TELEVISIÓN

Qué fue de Pedro Oliva, el cabrero ganador de ‘GH4′ que se casó con Inma

El ganador de la cuarta edición de ‘Gran Hermano’ se separó de la mujer de la que se enamoró durante el reality y dejó aparcada su afición a la ganadería.

Qué fue de Pedro Oliva, el cabrero ganador de ‘GH4′ que se casó con Inma

Pese a que han pasado más de dos décadas de su victoria en la cuarta edición de Gran Hermano, no son pocos los espectadores que todavía recuerdan con cariño a Pedro Oliva. El concursante zaragozano, auxiliar administrativo de profesión y cabrero de afición, conquistó los corazones de una audiencia que le llevó a ser ganador pese a haber sufrido cinco nominaciones consecutivas.

A las puertas del regreso de Gran Hermano ha vuelto Oliva a colarse en el imaginario de los más nostálgicos del reality. Su última gran aparición en la pequeña pantalla fue el pasado verano en La vida sin filtros, de Telecinco, donde recordó sus momentos de máxima popularidad y actualizó cómo ha cambiado su vida desde entonces. Apoyado en una muleta que todavía emplea para poder andar, según se ha visto esta semana en el FesTVal de Vitoria, Pedro mostró que su humor permanecía intacto al afirmar que estaba “casi de tres patas”.

Gran Hermano me cambió la vida para muy bien”, dijo Oliva, quien se encontraba en el plató junto a su homóloga de la decimoséptima edición, Beatriz Retamal. “Yo me enamoré, conocí a la que ha sido la mujer de mi vida durante quince años y la que todavía sigue siendo la más importante”, prosiguió antes de confirmar que Inma González y él ya no eran pareja.

Tras quince años de matrimonio, y unos cuantos más de amor, Oliva ha reveló que la pareja tuvo una hija junta y que, pese a su separación seguían viviendo juntos entonces. “Compartimos vivienda, pero son compartimentos estancos. Los dos tenemos nuestra propia habitación”, subrayó ante las bromas de los presentes comparando su situación en casa con la de Gran Hermano.

Su profesión actual

A pesar de que el dinero le supuso un impacto económico importante en el momento de su victoria, a Oliva jamás se le pasó por la cabeza dejar de trabajar. Y, pese a que su afición a la ganadería de ovejas y cabras ha estado presente hasta hace ocho años, lo que le sigue dando de comer es su trabajo como funcionario.

“Sigo siendo funcionario. Cuando entré en la casa llevaba doce años y ahora más. Ya no tengo cabras. Tuve tan buena suerte que hice una campaña publicitaria para una cooperativa ganadera que fueron los que se quedaron mis ovejas para una casa de turismo rural. Allí están mejor que en algodones y les mando un beso”, manifestó frente a las cámaras.

Aunque haya pasado tanto tiempo, todavía hay gente que le recuerda por su espontaneidad. “Sales a la calle y te encuentras una familia global. Todo el mundo se interesa por ti, todo el mundo te muestra su cariño. Tuve el cambio de conocer a la que ha sido mi mujer. Además, el premio económico, aunque lo compartes con Hacienda al 50% prácticamente. Pero eso no tiene precio frente a lo otro”, zanjó.

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