“Cuando gana el Atleti yo miro al cielo y se lo cuento a mi padre”
Rubén Pozo es historia de la música. De ‘Buenas noches, Rose’ al solitario pasando por ‘Pereza’. Y resulta un gustazo hablar con él. Tan auténtico, tan sensato, tan puro. Habla con AS a propósito de su último disco, ‘50twon’. Y del Atleti, claro.


Es inevitable que Rubén Pozo (Barcelona, 1975) no te caiga bien según le conoces. Bien de genial. Bien de verdad. Es de esas personas auténticas que solo te dan ganas de abrazar. Y escuchar. Pura sapiencia. Energía. Uno de esos genios de la música que todo lo que toca queda para el mañana. Formó parte de esa banda hoy de culto, ‘Buenas noches, Rose’, de aquella de éxito con Leiva, ‘Pereza’, lleva 11 años en solitario. Tocando la entraña con sus canciones.
50town es su último disco, el quinto de estudio, solo. Recorrerá 29 salas de España hasta abril, semillando con su guitarra himnos como fue aquel ‘Madrid’ con ‘Estamos como queremos’ o ‘El puto amo’. Porque Rubén hace años que escapó del ‘otro de Pereza’. Comparte con Leiva el Atleti, esa pasión para siempre, pero Rubén es Rubén Pozo y sus canciones te cuentan, nos cuentan. Entre escalofríos. Y mucha sapiencia.

Ha modificado la palabra ‘cincuentón’. Ahora es ‘50town’…
(Ríe) Voy ahora mismo caminando por la calle y no sé cuántos tengo. ¿23 años? Pero luego me miro en un espejo o el DNI y digo: “Hostia, ¡50! ¡Eres un cincuentón!”. Qué mal me entraba esa palabra. Y dije: “Cincuentón, cincuentwon… ay, mira, voy a llegar a la ciudad de los cincuentones, la 50twon…”. Hice una canción de ello y todo empezó por ahí. Pero, como dicen, la edad es solo un número. Y nosotros somos de letras.
Dicen que los 30 son los nuevos 20; los 40, los nuevos 30. ¿Y los 50, qué nuevos son?
Los 50 no son nada. Es un lienzo en blanco. Ya hemos pasado lo nuestro, podemos hacer lo que nos dé la gana y nos importa un pito lo que piensen los demás.
En el disco hay una canción que se titula “Estamos como queremos”. No sé si resume lo que acaba de decir.
Sí, pero no he hecho un disco conceptual. Me dicen en entrevistas también eso de: “Estás como quieres, Rubén…”. La canción viene de un día que vinieron unos colegas a casa, estábamos tomando unas cervezas y, cuando llegó mi chica, ya llevábamos tres o cuatro, y nos dijo: “Joe, estáis como queréis”. Me hizo mucha gracia, necesitaba un estribillo y lo pillé de ahí. Porque a veces le robo frases a la gente. Por la calle. O en este caso a mi chica.
“Sigo enamorado de las canciones, de la vida, de mi guitarra, mis amigos, mi chica, de salir de gira”
Rubén Pozo
Hábleme de este disco, su quinto de estudio. ¿Qué le diferencia de los anteriores?
En lo técnico está grabado en seis días, en los estudios Casa Murada de Tarragona. La producción es de Ricky Faulkner, que también ha tocado el bajo y, sin ser un disco conceptual, supongo que es inevitable que, cuando escribes canciones, se cuelen cosas de tu presente. Pues es verdad que me siento estupendo y puedo con todo si hago una canción como ‘El puto amo’. Otro día echo de menos a mi padre fallecido y escribo ‘Los que ya no están’. Hay uno que estoy con los amigos celebrando tranquilamente en casa, tomando unas cervezas, pasa lo de mi chica y se me ocurre ‘Estamos como queremos’. No sé. Un día tengo problemas con la voz y digo: “¿Por qué pienso ahora tanto en la voz y en cómo canto cuando antes lo hacía sin pensar en nada y era todo felicidad?”. Y hago “Cantar, cantar, cantar y nada más”. Y quizá todo queda englobado en la canción de ‘50twon’, que es la que titula el disco, la gira y lo abre: “A mitad de la partida y aún con vida”. Un verso totalmente optimista, porque no estoy en la mitad, pero ojalá vivir cien años; tampoco es que lo necesite. Llevo un poco más de la mitad. Sigo enamorado de las canciones, de la vida, de mi guitarra, mis amigos, mi chica, de salir de gira. Enamorado de la vida aunque a veces duela, como decía Kiko Veneno de Camarón.
“Ahora tengo menos vergüenza de enseñar mis canciones, de ponerme delante de un escenario, de escribir según qué cosas; creo que me he aceptado como músico y persona”, dijo en una entrevista. Es una reflexión muy sensata.
Tiene que ver con lo que te comentaba: a estas edades es lo que toca. Un día te vas a morir y no quiero pensar en las mil cosas que me han quedado por hacer o que no me atreví a hacer por miedo, vergüenza o pudor. Tampoco es que haya que ser un kamikaze o un descerebrado, pero hay muchas cosas a las que les damos vueltas y que, a lo mejor, no hacemos por eso, por miedo, por vergüenza, por el ridículo. Y yo hago canciones y no me quiero dejar nada en el tintero. A veces escribo y no sé muy bien qué; a veces lo entiendo dos años después… Las canciones tienen vida propia. Yo hago mi piececita de arte de tres minutos, de arte popular, y, si hay una canción que me gusta, la voy a sacar, aunque digan: “Pero mira lo que estás diciendo aquí”. Bueno, es arte, yo puedo decir lo que quiera. Trato de no autocensurarme demasiado o de que no me autocensuren mis miedos y vergüenzas. El arte no es complaciente. A veces pica, y está bien que lo haga, ¿sabes? El creador tiene una responsabilidad. El artista pone un espejo delante de la sociedad para que reflexione. Si ahora no queremos reflexionar… Oye, si no te gusta, no la consumas.
Usted comenzó a tocar con 12 años. En una familia sin músicos.
Pero mi padre tenía muchos vinilos. Pop, rock inglés y americano de los 60 y los 70. Los Beatles, The Who, los Rolling, Pink Floyd, Talking Heads… un melómano. Y, si bien no tocaba nada, yo de niño tuve acceso a una gran discoteca. Eso mi padre y, por una casualidad de la vida, en mi casa había una guitarra española de mi madre, de cuando era joven, que no había tocado en la vida. Alguien se la había regalado. Y estaba ahí como de adorno, en una esquina del salón (ríe). Y yo empecé a escuchar música y me enamoré de la guitarra eléctrica, pero como no tenía, cogí esa. Le quedaban tres cuerdas; tuve que comprar las demás y las puse sin saber cómo se hacía…
Guau.
Ahí empecé a tocar. Era mi ilusión. Me encantó la guitarra, quería tocarla y no sabía cómo se hacía, pero poco a poco fui aprendiendo. Luego vas hablando con gente del barrio: “Ay, yo también toco”. Y quedas con uno una tarde, vas a su casa y se sabe un acorde, tú otro, se comparte… En esos tiempos, antes de los tutoriales de Internet, era así. Una cosa muy social. Tú aprendías de los demás y, de lo que no sabías sacarte de oído, pues había un vecino que también estaba chapurreando con la guitarra y sí sabía.
Y con esa mezcla de “tú me enseñas, yo te enseño” es como nace “Buenas noches Rose”.
Totalmente. “Buenas noches Rose” son los amigos del instituto. Tuvimos mucha suerte, en una época en la que para grabar un disco te tenían que fichar, porque muy caro entrar en un estudio. Ahora está en un móvil al alcance de cualquier chaval o chavala. Tuvimos mucha suerte de poder dejar de estudiar, que no nos interesaba nada, y grabar un disco, y dos, y tres, y girar por toda España en una furgoneta, y fuimos muy felices. Y dicen: “Bueno, pero la cosa no explotó”. No sé… Es que ya hubiera sido la hostia (ríe). Fue muy bonito. Tuvo que ser así. Echando la vista atrás digo: “Qué suerte tuvimos y qué bien nos lo pasamos”.
Precisamente, en los últimos tiempos se ha hecho un documental y se está poniendo al grupo en su lugar en la música, aunque no terminase de explotar. Carlos Marcos, periodista de El País, titulaba un artículo al respecto: “La historia del mejor grupo español de los 90 que nunca lo fue”.
Se ha quedado como grupo de culto y eso también es muy bonito. Siguiendo con la suerte que tengo, luego tuve otro grupo que se llamaba Pereza, que vivió el éxito. Entonces he vivido el grupo de culto y el grupo de éxito. Y ahora estoy en solitario. Y digo: “Joe, no me puedo quejar”. Y lo mío lo hago muy tranquilamente, y soy afortunado de tener gente ahí que me ha pillado el rollo con mis canciones y que paga un ticket cuando voy a su ciudad y viene a vernos a mi banda y a mí. Me siento un afortunado de todo mi pasado profesional, de mi carrera, que no ha sido más que juntarme con amigos que estábamos enamorados de las canciones, ponernos a componer juntos y tratar de sacar adelante un sueño.
Usted ha estado en todos los lugares en los que un músico puede estar. Arriba, abajo, underground. Tocar el cielo. Volver a empezar... ¿Por qué después de Pereza?
Para mí el termómetro fue: ahora me pongo en solitario pero porque me salían canciones. Canciones que quería enseñar al mundo, canciones que me había ayudado a mí a hacerlas, que me habían venido bien, y me di cuenta, al sacarlas, que también había gente a la que le hacían bien. Por sentirse acompañada, porque estoy hablando de un momento complicado para mí y alguien lo reconoce: “Hostia, yo estoy ahí, gracias por esta canción”. El tablón que está flotando en el mar después del naufragio. No sé, es de las cosas bonitas de hacer canciones: que alguien conecte. Y principalmente fue por eso. Pues vamos a ver si hay el público suficiente ahí delante que me pueda permitir seguir haciendo esto. Y así llevo 12 años, agradeciéndole a mi pequeña legión de fans, de seguidores, o de amigos que no conozco.
Eso de “amigos que no conozco” está bien, ¿eh?
Estoy sembrado hoy (ríe). Pues eso: me permiten seguir haciéndolo. Yo tampoco necesito mucho. No necesito que me vengan a buscar con una limusina. Ya voy yo adonde hemos quedado con la furgo, no pasa nada. Está todo bien. Me encanta tocar, sigo enamorado de tocar, de subirme con amigos a una furgoneta, de grabar discos. De, no sé, decir: “Gracias por todo, esperamos veros en el próximo tour, gracias”.

Decía precisamente una vez, a propósito de esto: “He tenido dinero y lo he pasado mal”.
Ah, bueno, es que te trae un montón de problemas, el dinero. Con el dinero hay dos cosas: el no tenerlo o el tener demasiado. Lo mejor es el punto intermedio. Claro, cuando estás pelado y alguien dice eso, piensas: “Este es gilipollas”. Pero lleva muchos problemas, el dinero. Y la verdad, joe, a mí, que me dé para mantenerme y para alimentar a mi familia, que no les falte nada… “Pues oye, hijo, no puedo comprarte una moto, pero aquí tienes tu plato de lentejas y un chándal nuevo que necesitas para la escuela”. Yo con eso soy más que feliz, no necesito más.
La mayor publicidad que alguien le ha hecho al Diario AS es Pereza con la canción de “Princesas” y ese estribillo: “Sigo flipando cuando veo mi cara en el AS”.
Es que Guti nos sacó en una portada. Le hicisteis un reportaje y dijo: “Yo lo hago con estos chavales, que me encanta su música”. Tuvo un gesto muy bonito con nosotros, y una portadaza. Fue muy bonito eso. Y Leiva, a partir de eso, cuando escribió “Princesas”, le dio ese verso.
Suena en todos los bares de toda España. No hay mayor publicidad para este periódico que aquello.
Yo la tengo, la tengo en casa. La portada.

Un Leiva que, en una entrevista hace poco, decía que había llegado a cansarse de esa canción.
Ah, sí. Bueno. No sé. A mí hay canciones suyas que me gustan más que esa, pero el público tiene la última palabra. Y da igual lo que piense el que ha hecho la canción. El público manda y elige, y nadie sabe lo que puede pasar con una canción hasta que sale un disco y la gente va a la que le gusta.
Muchas veces hay canciones que funcionan y que al propio artista le sorprenden.
Pues no sé… tirando del mismo disco, Animales, el tercero de Pereza, que es la canción 11, “Madrid”, pues, de repente, la conoce todo el mundo y a todo el mundo le gusta un montón, sin haber tenido un vídeo ni sonar en la radio ni nada. Y siento un poco que es una de esas canciones que no estaba en los planes que fuera como una especie de himno. ¿Has visto cómo meto mi cuñita ahí, mi promo, con el mismo disco, con Pereza? (carcajea).
¿Qué supuso volver a subirse a un escenario en el Movistar Arena con Leiva?
Fue una cosa muy bonita, un reencuentro muy bonito, lo pasamos muy bien. Tuvimos la clarividencia de dejar la banda antes de enfadarnos personalmente y lo hicimos muy bien. Fue una cosa más musical: “yo quiero tirar por aquí”, “yo por allá”, “ya no componemos juntos…”. Pero seguías quitando la hojarasca esa, y ha pasado tiempo, han pasado años, y es como: “Joe, si es que nosotros nos lo hemos pasado de puta madre siempre”. Somos amigos. No colegas: amigos. Es la verdad. Él siempre me tendrá aquí para las malas, y yo le tendré para las malas. Y para las buenas también. Somos amigos, y los amigos hacen las cosas así.
“Tuvimos la clarividencia de dejar la banda antes de enfadarnos personalmente y lo hicimos muy bien. Fue una cosa más musical”
Rubén Pozo
¿Cómo está usted de salud?
Yo, bien. No sé muy bien qué pasó, pero estuve dos semanas ahí a 40 de fiebre. No me funcionaba ningún cóctel intravenoso y tenía algo en el pulmón, como líquido, y el Covid. Sí que vi como unas orejitas al lobo, porque nunca había estado ingresado, y dije: “Bueno, oye, a lo mejor tienes que fumar menos, moverte más, no ser tan trasnochador… Igual es como un toque: empieza la era de los hospitales y a lo mejor tienes moviditas. Tú sabrás”.
¿Y ahora trasnocha menos?
Mmm… no. Bueno, ahora me sobo sin querer. Es que yo trabajaba mucho de noche. Lo que hago ahora es que, en vez de estar hasta las cuatro, estoy hasta la una y media, pero por estar menos tiempo no es que haga menos. Me cunde más.
Se ha ido del centro de Madrid: Amaral se ha ido, Surma de Niña Polaca… ¿Por qué ha sido su caso?
Yo llevo 12 años viviendo en las afueras y estoy feliz. Me levanto por la mañana, doy una vuelta con los perros por el campo, veo un par de corzos, conejos, a veces un jabalí, y vuelvo y empieza el día. También te digo: tengo 50 años y me encanta. Con 22 me vuelvo loco en el campo. Muy bonito los dos primeros días, pero a la semana digo: “Me cago en la leche”. Pero bueno, hay momentos para todo. También, no sé, a nivel económico, esta ciudad —Madrid—, puf… está imposible. Y luego tampoco es lo mismo. Madrid es muy bonito, pero cada vez es más un decorado para que lo fotografíen los turistas. Y dices: “Bueno, está muy guay”. Ahora estoy en Madrid, he venido y estoy paseando por aquí, es precioso. Pero cada vez hay menos madrileños. Una carambola de la vida: tengo una casa donde me he podido fabricar un estudio, donde maqueto las canciones, voy a ensayar con la banda, mi espacio de música. Y lo más importante: he dejado de molestar a los vecinos. Algo que me había pasado toda la vida (ríe). Me han llamado de todo, porque como te decía que trabajo de noche… en el campo no molesto a nadie. Y eso es lo primero que me gustó.

Recorrerá 29 salas por toda España con esta gira.
Esto nació en The Cavern en Liverpool, en sitios mal iluminados, con mucho humo —ahora no—, y es el hábitat natural de esta música. Sí, yo voy a macroconciertos, a festivales también, ole todo, me lo paso muy bien, pero donde escucho a las bandas mejor y las veo mejor es en una sala. Pero esto no quiere decir que me cague en lo que no es una sala. Estoy muy contento de hacer una gira de salas con 50town, ¿sabes? Porque soy un 50town y me encantan los garitos, las salas, y tengo una banda increíble, y lo vamos a pasar muy bien y se están vendiendo muy bien las entradas de todas las ciudades.
Festivales ha dicho. ¿Siente que esa puerta se está abriendo para usted? Dijo una vez que la sentía cerrada.
Mira, ¿sabes qué pasa? Que yo he sido muy tonto, y antes pensaba mucho en lo que no tenía y me olvidaba de lo que tenía. Entonces, si he dicho eso de los festivales, fue en mi etapa de tonto, en la que veía que no tenía festivales pero no paraba de tocar ningún fin de semana por salas y garitos, y había cantidad de gente comprando tickets, y me daba para vivir y para comprarle el chándal a mi hijo. Ahora, echando la vista atrás, digo: “Qué tonto has sido, chaval” (ríe). Como somos los humanos: siempre pensando en lo que no tenemos. Y yo, igual, no sé si por el 50town o lo que sea, estoy empezando a pensar, a valorar y a honrar lo que tengo, y a dejar de pensar en lo que no. Qué suerte tengo, madre mía. ¿Por qué me quejo? ¿Por qué digo nada ni de festivales ni de nada? Sí que tengo festivales. Tengo cosas. Y tengo una gira ahí. Pero sí, lo reconozco: era mi época imbécil.
¿Por qué es del Atleti?
Por mi padre. Pero cada vez que gana el Atleti miro al cielo y se lo digo.
Si Simeone fuera una canción, sería…
“Partido a partido”. Es lo que mi mánager, que es muy futbolero, cada vez que damos un paso para adelante, aunque sea pequeñito, me dice: “Esto es como el Cholo: partido a partido”. Y yo: “Muy bien”.
Noticias relacionadas
(Y mira de nuevo al cielo).
¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí
Rellene su nombre y apellidos para comentar