¿Por qué no hay bote en ‘Pasapalabra’ y cuál es el motivo por el que no concursa Moisés?

Son detalles, pero hacen que una tarde cambie por completo. Cuando uno enciende la televisión y sintoniza Antena 3 para poner Pasapalabra espera ver a los concursantes habituales y, por lo menos, tratar de descifrar la mitad del rosco para llevarse un bote de esperanzador consuelo. Sin embargo, todos aquellos que hayan realizado este proceso cotidiano, casi rutinario, se han encontrado que ni una ni la otra.

No está Moisés Laguardia, como tampoco estuvo el pasado viernes. Su última aparición fue el pasado jueves, donde hubo un empate entre Oscar Díaz y él que, según el reglamento del programa, desemboca en la doble presencia de ambos finalistas en la siguiente emisión, sin necesidad de pasar por la Silla Azul. Sin embargo, el riojano no estaba allí. El motivo: se encuentra enfermo.

Fue el propio Roberto Leal quien trasladó a los telespectadores la noticia el primer día de su ausencia. “Se darán cuenta que en el último programa empataron Moisés y Óscar. Moisés no va a poder estar en el programa de hoy porque está indispuesto”, confesó el presentador, aclarando que no era “nada grave”, pero sin especificar el retorno de Laguardia, que es todavía un misterio. Si se tiene en cuenta que Pasapalabra graba tres programas cada día, se puede concretar que, por lo menos, no volverá hasta este miércoles; de no hacerlo en esa fecha, habría que esperar hasta la siguiente semana.

Sustituto de lujo y bote congelado

Hasta entonces habrá dos principales arreglos. El primero, y para sustituir al riojano, el aterrizaje del hijo pródigo. “No sabemos cuándo volverá, pero su lugar lo va a ocupar Pablo Díaz”, detalló Leal, presentando al violinista tinerfeño, quien rompió el récord de presencia ininterrumpida en el formato —hasta la llegada de Orestes Barbero—, se convirtió en el participante más joven de la historia del concurso y, como guinda, se hizo con el primer bote (1.828.000 euros) de la etapa del programa en la cadena de Atresmedia.

Por ahí van los tiros en lo que al segundo punto respecta: mientras no esté Moisés en el programa, el bote permanecerá congelado en los 1.708.000 a los que ya ascendía el pasado jueves y, en lugar de jugar por él, los participantes se enfrentarán —uno al otro y, sobre todo, contra ellos mismos— para llevarse un premio de 100.000 euros en caso de completar el rosco.

El finalista que sí está es Óscar Díaz, que observa una gran oportunidad el hecho de medirse contra Pablo, un histórico del programa, y desea una pronta recuperación a un Moisés que, cuando se recupere, volverá al formato para descongelar el premio final.

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