CINE
Qué fue de Gabino Diego (Cuco), el primer ayudante de José Luis Torrente
El intérprete, que gozó de gran fama en los noventa y hasta ganó el Goya a Mejor Actor de Reparto por ‘¡Ay, Carmela!’, se dedica desde hace varios años al teatro.
El retorno de Torrente ha puesto patas arriba el panorama cinematográfico español. Santiago Segura, quien hace del descarado policía y, al mismo tiempo, director de la saga, confesó hace escasas semanas en El Hormiguero, sumido en plena rueda de promoción de la última cinta de Padre no hay más que uno, que la sexta entrega de Torrente es un hecho confirmado. Y los más fieles seguidores de estos filmes, que llevaban una década esperando nuevas noticias del ‘brazo tonto de la ley’, han comenzado a teorizar acerca de hipotéticos retornos y míticas escenas que se quedaron alojadas en la memoria de quienes vieran en el cine las primeras películas.
Uno de los nombres más repetidos ha sido el del Cuco, el primer gran ayudante de Torrente. El papel, que estuvo interpretado por un brillante Gabino Diego, supuso un giro en la ya peculiar trayectoria del intérprete que, si bien había aparecido como ‘atracador’ en la primera entrega de la saga, no sería hasta la segunda cuando, verdaderamente, pasaría a ser uno de los personajes favoritos de la audiencia.
Unos primeros años de ensueño
Muchos recuerdan al actor por estas dos cintas. Otros tantos reconocen su rostro en la década anterior. Gabino Diego, el eterno adolescente, fue uno de los intérpretes más aclamados en las postrimerías del pasado siglo: debutó a los 18 años en Las bicicletas son para el verano, de Fernando Fernán Gómez; aunque recibió multitud de críticas negativas, regresó con el mismo director tres años después en El viaje a ninguna parte. Dos años más tarde aparecería en Amanece que no es poco, de José Luis Cuerda, y en 1989, cuando apenas tenía 23 años, tras maravillar con su papel de Gustavete en ¡Ay, Carmela!, de Carlos Saura, se hizo con el Goya a Mejor Actor de Reparto.
Sucedieron a estos años otras importantes cintas en el panorama patrio y sus consecuentes nominaciones al Goya —cinco en ocho años—. Todos en España conocían a Gabino Diego. Cuando entró el siglo XXI, tan paulatinamente que casi pareció no ocurrir nunca, el intérprete se fue desvaneciendo del séptimo arte para incursionar en el teatro. Fue aquí cuando, en 2002, apareció en Torrente 2: Misión en Marbella.
Gabino Diego en la actualidad
Su carrera en los corrales y escenarios, todavía vigente, ha sido —y es— brillante. Destacan Los 39 escalones (2008), El apagón (2012) y Nuestras mujeres (2015). En la actualidad se encuentra en la capital con su más reciente obra, La curva de la felicidad, que acoge el Teatro Quique San Francisco.
Se trata de una comedia escrita por Eduardo Galán y Pedro Gómez en la que, a través de la complicada situación de Quino, guionista de televisión sumido en una crisis personal y laboral, se exploran las sensaciones que unos hombres de 40 años tienen sobre las relaciones con las mujeres.
Hasta el final del estío aparecerá Gabino Diego en el citado teatro de Madrid. Los rostros de aquel cine de los noventa permanecen, en muchas ocasiones y si uno quiere encontrarlos, más vivos que nunca allí donde todo actor siempre desea alguna vez ir a parar: bajo un foco y sobre una tarima.
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