MÚSICA

Quiénes son Laüra Bonsai y Felinna Vallejo, Las Ninyas del Corro, invitadas de ‘La Revuelta’

Las raperas barcelonesas iniciaron su trayectoria musical en los círculos de freestyle de la ciudad condal, catapultando ese mismo estilo al panorama nacional.

Quiénes son Laüra Bonsai y Felinna Vallejo, Las Ninyas del Corro, invitadas de ‘La Revuelta’

Algo tiene Barcelona que sus ruidos, ora misteriosos y profundos, ora costeros y jaraneros, hacen creer a quien los escucha que su interior trata de recordarle algo. La música catalana tiene un gen callejero intrínseco que explota, elegante y sin control, cuando la creatividad barcelonesa conecta con el género urbano en cualquiera de sus formatos: desde el hip hop y el break, donde Barcelona es potencia mundial en materia de street dance, hasta el freestyle, cuya nota original reside en lo ecléctico del rap condal. Todo ello viene a fusionarse en el estudio de Las Ninyas del Corro.

Son dos, pero mueven el cuello del aforo máximo de cualquier plaza. Laüra Bonsai (Sant Adrià del Besòs, 1996) y Felinna Vallejo (Bon Pastor, 1999) decidieron unir sus caminos musicales en 2015. Nació aquel calendario Las Ninyas del Corro (LNDC), cuyo nombre es un spoiler de sus orígenes: se conocieron en los círculos de freestyle que se forman en torno a las personas que improvisan; en aquellos años era detrás del MACBA y en Mundet, cuna, en cierta parte, del actual rap de Barcelona.

Su estilo ha sido siempre fiel a su apuesta; y su apuesta, a sus principios. El rap de LNDC es agresivo, pero suave; sensual en el filón misterioso de su concepto, como una serpiente deslizándose sobre un lienzo tumbado, pero crudo, como los secretos que guardan los viejos locales de persiana metálica oxidada del Bronx. Sus valores combativos y la fuerte —pero sutil— reivindicación social laten tras una estética propia del clásico hip-hop noventero. Vieja escuela.

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No tardaron en traspasar las fronteras de la ciudad condal. Lletra Lligada, en 2018, fue su carta de presentación. Un año más tarde rompieron la ventana y lanzaron una cascada de temas, tales como Salsa salsa o Bastardas (junto a Santa Salut), que permanecen en la memoria de sus seguidores. Coquetearon durante meses con la anilla de la granada. Hasta que la quitaron.

Allá por 2021 vivieron una auténtica explosión mediática. El lanzamiento de su álbum debut, Onna-Bugeisha, afirmó la profesionalidad de su propuesta y, a todas luces, la originalidad de su estilo —que, en realidad, era el mismo de siempre— bajo un telón cultural asiático que, misteriosamente, hacía lucir todavía más las tildes de su mensaje. Su aparición en RapSinCorte L, de Foyone y junto a otros grandes nombres del circuito, terminaron por catapultar mediáticamente su música.

Este año regresan por todo lo alto con Bitches in Business, su segundo álbum de estudio. Hasta 15 canciones completan su último trabajo, un grito de permanencia que el panorama escucha con las cavilaciones que su música sugiere. Y que brilla igual que lo hace un faro entre la niebla, con seguridad y algo de misterio, y con la misma intensidad que el puñetazo de un rudo boxeador. Ecléctico, como el freestyle condal. Algo tiene Barcelona.

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