Granada rinde pleitesía a Los Planetas

El festival Hiper H homenajeó este sábado a los popes del indie patrio a través de secuaces, discípulos y un colofón total con J y compañía. Un buen día.

Granada rinde pleitesía a Los Planetas
Carlos Forjanes
Nació en Madrid en 1982. Desempeña desde 2007 en AS las funciones de redactor primero en la sección de Fútbol y poco después en la del Real Madrid. En ella ha cubierto, entre otros torneos, tres finales de la Champions League. También forma parte del programa ‘Tres de Descuento’ en el Twitch de AS y presenta el espacio ‘Fútbol Sapiens’ en AStv.
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Si La Alhambra es el patrimonio material más inmortal y visitable de Granada, su patrimonio inmaterial más disfrutable, caña y tapón a un lado, son y serán Los Planetas. El alfa y el omega (no el de Morente y Lagartija Nick) del indie en la ciudad nazarí como un Big Bang que se nos llevó a todos por delante con el Super 8 de los granadinos allá por un lejano 1994 pero la onda expansiva de aquello se siente más que viva tres décadas después. Es lo que se pudo ver, oír y sentir el pasado sábado en el festival Hiper H en Armilla, un círculo concéntrico al corazón de Granada.

Un homenaje a la par que tributo a aquel disco seminal y como extensión del álbum editado por Casa Maracas en 2024 (Super H: Homenaje al Super 8 de Los Planetas) en el que diferentes artistas, desde amigos a discípulos y hasta herederos, se adentraron en recrear esa primera obra planetaria. Muchos de ellos ejercieron como preámbulo musical antes de que Los Planetas cerraran este festival con un Cumpleaños Total que sirvió de fiesta definitiva sobre el escenario con esos secuaces, discípulos y hasta herederos y también con el público, granaíno y foráneo, para los que J y sus compinches son un himno generacional perpetuo.

Pero no nos adelantemos. Porque la cosa comenzó mucho, mucho antes. La Super Party como la definió el propio festival dio pistoletazo con Edu Requeijo (que versionó Manchas Solares) y se adentró aún más en la tierra con unas granaínas y hermanas pequeñas como Las Dianas (pasearon Brigitte) y de ahí a esa conexión con la Argentina que tan desarrollada tienen Los Planetas a través de Él Mató a un Policía Motorizado (y también con 107 Faunos) en la carne y los huesos de Santiago Motorizado con Estos Últimos Días. Pero fue en la cuarta embestida, la de Triángulo de Amor Bizarro en la que todo se puso como ellos, bien bruto. Con su acelerada, radiactiva y bestial versión de La Caja del Diablo ante la mirada aprobadora (pese a la gorra y las gafas de sol) de J desde la parte trasera del escenario. Los gallegos por cierto siguen exprimiendo esa maravilla que es Sed mientras dan los últimos retoques a la grabación de su nuevo disco. Expectación, de nuevo, máxima.

La pelota, con las costuras saltadas por los guitarrazos de los TAB, llegó a dominios de Los Punsetes, sonoramente los más deudores de Los Planetas de todo el cartel. De largo. Y con mucha mala follá, pero en su caso de los bajos fondos madrileños. A ellos les tocó la china de los problemas con el sonido durante medio concierto, con Ariadna abandonando varias veces su posición hierática para pedir ajustes en varias canciones. Aún así todo había mejorado para el momento de atacar Desorden y para poder cerrar con clásicos propios como Maricas, quizá la canción más punsetiana ever.

Obviando el lugar preponderante para Cala Vento como precursores inmediatos del concierto más esperado, y eso que lo bordan con su visión en catalá de Si está bien, para triunfadores, si alguien puede recibir ese calificativo en un sábado por y para Los Planetas, otros venidos desde la A-4: Alcalá Norte. Su disco de debut lo tienen interiorizado y trabajado con tanta soltura que hacen olvidar que son un grupo novel. Álvaro Rivas, Barbosa y compañía te recuerdan que The Cure son la mejor banda de los ochenta, se desplazan por tu cara abofeteándote con mensajes incómodos (“La sangre del pobre es pus...”) y se cuelan por tus oídos para gobernar tus pies con gemitas pop protagonizadas... por Joseph Goebbels. Y de postre, tienen el valor de hacer muy suya 10.000 hasta en el título, modernizado a 10K. Lo suyo, de hype, nada.

Granada rinde pleitesía a Los Planetas

De la mano de Los Planetas

Completo el homenaje de la clase, los maestros. Con Eric Jiménez (lo que se nota cuando no está tras los bombos planetarios...) aporreando a machete el inicio de Segundo Premio y un acordes que saben a gloria, arrancó ese cosmos tóxico y emocional que caracteriza al grupo y narcotiza a los que se entregan a su magia negra. Que desde la Leyenda del Espacio (2007) se desanglosajonizó para meterse como Alicia en la madriguera del flamenco y la música popular granadina por más señas y andaluza por extensión. Desde lo más cercano a la ortodoxia (incomensurable Señora de las Alturas) a lo popero (qué bien encajó Espíritu Olímpico), el influjo de Los Planetas embruja.

Con J echando más humo (de tabaco) que la chimenea de la antigua azucarera remolachera que resiste en la feria de muestras de Armilla, el setlist tocó de todo menos del Super 8. Aunque infiltrasen temprano Qué puedo hacer. Ya lo habían cantado el resto de invitados, para qué insistir, debieron pensar. Y por ahí aparecieron, como si fuera Sierra Nevada, cumbres de su discografía de ayer (Corrientes circulares en el tiempo, Santos que yo te pinte...) y del más ahora, donde Islamabad sigue erguida como su última canción monumental y en la que Álvaro Rivas, a su manera en combustión también, apareció para hacer de Yung Beef. El cantante de Alcalá Norte personificó la comunión colectiva de Los Planetas con el mundo y el mundo con Los Planetas. Un grupo a veces esquivo, otras enigmático, pero todo un imán para quien se atreve a entrar en su órbita.

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Y en un gran día, sonó Un buen día. Tenía que pasar.

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