CRÓNICAS

El mundo es vuestro, Fontaines D.C.

Los irlandeses pusieron del revés el WiZink madrileño y confirmaron su candidatura ser el gran grupo de su generación. Un romance con su público en toda regla.

Grian Chatten, vocalista de Fontaines DC, durante su actuación en el Wizink de Madrid.

Si dice eso de que tal o cual banda es the next big thing que el término, por desgastado, ha quedado en algo casi hueco. Pero, de vez en cuando, hay artistas que cumplen con la etiqueta y la sobrepasan. Los irlandeses Fontaines D.C. asaltaron definitivamente la escena británica (y buena parte de la europea) en 2022 con esa maravilla que fue Skinty Fia y agrandaron su impacto con el reciente Romance. Su presentación este pasado sábado en el WiZink Center de Madrid fue la confirmación de que podemos estar hablando del mejor grupo de su generación. Por talento, por actitud, por puesta en escena y por capacidad de conexión con el público. Aunque aún mantengan un punto distante, pasota, en Madrid pusieron del revés a un público con una media de edad más en la veintena que en la treintena. Una fórmula indie con reminiscencias clásicas que encaja como un guante con las preocupaciones postmillenial de Grian Chatten.

Ante todo, vuelven a colocar a Irlanda en el epicentro musical como probablemente no se vivía en la isla desde U2. La tricolor asomó en la platea y también en el escenario, con el luminoso con el nombre del grupo a veces verde, otras verde, blanco y naranja. El DC del nombre es por Dublin City. Lucen, por si no se viera bastante que hacen patria, un pequeño tatuaje de un trébol, el símbolo por excelencia irlandés. Chatten ni siquiera pierde el acento. Y aún así, son universales. Su show madrileño comenzó como comienza su último álbum, con ese Romance que suena a amor retorcido en un parque de atracciones fantasmal.

Un setlist casi de orfebre. Rápidamente metieron el bisturí en retroceso cronológico. Jackie Down the Line metió vida al concierto, dos cortes de A Hero’s Death (2020) como la eléctrica Televised Mind y A Lucid Dream remataron el arranque de la faena. Para entonces ya se habían resuelto dos dudas: estos Fontaines D.C. no mostraban el cierto desdén que se les vio en alguna otra visita española y aún mejor, que su directo y su sonido está más que listo para los grandes escenarios.

Una sensación que ni siquiera decayó cuando se vino alguna pieza más sosegada, como la preciosa Sundowner, esa reminiscencia a The Smiths que es Bug y que hasta mejoró cuando se atrevieron con una versión de Tesoros, de Antonio Vega, cantada por el guitarrista Carlos O’Connell. Para entonces, todo el grupo iba más que engrasado, con mención especial para la poderosa batería del multitatuado Tom Coll.

Romance completo

A lomos de Horseness is the Whatness y con joyitas de Skinty Fia como Nabokov, el sexteto se dirigió la recta de meta con un bis glorioso. In The Modern World estableció la presentación, la magnética I Love You desarrolló el nudo y el desenfreno para el desenlace lo disparó Starsburster. Cada “I’m gon’ hit your business if it’s momentary blissness” del estribillo se vivió a puro salto. El flechazo con Fontaines D.C. sigue y Cupido sigue expandiéndolo.

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