suele ir “con intermitentes y con todo”. Grison le vaciló porque, en realidad, y sin revelar su coche, a él le encantaría tener el honor de ser aplastado por una rueda del bólido. Todos se rieron; Natalia, alegre, subió al escenario. “¿Quieres que nos demos abrazo de amigos y se acabó la broma para siempre?“, volvió a preguntar Broncano. ”¡Vale!“, contestó ella. Y al bajarse, Broncano se despidió de ella: ”Y ahora, cuando te digan eso, recuerda que somos ‘coleguis’“.

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