Qué fue de Billy Bob Thornton, el mítico Papá Noel de ‘Bad Santa’

Corría el año 2003 cuando Terry Zwigoff se aventuraba en el pantanoso género cinematográfico de la Navidad, campo muchas veces sembrado y, en lo que a éxitos respecta, pocas veces cosechado. Esta vez iba a ser diferente. El director hizo uso del humor negro para darle una vuelta al icono de Papá Noel, presentando una antítesis de su figura tradicional y convirtiéndole, a fin de cuentas, en eso que da título a la cinta: un Bad Santa.

Quien se vistió de rojo y de penas fue Billy Bob Thornton al introducirse en la piel de Willie Stokes. Su historia, como si de un pacto entre desgraciados hubiera salido, nació una fría noche de diciembre en un bar de Milwaukee. Allí está él. Bebiendo, fumando. Esperando a nada, quizá a la vida. Solitario. Se dedica a ejercer como Papá Noel en un centro comercial, donde, en compañía de su amigo Marcus (Tony Cox), quien hace de duende, entretiene a los ya de por sí distraídos compradores. El crudo retrato, casi dickensiano y propio del siglo XXI, puede ser más desolador: son ladrones.

Como hacen cada víspera de Navidad, desconectan la alarma de seguridad después de que el centro comercial eche abajo las persianas metálicas y revientan la caja fuerte. El argumento del filme se centra en las complicaciones que presenta el último de sus golpes, custodiado por un jefe de seguridad que desde el primer momento sospecha de ellos. Y así, entre persecuciones que parecen sacadas de un sueño aleatorio, se hila una trama que es a la Navidad en el cine lo que un viaje a la cara oculta de la Luna para la ingeniería aeroespacial.

En esta comedia brilla Thornton, que entiende cómo encaja la interpretación en esta difícil linde. Así lo ha demostrado también en otros trabajos, tanto posteriores como anteriores. El intérprete, nacido en Arkansas allá por 1955, tuvo una infancia marcada por el Protestantismo metodista al que se adhería su familia. Jugó al beisbol y trabajó colocando asfalto en carreteras casi olvidadas por los mapas estatales. Y como si de un intra-sueño americano se tratase, a mediados de los ochenta se muda a Los Ángeles y comienza a dedicarse a la interpretación.

Del culmen a la casi desaparición

Su carrera es completamente vertical, lenta y exitosa. Si bien abrió la década como actor de telemarketing en un parque eólico, terminó la siguiente ganando el Oscar a mejor guion adaptado por Sling Blade en 1996. Siendo ya alguien con renombre en la industria, tras haber iniciado y cortado una relación de dos años con Angelina Jolie, se lanza de lleno a la aventura de Bad Santa y, también en 2003, aparece en Love Actually haciendo, nada más y nada menos, que de Presidente de los Estados Unidos. Un año después recibe su propia estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Buenos tiempos.

La primera década del nuevo siglo fue próspera y así se refleja en la densa cantidad de proyectos en los que participó. El culmen llegó en 2014 de la mano de Fargo, donde su interpretación del carismático antagonista Lorne Malvo le valió un Globo de Oro a mejor actor en una miniserie; otro más recibió dos años después por su papel como Billy McBride en Goliath.

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Desde entonces apenas ha aparecido en dos proyectos, ambos en 2018, con el irónico paréntesis de la segunda parte de Bad Santa en 2016. Ocurrió sin pena ni gloria. Y ahora su silencio cinematográfico está a punto de romperse, como un glaciar con explosivos en sus intestinos helados, al regresar en 2024 por la puerta grande en The Electric State, filme que estará protagonizado por Millie Bobby Brown y Chris Patt. Lejos quedaron los días de aquel Bad Santa que en estas fechas algunos nostálgicos recuerdan.