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Topuria confiesa en ‘El Hormiguero’ el consejo que le dio su padre de pequeño: “Me hizo creer en mí”

El luchador de UFC ha recordado en el formato presentado por Pablo Motos cómo fueron sus primeros pasos en el deporte y qué obstáculos superó.

Topuria confiesa en ‘El Hormiguero’ el consejo que le dio su padre de pequeño: “Me hizo creer en mí”

Son tres las veces que este año ha visitado Ilia Topuria el plató de El Hormiguero. La primera, recién coronado campeón del mundo de Peso Pluma de la UFC, a finales de febrero; la segunda, en el ecuador de septiembre, a las puertas de la defensa del cinturón y por el estreno de su documental, Topuria: Matador; y la última, para celebrar un calendario que ha sido, simple y llanamente, insuperable.

“Uno se siente como en casa”, dijo al entrar, sonriente, y dejando que esa misma curva en su rostro guiase todas sus intervenciones durante la noche. Mostraba su resiliencia y fortaleza con cada sinónimo de ‘ko’ que dejaba, con las ansias de superación en sus frases. “Si alguien lo ha hecho, yo también lo haré; si no, seré el primero”, resumía, siendo, por otro lado, incapaz de describir la felicidad que siente cuando todo lo que ha sido “blanco y negro” durante meses, amén de una durísima rutina de preparación para el combate, adquiere color bajo los focos del octógono al revelarse campeón de un combate. “Muchas veces he pensado en esa respuesta, pero nunca consigo la palabra que lo describe”, se sincera.

“Algo muy valioso”

Podría decirse que lo sabe porque hubo un tiempo en el que no era consciente de ello, pero sería una falacia. Desde pequeño, incluso cuando nadie apostaba por él, tenía claro que lo conseguiría. “No era nada talentoso. Siempre estaba constipado, era flaco... Nadie se podía imaginar que me pudiera convertir en campeón del mundo”, recuerda. El amor que se respiraba dentro de su casa fue el motor de su hambre de victoria. “Practicaba deporte junto a mi hermano y siempre perdía. Me decían: ‘Ilia, por qué no vas a tocar el violín o el piano’. Y yo decía ‘dame más tiempo’”, confiesa a Pablo Motos.

Y es en este punto cuando revela el día en el que se vio campeonar. No fue una victoria, tampoco un sueño nocturno. Fue su padre. “El primer cambio importante que di en mi vida fue gracias a mi padre. Cuando apareció el deporte en mi vida comencé a soñar a lo grande, como cuando un niño ve Spiderman, pero yo no tenía nada [hace referencia a los obstáculos antes citados]”, recuerda. Entonces él se encargó de no dejarle caer. “Mi padre comenzó a fantasear conmigo. Me decía: ‘cuando todos vean tu talento vas a revolucionar el mundo’”, afirma. Visiblemente emocionado, resume la importancia de ese ánimo paternal: “Me hizo creer en mí”.

No en vano asegura que aquellas palabras que su progenitor esbozaba con pasión fueron para él “algo muy valioso”. A día de hoy, dice, sólo hay una cosa que no le gusta —comienza a dibujarse una sonrisa pícara en su rostro—: “Ahora siempre que me ve me dice: ‘Te lo dije’”.

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