Patricia Steisy, sobre el postparto: “Tengo el pecho como una vaca burra”

Casi medio millón de seguidores aguardaban el instante que hace escasos días se produjo. Después de nueve meses en los que les había hecho partícipes de cada paso que daba en su embarazo, Steisy daba a luz y nacía su primera hija: Athenea García Pérez. Tanto ella como el padre del bebé, Pablo Pisa, difundieron un emotivo texto vía redes sociales para saludar a la pequeña. “Vivo en una nube constante, no sé si del sueño o de lo que estamos viviendo. Gracias por crear esta familia tan preciosa”, dejaban por escrito.

Días después hay una premisa que parece extenderse de manera indefinida: Steisy seguirá mostrando el día a día de la criatura, así como el suyo. De hecho, ya ha empezado a hacerlo. “Tengo que contaros tantas cosas, pero tengo tan poco tiempo...”, inicia una carta que la también colaboradora de Telecinco ha publicado en sus stories de Instagram y con la que pone al día a todos los que se preguntan cómo se encuentra después del parto.

“Me ha dado un subidón de leche”

“Me he adaptado súper bien a la nena, gracias a que Pablo y yo nos hemos turnado las horas de sueño. Él duerme por la noche y yo por el día (tengo la suerte de que la nena me deja 3 horas de tregua de vez en cuando entre toma y toma)”, explica, preguntada por muchos acerca de una de las complicaciones que más afectan a los padres primerizos —las horas de sueño—.

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Después del mensaje tranquilizador entra de lleno en el asunto que, podría decirse, más le quita el sueño. “Me preocupa un poco el pecho, tengo algunas heriditas y me duele, aunque cada vez lo llevo mejor. Me ha dado un subidón de leche y me duelen horrores”, dice, a lo que añade que “el lunes voy a que me las miren y me digan si todo está bien”, por lo que, aun siendo esta su mayor dolencia física en el momento, no hay motivo alguno para llevarse las manos a la cabeza.

Como si un rayo de sinceridad hubiera desvelado su mente, a Steisy se le cae el filtro: “La verdad que es jodido, las tetas como una vaca burra. Empapadores desde el chumino hasta la espalda. La dichosa espalda me duele muchísimo, durmiendo a ratos”. Luego vuelve, dejando en el lector la sensación de que lo anterior era casi una alucinación, a lo hermoso del relato: “Pero ser mamá de esta cosa tan bonita es estar en el paraíso”.

“Pues los pezones están mucho mejor”, confiesa en su siguiente historia, pasando, inmediatamente, como si hubiese un hilo mágico que sólo ella es capaz de intuir, a contar cómo a su pareja se le ha complicado ir a comprar sushi.

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