DÍA DE MUERTOS

El verdadero significado del Día de Muertos: por qué en México no se muere nadie

Diario AS visita el altar de muertos de Casa de México para hablar del concepto mexicano del más allá.

28/10/25 REPORTAJE EN CASA DE MEXICO POR DIA DE LOS MUERTOS ALTAR DE MUERTOS
ANGELA PARAMO

En algún lugar de México hay un niño comprando una calavera y escribiendo el nombre de su mejor amigo en la frente. El cráneo, que es un dulce de azúcar propio del Día de Muertos, se entregará más tarde a su destinatario, su máximo compadre, quien lejos de enfadarse, porque podría hacerlo con todo el sentido de nuestro mundo, tuerce su sonrisa hacia arriba: “¡Gracias, me mandaste una calavera con mi nombre!”. Este hábito refleja la forma en la que México entiende la muerte, la comprende como una celebración, porque en el más allá, ya lo vieron en la película de ‘Coco’, hay montada una jarana monumental. México festeja por todo lo alto el Día de Muertos. ¿Por qué un concepto tan negativo y oscuro como la muerte, quizás el que más aflige a la humanidad desde el inicio de los tiempos, se toma como un día de verbena?

Maticemos. México llora a sus muertos. A México se le inunda el corazón de tristeza cuando un ser querido se marcha. El sentimiento de pérdida es prácticamente universal, pero la tierra del nopal y el águila rompe la generalidad el 31 de octubre: mientras la gran parte de Occidente se viste de luto, México lindo y querido canta, ríe, baila y monta en todas las casas un multicolorido altar para atraer y honrar las almas de sus seres queridos. “Celebramos porque no pensamos en una ausencia, pensamos en una presencia”, explica a Diario AS Vania Rojas, directora de Vinculación de Casa de México en España.

“La gente suele decir ‘ay, daría lo que fuera por abrazarle una vez más’. La cultura mexicana se da esa licencia una vez al año, sabemos que ese ser querido va a regresar y va a estar aquí con nosotros”, señala. Este 2025, por octavo año consecutivo, Casa de México ha montado ‘Cabaret El Recuerdo’, un altar de muertos ambientado en el cabaret mexicano de las primeras décadas del siglo XX. Solo en la entrada ya hay varias catrinas vedettes de tamaño real, además de un candelabro de calacas, esferas de vidrio soplado y varios elementos de la gastronomía y cultura mexicana como tequila o pan de muerto.

El verdadero significado del Día de Muertos: por qué en México no se muere nadie
28/10/25 REPORTAJE EN CASA DE MEXICO POR DIA DE LOS MUERTOS ALTAR DE MUERTOSANGELA PARAMO

El de Casa de México es un altar a lo grande. Los que se montan en las casas pueden ser de varios tamaños, pero siempre se coloca sobre ellos las fotos de los seres queridos y la comida que más les gustaba. También flores, velas, calaveras e incluso objetos personales, con el objetivo de atraer esas almas que no se han ido del todo. “Es decir, si se lo vas a poner a tu abuelo, piensas en cuál era su comida favorita, cuál era su bebida favorita, si fumaba hasta le pongo ahí su cigarro. Eso es poner la ofrenda: ofrendar es dar”, explica Vania. El altar, en palabras de Guillermo González, diseñador de ‘Cabaret El Recuerdo’, “no solo honra a quienes ya partieron, también recuerda que la vida, como el mejor de los cabarets, debe vivirse cantando, bailando y amando hasta el final”.

El verdadero significado del Día de Muertos: por qué en México no se muere nadie
28/10/25 REPORTAJE EN CASA DE MEXICO POR DIA DE LOS MUERTOS ALTAR DE MUERTOSANGELA PARAMO

“Si hay alguien muy querido para mí y ya no está, a través del recuerdo, de una ofrenda y de ciertos ejercicios, lo voy a atraer. Los mexicanos nos hemos creado esa mitología”, indica Vania. La temporada del altar comienza a mediados de octubre, unos 15 días antes del Día de Muertos, y durante esas dos semanas los mercados se llenan de flores de cempasúchil y otras tantas decoraciones. Nada está vetado en el altar. Las posibilidades son infinitas en el mundo de los muertos.

El verdadero significado del Día de Muertos: por qué en México no se muere nadie
28/10/25 REPORTAJE EN CASA DE MEXICO POR DIA DE LOS MUERTOS ALTAR DE MUERTOSVania Rojas, directora de Vinculación de Casa de México / Ángela Páramo

El proceso de montar y desmontar una enorme decoración en casa se puede asemejar, salvando las distancias, a la colocación del árbol de Navidad, un momento casi chamánico que trae satisfacción al ponerlo y congoja al quitarlo. Con el altar sucede lo contrario, no hay sentimiento de pesadez al guardarlo, sino que es un momento “de ilusión, de que en un año, volveremos a poner el altar”. Muchos de los alimentos que se añaden al altar son naturales y en una semana pierden su calidad, pero la fábula cuenta otra historia: “Tu pariente, tu abuelo, tu ser querido, ha absorbido todos los buenos sabores y olores de los alimentos”.

Cómo reírse de la muerte

Como verán, la relación con la muerte es cordial y divertida. Las calaveras literarias quizás sean el mejor reflejo, una especie de poemas sarcásticos que se le dedican a muertos y vivos. A los que están más allá, se les dice que murieron, por ejemplo, por ser muy glotones, y les desean el mayor de los festines en el reino de los muertos. Con los vivos ocurre lo mismo: deja de comer, papá, que vas a explotar. “Quien te hace la calavera te tiene que involucrar como que ya vas a morir, porque todos vamos a morir. No deseamos la muerte, sino que ya ves a esa persona en el más allá y le deseas que siempre esté alegre”. “Te lo ponen a hacer desde que estás en la educación básica. En el colegio, el trabajo de escritura en esta temporada es hacer esas calaveras. Entonces eliges a tu compañero a quien se la quieres dedicar y te ponen a trabajar en rimas octagonales (octosílabas), en unas rimas muy básicas, pero todo tiene que ver con que tú te vas a morir. Y a nadie le ofende eso. Nadie dice: ‘¡Ay, me estás deseando la muerte!’. Porque cuando le deseas la muerte a alguien, le estás deseando que sea la más divertida, la más feliz y la más gozosa”.

@juliapecero

Calavera literaria 🥰 para nuestros queridos maestros 🤭❤️ #Xantolo #tantoyuca #cunadetradiciones

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¿De dónde procede la tradición?

Pero el altar de muertos es viejo. Mucho más que ‘Cabaret El recuerdo’ y la época dorada del cine mexicano; que las calaveritas literarias y los papeles picados que se agitan de manera misteriosa al ser atravesados por el aire silente. El concepto de esta práctica navega en la noche de los tiempos, cuando los pueblos prehispánicos buscaban en el cielo estrellado las respuestas que la tierra —por naturaleza— solicitaba; tampoco puede entenderse dicho valor inmaterial sin la tradición española y la huella que el cristianismo dejó en el pueblo de México, en su cultura y cosmovisión. Quizá ahí resida la esencia de la costumbre: más allá de los puentes que, se dice, tiende entre distintos planos, su construcción adquiere sentido gracias a un arraigado sincretismo transgeneracional que convierte al altar en una suerte de mapa de la historia de México.

Como en tantísimas otras culturas, el culto a los muertos era esencial en la época prehispánica. Los pueblos precolombinos entendían el ciclo de la vida y la muerte como un viaje que, en el caso de los mexicas, estaba profundamente marcado por el tipo de muerte que había tenido el difunto. Muchos de los antiguos pobladores de la región veían en el fallecimiento el punto de partida de una peregrinación hacia el Mictlán, que era el lugar donde se encontrarían con el dios Mictlantecuhtli y la diosa Mictecacíhuatl. “Tras el descubrimiento de América en 1492 y la llegada al poder de Hernán Cortés en 1521, se produce una fusión y se empiezan a celebrar las ofrendas y los altares de otra forma”, detalla Vania, insertando la idea de que la tradición, si quiere vivir, debe permanecer en constante evolución. Como las catrinas de Capula o el desfile de Día de Muertos, que apenas tienen diez años y que carecerían de alma si se ignorase las huellas pretéritas. Una ventana al universo, una puerta al tiempo.

El verdadero significado del Día de Muertos: por qué en México no se muere nadie
Página 26 del Códice Laúd

Una de las principales complejidades del colorido rosetón cultural que supone el altar en su calidad sincrética es el encauzamiento ecléctico del mar de pueblos y civilizaciones —cada uno con su lengua y sus tradiciones— que habitaban en el actual territorio del país. “México abarca más o menos desde Portugal hasta Estonia; si bien hay una unificación al levantar estos altares, también hay lugares que, de acuerdo a su geografía, ponen unas cosas u otras”, explica, ejemplificando este escenario con la icónica flor de cempasúchil, cuya presencia en el norte es menos abundante al precisar esta planta de grandes cantidades de agua. “Pero si me preguntas cuál es la región donde la tradición del Día de Muertos es muy importante, te diría que el estado de Michoacán, a cuatro horas de la Ciudad de México”, añade. Allí, en el lago de Pátzcuaro, donde tiempo atrás vivió el pueblo Purépecha, los pescadores salen en las noches del 31 de octubre y 1 de noviembre con grandes barcas decoradas de cempasúchil y velas candentes. El cielo se ilumina por los cirios encendidos. Y se invierten los papeles de la cosmología.

Conviven en tierras mexicanas estas costumbres con celebraciones puramente cristianas. “Tenemos dos herencias que nos enriquecen muchísimo y nos hacen crecer. A diferencia de otras culturas que sí eliminaron sus creencias, en México las fusionamos y tomamos lo que nos gusta más de cada una”, cuenta. El más fiel reflejo de esta dualidad se encuentra en la Semana Santa, que la toman “casi al pie de la letra” y en el Día de Muertos, donde se hizo “una fusión porque era más divertido”. La tristeza y la felicidad en un mismo tablero: “Como el yin y el yang, no hay blanco sin negro; no hay noche sin día, ni hombre sin mujer. Si hubiera una sola cosa se rompería ese equilibrio perfecto”.

La filosofía mexicana tiene algo del pensamiento de Heráclito de Éfeso, en tanto que la esencia de la realidad radica en el cambio. “Una tradición que se queda fija tiende a desaparecer”, cavila. Como los tiempos han cambiado desde aquel lejano presente helénico, las costumbres beben de otras influencias contemporáneas que hubieran hecho al filósofo griego caerse de la silla: “Un parteaguas muy importante en México fue, definitivamente, la película de ‘Coco’; también que a partir de 2003 fuera declarada la celebración Patrimonio inmaterial de la Humanidad por la UNESCO; y que en ‘007: Spectre’, en 2015, Daniel Craig filmara como James Bond la primera escena de la película en un gran desfile de Día de Muertos. Estos tres elementos han ayudado a que la celebración se vuelva universal”.

El verdadero significado del Día de Muertos: por qué en México no se muere nadie
Reuters

Con la película de James Bond nació la idea de un desfile multitudinario. Y con ‘Coco’, se volvió global el corazón coral que da sentido al Día de Muertos. Fue esta segunda cinta un auténtico punto y aparte. “Los productores, los diseñadores de arte, pasaron tres o cuatro años en las poblaciones para extraer la tradición real. Si eres Disney, era muy peligroso cargarte la tradición”, confiesa, revelando que unos perros que aparecen en el filme son los de Jacobo y María Ángeles, dos artesanos de alebrije oaxaqueños, y que la abuelita Coco, en realidad, era una de sus familiares. “Si no eres parte de esto podrías haber cometido algún error histórico, pero en ‘Coco’ se hizo muy bien”, concede, risueña.

Cualquier vaticinio es un dictado sobre el agua. La vorágine de cambios que atraviesa la celebración del Día de Muertos mantiene intacta aquella vieja esencia, pero no deja de moldear los altares a razón de los nuevos tiempos. Vania reflexiona. Cree que en un futuro las imágenes de mascotas incrementarán, pero no se atreve a lanzar ninguna predicción. Y es normal. Ella misma ha visto cómo las esqueléticas catrinas del siglo XIX han regresado de los imaginarios camposantos colectivos: “Cuando yo era pequeña, nos disfrazábamos de brujas; pero hoy todas queremos ser catrinas, ponernos las flores en la cabeza, los ojos maquillados y brillantes...”. Dice que es la “evolución de la tradición”, y que lo mismo le pasa al papel picado: “Hoy los pueden hacer de tu propio retrato con láser. Definitivamente, la tradición se desarrolla; y eso significa que perdurará”.

El verdadero significado del Día de Muertos: por qué en México no se muere nadie
28/10/25 REPORTAJE EN CASA DE MEXICO POR DIA DE LOS MUERTOS ALTAR DE MUERTOSANGELA PARAMO

Vive. Su corazón intangible late. Así lo ve en los ojos de niños, adultos y ancianos. El Día de Muertos es una costumbre vieja, pero un fuerte apoyo popular la mantiene joven y llena de vitalidad. No importa el mandatario ni la frontera porque “esto no tiene que ver con que alguien dicte una ideología; esto es por arraigo cultura. Y vivas donde vivas seguirás llevando tus tradiciones”. Mira al norte, a Estados Unidos. Sus ojos de color caramelo se encienden, como las noches del Mictlán. Da igual si en el Despacho Oval se sienta Donald Trump o Cantinflas porque siempre habrá un altar encendido por el Día de Muertos: “Los mexicanos tenemos claro que allá donde vamos siempre dejamos huella”.

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