Risto Mejide explica el éxito de ‘La Revuelta’: “Una de las grandezas de Broncano”

La partida de ping pong televisivo que La Revuelta y El Hormiguero disputan desde septiembre promete ser de tantos repartidos y de juegos infinitos. Cada semana la balanza cae a favor de uno de los dos formatos, manteniéndose un equilibrio en los registros de audiencia que, lejos de sacar alguna pega al rendimiento de los programas, sólo habla bien de ambos: el inimaginable éxito del espacio de Broncano, capaz de soplar en la corona del indiscutible monarca del access prime time en la última; y la férrea fortaleza del talk show de Motos, que, lejos de claudicar ante la competencia, marca máximos históricos.

Durante meses se ha deslizado una tensión entre ambos programas; por lo menos, a ojos del espectador maniqueo. Sin embargo, sea de mayor o menor calibre dicho enfrentamiento, lo único cuantificable es el citado triunfo de los dos espacios. En el caso del presentador jienense y la acertada apuesta de La Corporación, se debe a un desmarque de la técnica que otros muchos programas practican sin fortuna y que sólo unos pocos experimentados en la pequeña pantalla perciben. Es el caso de Risto Mejide.

“Los programas no se hacen contra nadie, ni siquiera Broncano lo hace contra Pablo [Motos]”, ha explicado el presentador de televisión a Informalia, reconociendo que “una de las grandezas de Broncano es que ha atraído a gente que no veía la tele, por eso Motos no se ha resentido tanto. Ha aumentado mucha gente que ve la tele”. En apenas tres frases resume el análisis de dos meses de contienda.

“Hay mucho pastel que cortar”

A su juicio, “los programas se hacen para que la gente los vea y hay mucho pastel que cortar”. Es ahí, en la metáfora del pastel, donde se halla la clave para sumar puntos de audiencia ante una sólida competencia asentada en la parrilla: “Cuando a Broncano le dé un 15%, quiere decir que hay un 85% en otras opciones. ¿De verdad quieres pescar en el 15% o prefieres en el 85%? Es tan sencillo como eso”.

Pese a evaluar de manera tan directa y eficaz la evolución de ambos formatos, Risto rechaza cualquier atributo de futurólogo. “No me espero nunca nada. O me lo espero todo, mejor dicho”, expresa, matizando que él únicamente habla a toro pasado y que lo verdaderamente complejo “está en decirlo antes”.

A la pregunta de qué programa elige entre los dos —esto es, qué bando escoge—, opta por la tercera opción. “Ninguno de los dos. Llego a casa saturado y necesito estar con mis hijos, cuando los tengo, o leyendo un libro o yendo a la ópera, que me encanta, o a un concierto”, dice, reconociéndose como “un mal consumidor de tele, igual porque me paso todo el día trabajando para ella”.

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