De Zatu a Gazir y del ave Fénix al obligado renacer: dos décadas de Red Bull Batalla en España
La Nacional que este año acoge Barcelona está marcada por una efeméride que refleja el crecimiento y la resiliencia de una cultura que nació en la calle y terminó llenando estadios.


Era 2005 y el plató parecía el de una televisión local de poca monta. Un grupo de locos agarraba un micrófono y, con sumo cuidado para no pisar el cable, se partían de risa mientras elucubraban sílabas y deconstruían vocablos: empezaron a brotar palabras, como chispas en las piedras de aquel que descubrió el fuego, y de sus rimas nacieron versos. Allí todos aplaudieron, pero muy pocos fueron conscientes de lo que verdaderamente había ocurrido: habían asistido al nacimiento de las batallas de rap profesionales en España.
Aquel evento se lo llevó El niño güei. Zatu. La mítica voz rota de SFDK se llevó el oro tras imponerse a Bha en semifinales y superar a Ehler Danloss en la final, convirtiéndose el primero de estos duelos en un clásico instantáneo. En el corro de participantes, unos jovencísimos Jodido Pelirrojo, Kabuto, Elio Toffana y Dano, a quienes la música aguardaba caminos distintos y especiales. El rapero sevillano no pudo asistir a la Final Internacional, y e su lugar acudió Ehler, quien claudicó en semifinales —réplica mediante— frente a El Niño en una batalla que la noche puertorriqueña jamás olvidará y que terminó coronando a Frescolate como el primer monarca de la disciplina hispanohablante.
Los sucesos de 2005 fueron el germen del ascenso de un movimiento hasta entonces puramente underground y, en muchas ocasiones, discriminado. Un año más tarde se llevaría el oro Rayden, quien enfrentó a Joanarman en la final, quien venía de causar un terremoto en la Sala Fabrik de Madrid tras su batalla con Criterioh. El ingenio del madrileño le permitió volar a Colombia; tras superar un mal de altura y una fiebre galopante, Rayden se hizo grande, batió al local (Candy Man) y a uno de los favoritos (Tek One) y, de forma ajustada y épica, se convirtió en el primer campeón español de la Internacional de Red Bull Batalla.
El panorama vivió, quizá, su primer salto de masas, que no es, en ningún caso, equiparable a todo lo que estaba por llegar. En 2007, Noult, quien había participado en los dos años anteriores, ganó a JandJ la final de la Nacional y dio un papel relevante en la competición mundial, donde fue únicamente superado por el campeón de aquella edición: Link One.
Luego vinieron 2008, Piezas y el año en el que el freestyle cambió para siempre: aquella edición, la del Teatre Grec de Barcelona, fue la de la voltereta de Invert, la de Skone y su picaresca arrebatando la victoria a McKlopedia; la del todos contra Brock y la de la imaginación desmedida de Chester. Jaloner, Shintoma, Mc Lito y Mowlihawk. La generación dorada de las batallas. Aunque el rapero murciano se impuso en la ciudad condal, perdió en la Internacional frente a Vendetta, que no era sino el propio McKlopedia, tras dos réplicas en un combate icónico que marcó el inicio de una rivalidad histórica en el circuito.
Muchos de aquellos freestylers repitieron en 2009, que fue cuando Arkano se convirtió en campeón de España con 15 años. El alicantino clasificó a la Gran Final, un evento especial que reunió a varios campeones internacionales, que otorgó al público una segunda entrega del ‘Piezas vs McKlopedia’ y que, no sin polémica, terminó por llevarse Noult. Y luego se bajó el telón. Parón de cuatro años y el freestyle se dividió en lo que puede entenderse como el Antiguo y el Nuevo Testamento de las batallas.
Cuando Red Bull fue el ave Fénix
Regresó la disciplina en 2013. Y con ella, una ingente cantidad de nuevos competidores encabezada por un chico capaz de convertir palabras en apisonadoras: Chuty. El de Entrevías se llevó la Nacional y, aunque cayó en la mundial con Jony Beltrán (lo que dio pie a otra histórica rivalidad), que a la postre ganaría Dtoke, dejó en el panorama el poso de que una estrella había nacido.
El freestyle crecía ahora de manera descontrolada. En 2014 Invert cumplió su sueño y, tras una mítica batalla contra Skone en semifinales, se coronó como campeón de España. De fondo, la playa de Cádiz. En la Internacional terminó de explorar los rincones oníricos de su imaginación y se alzó con el trofeo de campeón Internacional en Barcelona. Camino bastante similar el de Arkano en 2015: tras imponerse en Alicante, viajó a Chile y tumbó a Dtoke, Aczino (dos veces) y Tom Crowley para reencarnarse como leyenda de la disciplina.
La noche valenciana de 2016 en la que Skone se alzó por fin con el oro fue, además, la que bañó de agua y desesperación el regreso de Chuty. España ya era una potencia en el freestyle, pero se consagró como la más fuerte del panorama al culminar el rapero malagueño su hazaña en tierras peruanas: dejó atrás a Tom Crowley, Papo, Arkano y Jota en un auténtico ejemplo de resiliencia y lucha contra el silencio de una asfixiante localía.
Y al siguiente año Chuty no tuvo piedad. La Nacional de 2017 fue, en resumidas cuentas, una masacre protagonizada por el de Entrevías. Dejó al panorama congelado cuando, en primera ronda de la Internacional, perdió contra el dominicano Yenky One en una batalla cuyo resultado es ampliamente considerado uno de los más injustos de la historia. Un año más tarde, en el mismo Movistar Arena de la capital en el que un calendario atrás había hecho historia Chuty, Bnet entró como reserva y se fue como campeón: voló a Argentina y sorprendió al planeta. Solo fue superado por Aczino, entonces vigente campeón, que volvió a repitió final con Wos en uno de los enfrentamientos más emblemáticos de la competición y que, en este caso, dio como ganador al argentino.
La de 2019 fue la ejemplificación de que Zasko, si goza de un buen día, es aspirante a todo. El alicantino se llevó el oro en una Nacional que acogió el campo del RCD Espanyol —ejemplo del crecimiento numérico que había experimentado el público de las batallas— tras ganar a Tirpa, Errecé, BTA y Sweetpain. En la Internacional, aunque perdió contra SNK en cuartos, terminó alzándose con el trofeo un español: Bnet, que había sido podio el año anterior, se consagró como campeón y rostro principal de la disciplina.
La pandemia y un renacer obligado
Quien se llevó el gato al agua en 2020 fue, de nuevo, Skone. El año de la pandemia estuvo marcado por un escenario cubierto y sin público que mudó a un croma verde en una Internacional en la que el malagueño, otra vez, llegó a la final. En esta ocasión la moneda cayó del lado de Rapder. Un año después regresó el gentío a las gradas. Y el mundo conoció a un joven Gazir, que tras dos nacionales de buen desempeño se convirtió en campeón de España. Quiso el caprichoso destino que perdiera la Internacional contra Skone, quien, de nuevo, claudicó ante un mexicano en la final: Aczino se convirtió aquella noche en Chile en bicampeón internacional de Red Bull.
La de 2022 fue especial. El hombre dio un puñetazo de voluntad a la casuística y la insistencia y el buen nivel recibieron su premio: Blon dejó de ser el rey sin corona para transformarse en campeón nacional. En aquella Internacional hizo las maletas en octavos, pero Gazir, decidido a ganar, logró llegar a la final, donde se estampó con el infranqueable muro del público mexicano y de un excelso y tricampeón Aczino.
Debió sonar un golpe encima de la mesa. Chuty acometió su segundo regreso en 2023 y, literal y literariamente, invitó al resto de participantes a pernoctar en la luna de Valencia. Ganó su tercera Nacional y se sacó una espina histórica al imponerse a Aczino en Colombia y ganar su primera Internacional de Red Bull Batalla. Lo de 2024 fue un flashback de Cádiz, del escenario azul y de Invert que, una década después, vio reinar, de nuevo, a Gazir. En la Internacional, el joven asturiano y el veterano de Entrevías protagonizaron un desenlace insólito e histórico que terminó con ambos competidores compartiendo corona y que, ni en el entrante ni a la postre, agradó a ninguno.
La ciudad condal aguarda una edición especial. Barcelona, de tintes eclécticos y colmada de contrastes, acoge una Nacional que está marcada por la efeméride y por el regreso del hijo pródigo: Bnet. Dos décadas separan el evento de 2025 de aquella bendita y lírica insensatez que un puñado de locos protagonizó en Madrid en 2005, cuando el escenario de Red Bull parecía poco más que el plató de una televisión local de poca monta.
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