“No es una tercera reinvención pero Shinova abre ahora un nuevo ciclo”
El 27 de diciembre de 2025 es un día especial para esta banda que esta mañana se sienta con AS para recorrerse y contarse: su primer Movistar Arena. Prometen sorpresas, mimo y avanzan algo solo a medias: un nuevo ciclo de la banda que se toca ya en su último lanzamiento: ‘Todo gira y vuelve’.

Es un regalo cuando una banda se olvida de que una grabadora con la luz en rojo está encendida. Una luz roja que registra cada una de las cosas que sucede en esa sala, la del chéster negro en las oficinas centrales de Warner Music en Madrid, en la The Music Station tanto tiempo abandonada, en Príncipe Pío, que ha vuelto a la vida, y al color, gracias a esta discográfica. En sus paredes, laberínticas, decenas de discos y nombres. También el suyo. Esta banda llamada Shinova. Esa que se conoce tanto y desde hace tanto. La grabadora registra, con tanta fidelidad como una cámara en ON, que graba la vida. O, mejor dicho, a ellos, que se conocen tanto. Gabriel de la Rosa (Santa Cruz de Tenerife), vocalista que dice haber nacido el mismo año que el Atlético de Madrid, 1903, aunque él sea del Tenerife; Erlantz Prieto (Bilbao, 1996), guitarra; Daniel del Valle (Barakaldo, 1991), guitarra y teclados; y Joshua Froufe (Barakaldo, 1988), batería. Todos parecen hermanos aunque en realidad el vínculo de sangre solo exista entre los dos primeros, de madre. Pero los demás también. Hermanos de calle. De Durango. De siempre. De las calles. De que alguno antes que miembro primero fue fan. Y, mientras se cuentan, se han olvidado de esa luz roja que parpadea. Y se cortan. Y se corrigen. Y se desdicen. Y se apostillan. Y se completan. Como cuando están sobre el escenario y juntos forman ese uno solo llamado Shinova.
El próximo sábado 27 de diciembre vivirán un día especial. Será en Madrid. Su primer Movistar Arena. Aún queda alguna entrada, poquísimas, pero aún una oportunidad de no perdérselo (pueden comprarse aquí). Un concierto que será muchos a la vez. Por un lado, cerrará por todo lo alto la gira de su último disco, ‘El presente’ (2024). Por otro, avanzará, quizá, un nuevo ciclo que en esta entrevista anuncian que viene y del que ya han dejado huella en las plataformas de música, con el lanzamiento hace tres semanas de una nueva canción, ‘Todo gira y vuelve’. Un único concierto, el más grande hasta ahora, que podría espejar la propia historia de este grupo fundado en 2008 que en realidad ha nacido dos veces. Porque en 2014 lo hizo. Cambió a la mayoría de sus miembros, cambió de sonido, de más metalero a más indie. Cambió todo pero sin cambiar de voz, la de Gabriel.
Hay algo profundamente orgánico en la manera que tienen de hablar entre ellos sobre ese sillón negro en el que se han sentado mientras se pasan esa grabadora en rojo. Constantemente. Como si cada frase necesitara del otro, u otros, para terminar de respirar. Se pisan, se ríen, se desdicen, se lanzan recuerdos falsos que recogen al vuelo. No hay jerarquías visibles, solo una memoria compartida que va y viene. La entrevista avanza así, a trompicones felices, como su propia historia: de aquellos ocho de A Coruña hasta este pabellón lleno, con muchos festivales ya en la maleta. Todos los grandes. Cada verano. En España y LATAM donde le han dado la mano a otros hermanos, No Te Va a Gustar, y a un estilo, el de Soda Stéreo. Quizá por eso resulta tan natural que, sin haber terminado aún la gira de El presente, ya estén mirando hacia adelante. Porque Shinova nunca ha sido una banda quieta. Es, más bien, una suma de comienzos. O ciclos. Se avista el tercero. Tras este sábado grande, el último de 2025. Juntos. Los cuatro hombres del chéster que son Shinova. Ya sin Ander Cabello, otro de los miembros fundacionales, bajista, cuya salida, hace unos meses, envolvió la polémica. Esa de la que no eluden hablar bajo esa luz roja que les cuenta, sin parar de parpadear, grabando sus risas, sus interjecciones, ese feeling entre ellos que se palpa en sus canciones.
“Con la sonrisa intacta... / paralizando toda una ciudad”.
Lo comprobará Madrid el próximo sábado 27.
No han terminado de girar con su último disco, El presente, y ya han lanzado una nueva canción, Todo gira y vuelve. ¿En el mundo de la música actual no se puede parar?
Gabriel de la Rosa: Es una nueva canción que cierra una etapa y abre un ciclo. Y creo que esa es la mejor palabra que podemos utilizar, ciclo, por lo que va a venir después de esa canción, que no podemos aún avanzar, pero va a ser algo muy chulo. Lo que sí que es verdad es que estamos muy centrados en el final de gira, el 27 de diciembre, en el Movistar Arena. Estamos preparando algo maravilloso que nos está un poco quebrando la cabeza, pero que es por un buen fin y vamos a hacer algo muy grande y bonito para una gira que merece una despedida. Estamos enfocados en eso. Pero sí que es verdad que es posible que suene esta canción ese día y, quizá, alguna otra más.
Joshua Froufe: Ojalá solo esa (ríe). Solo esa en bucle (ríe más).
(Le acompaña una risilla de fondo de Gabriel también).
Todo gira y vuelve. ¿No recuerda un poco a Mirlo Blanco?
G. D. L. R.: Pueees… No tiene nada que ver (ríe). No, es broma. Entiendo lo que quieres decir y sí que puede tener ese… No está ligada, ni mucho menos, a esa etapa o a esa canción, pero sí que tiene un espíritu más ligero, como tenían las estrofas de Mirlo Blanco, y podría existir ese paralelismo, sí.
Siempre que es octubre y llueve en Madrid esa canción repiquetea en mi cabeza…
(Ríen).
G. D. L. R.: Alguna vez que ha coincidido que estamos en octubre aquí y que pasa… es bonita, esa frase.
En Todo gira y vuelve citan a Soda Stereo… ¿por qué?
G. D. L. R.: El nombre de Soda Stereo ha salido mucho a lo largo de los últimos años en la banda. Y después ves en Argentina, en toda Latinoamérica en realidad, lo que significa Cerati para su país, una leyenda, y ves su obra, y que no es para menos, que ese hombre era un genio. Y hay algo que sientes con su música. Una cercanía. ¿Ves cuando escuchas algo y dices: “Esto es casa”? Pues esa es la sensación que a mí me ha dado tanto Soda como Cerati.
¿Se podría decir que Shinova ha comenzado dos veces? Porque cuando uno piensa o escucha a Shinova no se va hasta 2008 y ese primer sonido que era muy distinto al que tiene ahora.
Daniel del Valle: Podríamos decir que el único que ha empezado dos veces ha sido Gabri, porque Erlantz, Froufe y yo nos incorporamos en 2014, 2015, por ahí, Erlantz un poquito antes. El hilo conductor ha sido la voz de Gabri, de esa primera época que mencionas.
Es que, en sus inicios, sus primeros discos, Latidos o La ceremonia de la confusión, su sonido recuerda al de Sôber, por ejemplo, lejos del actual.
G. D. L. R.: De hecho, el primer disco de aquella formación se hizo en los estudios KUE, con Flor; sí que tenía ese sonido. Ni siquiera mi voz tiene mucho que ver. Ni el estilo. Era una formación completamente diferente. Con Eneko, con Xabi, con toda la gente. Con Iñaki, que es nuestro dietista también.
¿Tienen dietista?
G. D. L. R.: Sí…
D. D. V.: Yo no…
(Ríen).
G. D. L. R.: El que fue nuestro primer guitarra junto a Joseba Irígoras, y son todo gente maravillosa con la que, a día de hoy, hay una relación increíble. De hecho, hace nada estábamos hablando con Eneko, el primer batería de Shinova, echándonos un cable, porque él es un cerebro y nos decía: “A nivel de márketing sois vosotros… ¡fatales! ¿Por qué no hacéis esto, lo otro…?”. Nos decía cosas del Movistar Arena. Y si hacéis esto, tal… Y lo que queda de aquella época, sobre todo con la gente, la gran mayoría de la gente que estuvo, es una relación de hermandad. Después ya la banda en serio empieza en 2014.
“Empezábamos a cobrar de la música, no a vivir, a cobrar, a no decir: ‘Tengo que poner pasta’ cuando llegó la COVID-19...”
Shinova
¿Cómo se produce ese cambio? ¿Por qué?
G. D. L. R.: Era una banda completamente deficitaria. Nos encantaba la música, pero llegó un momento en el que dices: “O vamos en serio o no vamos en serio”.
Erlantz Prieto: Y siguió siendo deficitaria (ríe).
G. D. L. R.: Y lo siguió muchísimos años, pero ya entraron Erlantz, Froufe y Dani con otro enfoque. “Vamos a darlo todo, funcione o no”. La diferencia fue esa. También el estilo… muchas cosas que se dieron.
¿En qué momento se dieron cuenta de que Shinova había prendido?
D. D. V.: Siempre comentamos como punto de inflexión la Plaza del Trigo en el Sonorama 2016, pero sí que es verdad que nunca hemos sido una banda con un súper boom, que de repente estés en todos los lados, sino que ha sido algo muy progresivo. Han sido como pequeños escalones que, en el momento, no te das cuenta, pero echas la vista atrás y dices: “Joder, cómo ha crecido esto”. Algo muy de poco a poco, pero podemos hablar de que llegamos donde queremos estar.
G. D. L. R.: Ahora estamos en un momento muy, muy bueno. De mucho curro. Creo que nunca hemos tenido tantísimo trabajo juntos.
E. P.: El fin de gira, la grabación de lo que sale…
G. D. L. R.: En breve, sí…
E. P.: Todo, se está juntando todo.
G. D. L. R.: Y bien. Apenas tenemos tics (ríe), así que bien (sigue riendo).
Gabriel, hace un año hablaba con usted, precisamente, de que El presente llegaba casi de forma inmediata de la gira de La buena suerte, sin apenas tiempo para descansar, y me decía: “Es que tenemos 75 canciones para sacar…”.
G. D. L. R.: Eran 67…
E. P.: Pues ninguna de esas ha jugado. Siguen en un armario, encerradas para 2044 o así.
J. F.: Sí, porque, escucha, todo lo nuevo que se ha preparado ha sido ajeno a esas 67.
¿En serio?
J. F.: Sí, sí. Que mira que podría ser más fácil, ya que las tienes. Pero es que hemos querido hacer otra cosa. Lo hemos querido enfocar de otra manera. Ya iremos desvelando…
G. D. L. R.: Sí, hemos hecho algo completamente nuevo.
Algo que ya se palpa en Todo gira y vuelve. Es Shinova, pero distinto.
G. D. L. R.: Pues se va a ir intensificando la cosa… Y es la idea. Ya lo explicaremos, pero esta es la canción de este proyecto que saldrá y que lo explicaremos.
O sea, ¿Shinova va a volver a nacer una tercera vez?
G. D. L. R.: A ver…
D. D. V.: No, no. No es nuestra tercera reinvención. Simplemente lo que decía Gabri: se abre un nuevo ciclo.
G. D. L. R.: Y artísticamente hemos hecho una cosa que nunca hemos hecho antes, que siempre había rondado por ahí y que ahora hemos visto que se daban las condiciones…
Lo están cebando bien, eh…
G. D. L. R.: Sí (sonríe). La primera vez que grabamos en directo también, y ha sido increíble. O sea que hay muy poca trampa ahí.
E. P.: Sí, porque, normalmente, en el estudio se graba primero la batería, luego el bajo, tal… Vamos grabando capas diferentes y esta será la primera vez que hemos grabado tocando todos a la vez.
G. D. L. R.: Y la tecnología está para utilizarla, por supuesto. Pero yo puedo grabarme una toma que sea un: “Grrblublulubiiigurururu” (imita un sonido gutural, largo, como en un sonido en forward rapidísimo).
D. D. V.: A ver cómo transcribes luego esto, eh (estallan todos en carcajada).
G. D. L. R.: Y la gente lo va a flipar. Pero después dices: “Llévalo al directo”. Y lo que queríamos era eso: una banda tocando canciones en directo, que sonara con esa potencia y esa naturalidad. Y es la primera vez que lo hemos hecho.
“Hemos grabado algo en lo que queríamos ser una banda tocando canciones en directo, que sonara con esa potencia y esa naturalidad...“.
Shinova
¿A ustedes de dónde les vienen las influencias musicales?
D. D. V.: De Spotify (ríen todos).
D. D. V.: De todas partes, en realidad. Yo recuerdo mucho, de niño, el coche, el viaje, y mis padres con un disco que ya fue el último que publicó Pink Floyd, si mal no recuerdo, el The Division Bell, en cinta.
¿Eso le dio a usted las ganas de hacer música?
D. D. V.: Tampoco lo idealizaría tanto, como por haber escuchado aquello en el coche… Supongo que es la suma de todo. Que en casa siempre había mucha música, que hubo un apoyo también familiar para hacer la apuesta. Influencia de mi hermano mayor, que tocaba la guitarra y, al principio, por imitación…
G. D. L. R.: Pero este señor se acabó la carrera de jazz… Muy loco (ríe). Pero es verdad, no todo el mundo te dice: “Mamá, papá, yo voy a estudiar guitarra y piano”.
D. D. V.: Y te responden: “Pa’lante…” (sonríe). Tuve ahí un apoyo grande.
J. F.: No el: “Eso no tiene salida, hijo” (carcajean). Yo en poco en casa también. Mi hermano siempre ha estado loquísimo con la música y yo, con ocho años, escuchaba lo que él. Metallica, Aerosmith…, que lo ponía a tope, y me sabía discos enteros. Cogía el libreto y me sentaba y empezaba a leer la letra. Que no entendía nada, porque era en inglés… ¡pero bueno! (ríe). Y yo creo que de ahí, un poco. Siempre nos ha gustado la música y yo creo que es algo que hacemos que, si no nos dedicáramos a ella profesionalmente, lo seguiríamos haciendo igual, porque es algo que no sabes por qué, pero lo haces instintivamente. El tocar. Lo hacemos por naturaleza.
Gabriel, en alguna entrevista ha confesado que usted comenzó a cantar con el palo de una escoba…
G. D. L. R.: Sí, como tantos. Y por los pósters. Tenía uno de Kurt Cobain, de Guns N’ Roses; Tool no sacaba pósters…, pero (ríe). Y, claro, primero con el palo de la escoba, después con una guitarra desquintada y ahora la toco que, sin que esté desquintada, lo parece, o sea, que algo se quedó (ríe). No… Sí que yo recuerdo esa memoria de ilusión, de saber qué hay detrás de las canciones. De esta gente. Cómo llegan a hacerlas, ahí, a ese escenario. Y me flipaba. Y me flipaba tanto que me grababa mis propios programas de radio y me hacía mis fanzines con fotos de otras revistas y tal. Y no lo veía nadie, pero eso ya a mí.
¿Y cuántos años tenía?
G. D. L. R.: ¡Pues unos 32! (todos se echan a reír a la vez). No. ¿Cuántos? Unos siete u ocho.
¿Y ya escribía sus canciones?
G. D. L. R.: Ya escribía cositas, sí. Y la primera banda yo creo que la tuve con 13 años o algo así.
¿Nombre?
G. D. L. R.: Metralla.
J. F.: ¿Metralla?
D. D. V.: ¿Metralla?
G. D. L. R.: Sí.
J. F.: ¡Hostia puta!
G. D. L. R.: Con 13 añitos, sí.
J. F.: Qué macarra.
G. D. L. R.: Después fue Segui, después fue Dogma, grupo del que me echaron, por cierto, que yo les quiero mogollón, pero es que era malísimo. Normal.
E. P.: Tenías una guitarra que ponía Replicant.
G. D. L. R.: Replicant, sí. Sí, eran todo bandas que duraban dos meses, pero que servían para ir haciendo un poquito esa experiencia que es necesaria del barro, pero también del juego y el disfrute. Y estamos jugando al final. Y era increíble. Y creo que eso, a día de hoy, es lo que debe seguir ahí. Más allá de la industria y todas las responsabilidades que, en teoría, tenemos que tener, que sintamos que esto sigue siendo un juego es súper importante.
E. P.: ¡Es que, claro, yo ya desde que nací estaba rodeado! Mi padre tenía un grupo. Mi hermano… Entonces, desde siempre yo he vivido entre guitarras y cosas, lo que pasa que, hasta los 12, no me puse a tocar. ¿Por qué? Eso: “En tu cumpleaños te voy a pillar una guitarra”. “Pues vale”. Y empecé a tocar y hasta hoy.
G. D. L. R.: Ya después fue: “¡Haz canciones!”. Lo teníamos encerrado en un cuarto para que las hiciera.
E. P.: Era una trampa (carcajean).
G. D. L. R.: Yo el primer recuerdo que tengo de él pequeñito es cantando Pantera. Se escuchaba eso, Red Hot Chili Peppers…
E. P.: Del primer grupo que me hice fan yo sin ser mi padre o lo que sea fue Gorillaz. Yo tenía tres, cuatro años cuando sacaron el primer disco.
G. D. L. R.: El primero es de 1999.
E. P.: Claro, los dibujitos me llamaban la atención, pero es que luego lo escucho todavía y digo: “Eran temazos”. Ayer me compré un vinilo de ellos.
Dani, Froufe, ¿cómo llegan ustedes a Shinova?
Joshua Froufe: Somos hermanos, los cuatro (carcajean). Nada, en serio, vivimos todos al lado y yo ya conocía la etapa que nombrabas antes de Shinova, más macarra. Yo les conocía y, de hecho, era fan. Y conocía a Gabri por verle por locales. Y yo siempre le estaba dando la brasa: “A ver cuándo sacáis otro disco…”.
¿Sí?
J. F.: Sí, sí. Y me decían: “Ya sacaremos…”. Y un día me llamó Gabri: “¿Quieres tocar?”. “Sí”. Y hasta aquí la historia.
Daniel del Valle: No, no, no. ¡Eso no fue así! Dijo: “No sé”.
J. F.: Bueno, igual no me acuerdo bien.
Erlantz Prieto: No dijiste sí de entrada, sino: “Bueno, le voy a dar una vuelta…”.
J. F.: Es que cuando me llamó yo estaba en otras dos bandas bastante a tope y le dije: “Bueno, déjame que me lo piense”. Aunque en mi cabeza era un “sí” (ríe). Colgué y le dije a mi novia de entonces: “Oye, que me ha llamado el Gabri para tocar en Shinova. Brutal, ¿no?”. Y me dijo: “Dile que sí”. “Ya iba a hacerlo” (ríen). Lo que pasa es que al final se van a enfadar los de los otros dos grupos, porque tuve que dejarlos para esto… Pero… no pasa nada.
D. D. V.: Pues en mi caso, el batería que grabó el disco de Ana y el artista temerario, que es un poco la bisagra entre la primera y la segunda época, era un compañero de clase donde yo estudiaba música. Tuve que estar estudiando en Donosti para terminar tocando en un grupo de Durango (ríe), que es donde yo vivo. Me dijo que estaban buscando un guitarrista para sacar los temas en directo y quedé con Erlantz, miramos los temas y hoy estamos aquí (sonríe, tierno). Y han pasado doce años (ríe pleno)…
J. F.: Por enchufe… (carcajean todos tan alto que la risa rebota en el techo, como una canción sin fin).
E. P.: Claramente por enchufe (carcajea solo, de nuevo).
A ver, yo desde que empecé a tocar la guitarra ya me puse a hacer temas. De aquella manera, pero ya componía. Y en esa transición de estas dos etapas… Claro, yo veía las cosas que estaban haciendo y decía: “Pues mira, tengo algo del mismo estilo”. Y yo lo mandaba. Pero sin ningún tipo de intención ni nada. Y en la primera versión de aquel disco, que se grabó unas cuantas veces, yo no estaba en la banda ni nada que ver, pero…
¿Por qué se grabó tantas veces?
E. P.: Porque solo una la hicimos bien. La última.
G. D. L. R.: De la primera versión me encargué yo de la mezcla y la producción y fue un desastre, porque no sabía mezclar ni sabía producir. Entonces eso se notó.
E. P.: Las canciones también tuvieron bastantes cambios de esa fase a la última.
G. D. L. R.: Y Erlantz era otra movida. De hecho, yo creo que era el más reticente a que entrase él.
¿Sí?
E. P.: Yo tenía 17 años.
G. D. L. R.: Sí, porque son muchos años de diferencia y me daba miedo, como hermano, que no viviera cosas que tenía que vivir por entrar con nosotros, que ya teníamos otras edades, que habíamos vivido…
E. P.: Y, efectivamente, me perdí cosas. Porque el viaje de estudios de Bachillerato me lo perdí porque estaba grabando un disco.
G. D. L. R.: Sí (y ese sí le sale apesadumbrado).
E. P.: Sin rencores (otra vez la carcajada general que reverbera). Pero no conozco Salamanca…
G. D. L. R.: Pero tampoco fue para tanto lo que te han contado (la risa de los dos hermanos vuelve a contagiar a los demás).
E. P.: Bueno, una vez tocamos.
G. D. L. R.: Pero sí que es verdad que Erlantz se había trabajado, sin entrar en la banda, había hecho canciones con nosotros y, bueno, fue también muy natural.
“Para cambiar el mundo’ es una canción que a veces nos da pereza tocar pero luego la tocas y dices: ‘Está de puta madre, ¡si es un temazo!”.
Shinova
¿Hay alguna canción de las suyas que les haya llegado a cansar tocar? Leiva dice, por ejemplo, que eso le pasó con Princesas.
D. D. V.: Para cambiar el mundo.
Santi Balmes confesaba aquí en AS que le había sucedido con Incendios de nieve…
G. D. L. R.: ¿Sí?
J. F.: Normal, es una canción horrible (dice, y en su risa a continuación se palpa la broma).
¿Les pasa a ustedes?
G. D. L. R.: Sí, Incendios de nieve es una canción horrible (ríen).
J. F.: Titular…
G. D. L. R.: No, en serio, Incendios de nieve es una de las canciones de nuestras vidas, yo creo.
E. P.: Pero sí que es verdad que, al final, no se vive igual desde dentro. Tú estás ensayando esa canción, estás tocando. Y la prueba de sonido y tal. Y es que, encima, Para cambiar el mundo no lo ha dicho Dani porque sí. Esto se ha comentado cuando hicimos el videoclip…
D. D. V.: Fueron 700 tomas.
J. F.: ¡Y yo el que más!
E. P.: Creo que siempre salía porque cuando lo hacía cualquiera de nosotros, él estaba detrás tocando la batería, más los planos suyos.
J. F.: Así que es verdad que es una canción que nos da pereza a veces tocar, pero luego la tocas y dices: “Está de puta madre, ¡si es un temazo!”.
E. P.: Pero es que es una canción que funciona muy bien.
G. D. L. R.: Claro, la ves en el repertorio y dices: “Uh, otra vez”. Pero llega el momento de tocarla y lo disfrutas.
D. D. V.: Y dices: “Uh, otra vez” (ríen a coro).
Gabriel, ¿se podría decir que usted es el vocalista de este país con más colaboraciones con otros artistas y grupos? Yo particularmente debo darle las gracias porque, por la de Europa, descubrí a Ultraligera, grupo que particularmente me arroba por su sonido y sus letras…
G. D. L. R.: ¡Cómo para no!
Pero esas colaboraciones hablan de su generosidad. Porque tiene feats con artistas consagrados, Morgan, por ejemplo, de los últimos, o desconocidos, como en ese momento cuando colaboró con Europa, cuando Ultraligera aún no lo era tanto.
G. D. L. R.: Creo que estoy a tres colaboraciones de Iván Ferreiro ¡y lo tengo que superar! (dice, con la voz cosida en la broma). A ver, al final, creo que si personalmente me gusta una canción, me da igual todo lo demás. Los números, todo. Por ejemplo, Ultraligera. Recuerdo que me llegó Europa y la escuché y tú ahí ya ves que hay algo diferente. Cuando algo te está emocionando, tú quieres formar parte de eso. “Yo quiero cantar aquí”. Cantar aquí y no cargarme la canción, porque hay veces que sí que me han llegado cosas que es como: “Mira, es que yo aquí no puedo aportar nada. Ya es buenísimo”. Estaba pensando en el caso de alguien muy conocido, que se lo dije: “Mira, es que la voy a estropear”. Pero cuando veo que sí puedo aportar algo, porque creo que la música es compartir, que estamos para eso.
¿Su concierto con menos oyentes?
E. P.: A Coruña, 2016.
J. F.: Sala Tartufo.
E. P.: Te lo estás inventando.
G. D. L. R.: Ahí hubo más gente.
E. P.: En el que yo digo hubo ocho personas.
D. D. V.: ¡Sala Garufa!
¿Cuándo pudieron comenzar a vivir de la música?
D. D. V.: Creo que mañana.
J. F.: ¡Nunca!
(Ríen).
E. P.: Pues empezamos, quizá, antes de la pandemia. En 2019.
D. D. V.: Con mucha ilusión… (y en lo que duran sus puntos suspensivos vuelven a reír todos a la vez).
J. F.: ¡Y luego llegó la pandemia!
D. D. V.: En el momento en el que empezábamos a cobrar la música, no a vivir, a cobrar, a decir: “No tengo que poner pasta…”, llegó la COVID-19.
G. D. L. R.: Y después de la pandemia, que pensábamos que ya todo iba a estar perdido, fue de repente cuando nos pagaba las facturas. Y dices: “Parece increíble”. Pero fue así. Y ya cuando dejamos todos los curros… Bueno, Froufe sigue.
J. F.: Sí. En una tienda de instrumentos musicales que es la mejor de España. ¡Chirula Music!
G. D. L. R.: Porque le apasiona.
J. F.: Y nos viene bien. Cuando necesitamos material lo tenemos a mano (ríe).
La última. En los últimos meses, el nombre de Shinova ha estado envuelto en polémica por la salida de Ander Cabello, bajista y miembro fundacional también. ¿Cómo han vivido eso?
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G. D. L. R.: Es algo que está en el pasado y lo que quede en el futuro se llevará por las vías adecuadas, poco más que añadir.
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