MÚSICA | ENTREVISTA A CARLOS ESCOBEDO (SÔBER)
Carlos Escobedo: “Echar la vista atrás y ver que la esencia de Sôber sigue donde arrancamos es maravilloso…”
El bajista y vocalista de Sôber charla con AS antes del cierre de la gira 30 aniversario de la banda en Las Ventas de Madrid junto a sus formaciones hermanas, Savia y Skizoo, y una pléyade de invitados de lujo, como Ruth Lorenzo, Andrés Suárez o componentes de Arde Bogotá, Mago de Öz o Los Suaves, e incluso un invitado sorpresa desvelado en primicia. Habla del pasado, presente y futuro del grupo.
Termina 2024 y, con él, un año en el que se ha hablado mucho -y con razón- de Sôber. La banda madrileña ha cumplido 30 años en la brecha demostrando estar en plena forma y, fruto de esa energía, surgió la gira que les ha llevado por toda España a lo largo de los últimos doce meses, presentando su último trabajo, ‘Retorcidos’. Un álbum que ha recuperado las canciones del que fuera el primer disco del grupo, regrabadas ahora, tres décadas después. El próximo sábado 11 de enero la formación pone el broche de oro repitiendo en Las Ventas, lugar en el que comenzaron la gira el pasado mes de marzo, con un show lleno de invitados de prestigio.
Un cumpleaños pletórico para una de las bandas españolas de rock/metal alternativo más exitosas de siempre. Como igual de pletórico se muestra Carlos Escobedo (Madrid, 1975) en su charla con AS. El bajista y vocalista de Sôber habla de ‘Retorcidos’, de una gira que ha sido histórica y aprovecha para repasar estos 30 años de trayectoria del grupo, avanzar qué podemos esperar de Sôber a corto plazo y, por si fuera poco, dejar una primicia en forma de invitado sorpresa en ese concierto fin de gira del 11 de enero.
- Ha sido un año súper intenso para vosotros: veinticinco conciertos por toda España y el colofón del día 11 de enero en Las Ventas, donde empezó todo el pasado 8 de marzo. ¿Estáis satisfechos con la gira? ¿Qué sensaciones os deja?
Pues la verdad es que esta gira ha sido increíble. Las sensaciones han sido buenísimas porque desde el inicio, como bien decías, en Las Ventas, que fue sold out, el cariño del público ha sido increíble. Todas las salas a rebosar y además con shows muy extensos y donde el público ha estado, digamos, fraternal un poco con nosotros, ¿no?. El hecho de celebrar el cumpleaños de este 30 aniversario y ver que el público sigue ahí contigo, yo creo que no hay mayor satisfacción que algo así para un músico.
- Está claro. Por lo que hemos visto, en casi todos los sitios han habido ‘llenazos’. Luego iremos a ese fin de gira en Madrid, pero antes, un poco de retrospectiva: son tres años en los que casi no habéis parado. Lanzáis ‘Elegía’ en 2021, os vais de gira, hacéis gira también por México, os volvéis a meter en el estudio y regrabáis ese ‘Retorcidos’, que es la renovación de vuestro primer álbum (‘Torcidos’), que tiene esa desgraciada historia que habéis contado un montón de veces. Más allá de lo que pasó, ¿qué poso ha quedado cuando vosotros mismos escucháis ‘Retorcidos’ 30 años después? Porque como bien sabes, cuando un grupo regraba sus propios discos hay mucho fan al que no le gusta nada porque tiene en su memoria el álbum original y le cuesta mucho aceptar cambios. ¿Sentís que la gente ha aceptado bien los cambios, que el disco ha gustado?
Yo personalmente creo que sí. Creo que para la gente que escuche el disco original ha sido como un regalo, porque ese disco tenía un montón de melodías y cosas ocultas que en la producción no se pudieron sacar, y que ahora sí han salido a flor de piel y, sobre todo, que en ese disco no pudimos darle el sonido que teníamos, porque realmente nosotros ya en directo sonábamos mucho mejor y el disco no era un fiel reflejo de lo que que la banda era ya entonces. Yo creo que a mucha gente le ha ocurrido como a nosotros, el decir: “hostia, esto son las canciones antiguas pero con el sonido de los Sôber que a mí me molan…”, entonces, yo creo que ha habido una aceptación para la gente que lo ha oído y, sobre todo, que la gente que no lo ha oído se cree que es un disco nuevo porque las canciones, por lo que sea, han pasado 30 años pero han envejecido muy bien. Creo que eso es importante a la hora de echar la vista atrás. Decir: “oye, la esencia sigue donde arrancamos”, ¿no? y creo que eso es maravilloso.
- Desde luego que, sonar, suena como un disco nuevo a todas luces y sí que había cosas ahí que creo que no se perciben en el primer disco. Evidentemente, lo que pasó fue una desgracia, pero de algún modo también os marcó un poco, ¿no?. Es decir: ¿Qué habría sido Sôber sin todo lo que pasó?
Pues estoy contigo en el sentido de lo que dicen, que lo que no te mata te hace más fuerte. Creo que nos impulsó un montón, el hecho de ver cómo tus sueños caen al suelo porque te llega una multinacional, te dice que te va a hacer un disco, crees que va a ser un disco de estudio y al final lo grabas en un fin de semana en un polígono, en un estudio móvil, con una mesa y un grabador, sin ningún tipo de cariño… entonces ahí te sientes defraudado. Pero podíamos haberlo dejado y haber dicho “pues esto se va a la mierda…” pero nosotros tenemos esa parte ahí dentro que, como sonido, teníamos algo entre manos y dijimos: “hay que seguir, hay que luchar y hay que preparar un un siguiente disco”, como fue ‘Morfología’, que yo creo que marcó un antes y un después, ¿no?. El hecho de poder hacer un disco en condiciones con un productor como Óscar Clavel, en un estudio como Kirios… y yo, echando la vista atrás, lo que te decía: creo que eso nos nos potenció, nos unió aún más, porque tengo que decir que hubo un momento como de desastre, donde Antonio también deja la banda, nos quedamos Jorge y yo nada más buscando un batería, buscando un guitarrista, donde estamos ahí unos meses un poco perdidos… pero nunca tiramos la toalla. Entonces eso nos dio una fuerza que yo creo que se sigue manteniendo ahora mismo, porque muchas veces te encuentras esas adversidades, esos problemas que tiene un grupo, que no siempre sale todo como tú quieres. Pero el hecho es que yo creo que ahí nos metimos esa inyección de decir: “nosotros ahora somos los que tenemos que llevar las riendas”, y de ahí viene que ahora controlamos la producción, controlamos el tipo de portada, qué tipo de gira queremos, que lo que queremos hacer realmente lo estemos haciendo. O sea, que no podamos echar la culpa a nadie porque al final somos nosotros los que llevamos las riendas…
- De hecho, tenéis un sello súper personal, no hay muchas bandas que tengan un sonido tan único como vosotros. Para ‘Retorcidos’ habéis contado con la colaboración de un montón de gente: Morti (Skizoo) por supuesto, pero también Alberto Cereijo (Los Suaves), Kolibrí (Marea) Charly López (Bon Vivant, Mago de Öz)... ¿Cómo ha sido ese proceso para contar con ellos?
Pues la experiencia ha sido genial. Sobre todo, porque queríamos romper un poco el molde de que siempre las colaboraciones suelen ser de cantantes, y hemos intentado buscar a la gente que arrancó también con nosotros y que ya tiene un bagaje: guitarristas que también tengan su propio estilo. Contar con Alberto de Los Suaves o con Kolibrí de Marea, o con David, de Ángelus Apátrida… un montón de guitarristas que realmente han puesto el broche a ese disco, y creo que le han dado un poco esa forma que le faltaba también, porque en ese primer disco todavía no habían esas melodías y ese tipo de solos, y dijimos: “va a ser el valor añadido al al disco” aparte del sonido, por supuesto. Pero yo creo que le añadió ese punto que le faltaba.
- No me quiero olvidar, ahora que estamos aquí tú y yo, de esa versión que acabas de sacar de ‘La luna me sabe a poco’ de Marea. ¿Cuál es la historia de esta versión, que es maravillosa, por cierto?
Pues, ¿sabes qué ocurre? Ya sabes que ‘Dromedario’, que es nuestra compañía actual, pues el dueño de la compañía es Alén, el batería de Marea, nuestro manager, y tenemos mucha cercanía con Marea porque hace como 25 ó 26 años que ya tocamos juntos en Bilbao y tenemos incluso una foto de ese día. El hecho es que yo invité a Kutxi a cantar en el 20 aniversario y vino a La Riviera, y tuvimos un punto muy bueno. Y a partir de ahí nace un poco ese rollo de que, aunque somos estilos diferentes,tenemos muchas cosas en común. Me invita Kutxi a cantar en el Palacio de los Deportes y elijo La luna, porque yo creo que joder… la letra te remueve por dentro. Y me cojo la guitarra acústica, porque yo, para sacarme una canción de alguien, como no estoy acostumbrado porque sólo canto las mías y me sé las mías, pues la única manera es que yo me la haga mía. Entonces cojo la guitarra acústica y, bueno, pues con la tontería me pongo y para memorizar la letra pues me la llevo a mi terreno. ¿Y qué ocurre? Que con la guitarra acústica hago un pequeño vídeo y lo subo a las redes. Y de repente, ¡hostia! coge un rollo que no veas. Y a Kutxi, como le encantó la colaboración pues me invita a ese segundo concierto y último que tienen en Bilbao y ahí coincido con Fredy, que es el que ha metido arreglos de Hammond y piano en todos los discos de Marea. Y tuvimos un montón de tiempo en el camerino él y yo hablando, y tal… y le dije: “mira, pues yo es que me he preparado la canción de esta manera” y me dijo: “¡hostia, qué bonita queda en acústico!” Y me dice: “¿quieres que hagamos esto a piano y voz, a ver qué pasa?”. Y desde entonces, fíjate que pasa un montón de tiempo ya me envía el piano, y empiezo a cantarla y empiezo a ver que, joder, que la canción es un homenaje a Marea y un homenaje también a a esa época que hemos vivido juntos. ¿Qué ocurre? Fluye, y cuando las cosas fluyen no hay que provocarlas. Y dijimos: “pues vamos a hacer un pequeño videoclip, muy cinematográfico, como muy intimista”. Y tengo que decir que la canción ha sido todo un éxito para los fans de Marea y para los fans míos, ¿no? Yo creo que ha sido una sorpresa y ha quedado increíble.
- Vamos ya con el concierto del próximo día 11 en Las Ventas, si te parece. Para los que estuvimos en el de apertura de gira de principios de año, es evidente que va a haber novedades porque hay un montón de gente invitada: Rafa Blas (Mago de Óz) Duokie, Chojin, Ambkor, Ruth Lorenzo, Antonio y Pepe de Arde Bogotá, Leo Jiménez, Andrés Suárez… aparte, obviamente, de los componentes de Savia y SKizoo. Es mucha gente muy diferente, de muchos estilos diferentes. Últimamente hacéis mucho esto. ¿Os sentís cómodos mezclando estilos, cantantes, músicos? Lo que se percibe es que, de cara al público, queda fenomenal y a la gente le gusta…
Sí. ¿Sabes qué pasa? Que esto no deja de ser un cumpleaños y dices: “voy a invitar a poca gente”. Y luego empiezas a invitar a unos y a otros y dices: “¿Cómo puede faltar este? Oye, coincido en la carretera con este otro…”; Luego hablas con Duokie y dices: “oye, esa canción teníamos que volver a hacerla, porque es una canción que se llama ‘Sin perdón’ que ya en la gira 20 aniversario estuvieron con nosotros porque a mí me encanta”. Que yo he hecho con Chojin una canción, he hecho con Ambkor… a mí, el rap, tengo que decir que tiene ese punto de que sí que me mola mucho cómo se escribe. Y dije: “hostia pues tiene que haber un momento de de rap en nuestro concierto”, porque también representa parte de los estilos que nos gustan. Un Andrés Suárez… la parte de cantautor a nivel de cómo Andrés es capaz de transmitir con su voz un montón de sentimientos… creo que es fundamental. Y fíjate que, cuando hablé con él, rápidamente me dijo que, aunque vaya de cantautor, no le ponga una lenta porque él tiene un alma súper rockera, ¿no? Le pasa un poco como a Ruth Lorenzo, que ya pudimos contar con ella en la gira sinfónica de ‘Paradÿsso’ y fue increíble, fue espectacular, tengo que decir que de las de las veces que yo en directo más me he emocionado y más se me ha quedado la garganta tan pillada que dije “hostia, que acabe ya porque no tengo casi ni fuerza para cantar de la emoción que tenía…”. Entonces, al final vamos a hacer un concierto final de gira pero también esta celebración del cumpleaños de esas tres décadas con amigos y con gente que sí que representa y comparte con nosotros esa emoción. Por ejemplo, Arde Bogotá, cuando hablé con ellos, resulta que, claro, ellos son más jóvenes y eran súper fans de Sôber desde los 14-15 años, y ya estaban sonando en la radio ‘Arrepentido’ o ‘10 años’. Entonces, el hecho de coger a esa parte de nuevas generaciones y disfrutar ambas partes con nuestra música creo que también era un aliciente. Tengo que decir que, cuando anunciamos lo de Arde Bogotá, la gente flipó. Hay mucho fan de Sôber al que le gusta Arde Bogotá, aunque los estilos, a priori, parece que están un poco alejados. Pero yo creo que todas las colaboraciones han tenido su porqué. Con Leo Jiménez llevábamos mogollón de tiempo que él me ofrece, no puedo yo le digo él, está fuera… y esta vez ha coincidido. Leo es un cantante increíble que que lleva en el mundo del rock y el metal un montón de años. Y luego Rafa Blas… es que claro, yo le conozco desde que salió de ’La Voz’, porque a mí me ofrecieron ser el productor de su disco y tuvimos la suerte de poder hacer ‘Náufrago’ juntos hace ya un montón de años. Y hemos hecho conciertos con Mago de Öz, hemos coincidido y ha sido como :“oye, vente a cantar esa canción de ‘Náufrago’, que creo que puede quedar brutal”... Y te tengo que decir que no estaba ahí en la lista pero el otro día le dije a Kutxi que si se venía. Así que al final se suma Kutxi en primicia para tí. Y me apetece un montón que al final también comparta con nosotros ese momento, que yo creo que tenemos mucho en común.
Tengo que decir que, cuando anunciamos lo de Arde Bogotá, la gente flipó. Hay mucho fan de Sôber al que le gusta Arde Bogotá, aunque los estilos, a priori, parece que están un poco alejados...
- La verdad es que tiene todo una pinta estupenda y seguro que va a arrastrar a muchísima más gente. Es un poco lo que tú dices, aunque sean estilos un poco distintos. Oye, Carlos… sois una banda que ha hecho muchísimas cosas muy distintas: habéis sido teloneros de Metallica, Deftones o HIM, habéis trabajado en Estados Unidos con con un productor, Scott Humphrey, que ha trabajado con un montón de bandas top, habéis puesto sonido a series, películas o videojuegos, tenéis un tema en Sing Star… ¡hasta habéis hecho la banda sonora de un libro! Probablemente es lo más friki que se haya visto. Por cierto: es un temazo y no lo conoce mucha gente. Lo de ponerle la banda sonora a un libro, ¿Cómo surge?
Pues mira: esto es porque el propio escritor, que era muy fan, está escribiendo el libro, lo tiene ya prácticamente acabado y es el que lo propone. Me dice: “me encantaría poder ponerle música a todo esto, porque yo me la estoy imaginando. Porque, al final, me pongo vuestros discos mientras estoy escribiendo de fondo y lo imagino”. Entonces, él decía: “oye, ¿Qué canción que tú tengas ya compuesta podría encajar en este libro?. Te lo mando y te lo lees…”. Y claro, yo le propuse el hecho de hacer una canción expresamente para el libro. Y como el libro tiene ese valle desde que él afronta cómo le va la vida y luego toma un un cambio tan grande, la canción también tiene ese punto, que arranca, cae y luego vuelve a arrancar con toda esa parte tan emotiva. Es una canción de 8 minutos y cuando él escuchó la maqueta dijo: “es que no me podía imaginar que yo he estado inspirándome en vuestras canciones para escribir y, claro, tú te has inspirado en ese libro para poder hacer la canción…”. Y al final salió algo tan chulo que, que bueno… que al final ha sido una de las canciones que más han funcionado. No está dentro de ningún disco, y si tú ves las reproducciones, para no estar dentro de un disco, de lo que hay en Spotify y demás dices, ¡Hostia!. Y con la sinfónica la pudimos tocar porque es una canción que tiene una complejidad importante. A mí me encantaría volver a a retomarla, lo que pasa es que, a veces, cuando te pones a hacer un un set list al final me tengo que pelear con todos los compañeros porque dices: “¡hostia, cómo vamos a sacar esta o cómo vamos a meter la otra y esta que se queda fuera!”. Y en muchos de los festivales, como bien sabes, te dan una hora y cuarto o una hora y 20 de concierto y al final tienes que ir reduciendo. Pero ya te digo es una canción muy chula y como bien dices, no nos achicamos. Si hay que hacer cosas pues nos liamos y al final quién nos iba a decir, por ejemplo, con la gira sinfónica, que íbamos a hacer sólo un concierto y preparamos durante dos años los arreglos para sólo un concierto y al final no fueron uno, fueron yo 12 o 13 con sinfónicas diferentes, en lugares diferentes, en sitios donde no habíamos tocado, tipo teatros o auditorios… y, al final, tengo que decir que eso queda ahí y de vez en cuando lo pones y dices: “¡hostia, la que liamos eh!...”. Aparte de lo difícil de esto. Yo soy fanático de Metallica, de Purple y ellos hicieron con sinfónica, claro, con unos presupuestos importantes. Pero nosotros teníamos que apañarnos con lo que teníamos, convenciendo a los directores. Porque una sinfónica mínimo te puede pedir 20.000 ó 30.000 euros por una actuación, con lo cual no era viable. ¿Qué hacíamos? Conectábamos con las jóvenes orquestas que también tuviesen esa emoción y esas ganas para decir: “oye, venga, acabamos un poco con esos costes y pero vamos a intentar llevarlo a cabo…”. Y, ya te digo, hasta meternos en un auditorio en Burlada, en Pamplona, que quién nos lo iba a decir…
- Ya que hablas mucho del tema de la sinfónica: habéis grabado un disco ‘cumpleaños’ con un montón de colaboraciones y habéis tocado con una sinfónica, que yo creo que para muchas bandas de rock y metal es un poco como el colofón a una trayectoria. Una de las cosas de las que más habláis en vuestras canciones es precisamente el paso del tiempo. La nostalgia, cómo el tiempo es como una prisión de la que no puedes escapar. ¿Se ha hecho Sôber más resistente al paso del tiempo con los años?
Yo creo que sí. Indudablemente, lo que le da, digamos, la solidez a una banda es eso, es justo el tiempo. Es ver cómo incluso en directo, al ver a Manu, por ejemplo, que es el ‘nuevo’ aunque lleva con nosotros 15 años, que es muchísimo más tiempo que la parte de Sôber hacia atrás de ese momento, cuando subimos al escenario no hace falta ni mirarnos para saber que, si hay algún cambio, estamos todos, digamos… unidos. Y eso te lo da la solidez de estar día tras día encima de un escenario. Porque, a veces, tú estás tocando y ocurren cosas, falla algo y de repente ya es como una maquinaria. ¿Qué ocurre? Cambiamos por aquí, yo apoyo por allá… Yo estoy con un constipado, mañana (a día de esta entrevista) tenemos concierto en Granada y a lo mejor no es el mejor día de voz, pero vamos a intentar entre todos suplir todo aquello que ocurre porque, joder, yo en esta gira he pasado dos veces el covid y la gente no se ha enterado, ¿sabes?. Entonces, al final yo creo que de eso se trata. De decir: has estado encima del escenario, lo has dado todo, la banda está como una locomotora, totalmente alineada y esto te da mucha solidez. Y a la hora de componer ya sabes qué cosas funcionan, qué cosas no funcionan, cómo va a quedar esto una vez que lo grabes… lo que sí que ya no me planteo nunca cuando estoy componiendo es qué va a pensar la gente. Es una de las cosas que ya me la han empezado a sudar bastante, porque a veces, si no también tienes el yugo de decir: “oye, no me puedo salir de aquí o no me puedo salir de allá porque si no la gente, el público…”. Y eso también te da la madurez de creer en ti mismo, en la música y en dar rienda suelta a la creatividad, que es lo que a mí personalmente más me gusta.
Ya no me planteo nunca qué es lo que va a pensar la gente cuando estoy componiendo. Y eso te da la madurez de creer en ti mismo, en tu música y en dar rienda suelta a la creatividad...
- Además, eso se notaría enseguida, ¿no?. Si no tienes confianza en ti mismo. Quiero decir que sería insano pensarlo. Es lo que tú dices, estar todo el rato pensando en lo que la gente cree de ti y de tu música…
Es difícil, eh. Yo tengo amigos y gente de bandas que tú seguro que también conoces que han ido pasando, pues de repente, si en una época mola más Deftones me parezco a Deftones, luego de repente me visto como el de Korn me dejo unas rastas… al final, vas viendo cómo muchos grupos van persiguiendo eso, siendo un péndulo y al final dices: tío, esto es inhumano. Porque al final tú tienes que creer en lo que tú haces y si gusta más, más y si gusta menos, pues menos. Pero, realmente, tener esa parte sincera con lo que haces, que es la música, que ya bastante hipocresía hay en el mundo y en la sociedad como para que la música no sea algo que nazca de ti y que tú te sientas satisfecho con ello.
- Con la pregunta sobre el tiempo iba un poco más hacia el tema de vuestras letras. Siempre habéis sido un grupo muy diferente al resto. Venís de una época en la que la inmensa mayoría de los grupos eran mucho más ideológicos, reivindicativos… más cañeros en ese sentido. Y vosotros siempre habéis sido un grupo de letras más sensibles. Habláis de amor, de desamor, de preguntas un poco etéreas, cuestiones sin resolver… ¿Alguna vez habéis pensado si eso os ha acotado demasiado? No sé si entiendes por dónde quiero ir…
Sí, claro que te entiendo. Es más, muchas veces digo que nosotros estamos en tierra de nadie y te das cuenta rápidamente, porque un grupo como nosotros, que te puede hacer un concierto en Las Ventas con 3.000 personas, te vas a los oyentes de Spotify y de repente tenemos 100.000, cuando bandas que no llenan una sala de 200 personas de aforo tienen un millón. ¿Qué ocurre? Que nosotros no entramos en las playlists de rock callejero. Tampoco entramos en el metal, porque no hay playlists de metal en este país, es una parte, digamos, muy americana. Entonces, al final, estamos ahí en un terreno que ni gustamos a los ‘metaleros metaleros’ ni a los pops porque somos demasiado cañeros… ¡Pero es que resulta que eso es lo que sabemos hacer, lo que nos gusta hacer! O sea, el resto es que a mí me la trae al pairo. Cuando tú te sientes bien contigo mismo realmente no tienes esa necesidad de tener que encajar en una tribu urbana o en otro estilo. Tú dices “yo tengo el mío”, ¿no? Y al final sí es cierto lo que decías, que muchas veces la gente me lo comenta y yo me llevo la sorpresa, porque tú ves a alguien con una camiseta de un grupo y dices: “¡ah mira, a este le gusta este o el otro…!”, pero el que ve a alguien con una camiseta de Sôber le entra y dice “¡hostia, a ti también te gusta, eres de los míos!”. Se siente partícipe de algo diferente. Hay mucha gente que el otro día me mandaban todo esto de lo más escuchado de Spotify y me quedé flipado con las listas. Hay mucha gente que su grupo preferido es Metallica, Avenged Sevenfold, Sôber y luego ya pasa a Deftones y dices: “hostia, el único grupo español que escucha somos nosotros…”. Pero luego tienes a otros que escuchan a Antonio Orozco, no sé qué y, de repente, Sôber. Y dices: “hostia, qué dispar y qué bonita es la diversidad en ese sentido…”, porque cuando te encasillan, para mí es lo peor. Lo bueno de lo nuestro es que podemos tener una canción como ‘Náufrago’ y otra como ‘10 años’, que tienen estilos completamente diferentes a nivel de caña, o canciones como ‘Estrella Polar’, que es una canción que en directo yo me bajo con el público y la gente se emociona, y yo creo que la música es emoción. Hay gente que utiliza la música para reivindicar un tema, algo más social. Yo lo respeto al cien por cien, pero para mí la música es esa parte donde, como terapia diaria, sueltas un poco todo aquello que se te pasa por la cabeza y que a lo mejor necesitas soltarlo ahí para no tenerlo encima de los hombros, ¿no?. Es como este problema que tengo, lo hago canción. Hay canciones ahí como ‘Blancanieve’, que tienen muchísimo peso emocional, que hablan de cosas bastante duras, pero que realmente, a nivel armónico y de melodía te llevan, pero de fondo hay una hay una parte fuerte muy sensible.
El que ve a alguien con una camiseta de Sôber, le entra y dice “¡hostia, a ti también te gusta, eres de los míos!”, se siente partícipe de algo diferente...
- Has hablado un poco del tema de las listas de Spotify. Coméntame un poco el tema de la evolución de la industria musical respecto al rock. Os he leído un montón de veces a lo largo de los últimos años acerca de cómo ha cambiado. Antes, las bandas teníais una exposición mucho mayor, salíais mucho más en los medios. ¿Por qué habéis quedado tan relegados?
- Yo creo que ha cambiado todo tanto… lo que pasa es que al final cambia porque lo están cambiando. Sabemos perfectamente que una plataforma como Spotify está dirigida por las grandes multinacionales, y al final yo creo que los grupos somos un poco ‘tocahuevos’ para esas compañías discográficas, porque somos gente que reivindicamos nuestros derechos, que al final imponemos nuestros sonidos. ¿Y qué ocurre? Que les viene infinitamente mejor coger a un chaval joven, hacer un disco muy urbano, posicionarlo ahí y hacer que la gente lo escuche. Yo siempre pongo el ejemplo, me gusta decirlo, mi hija tiene 21 años y me dice: “papá, es que es imposible escuchar rock en ningún lado..”, porque no lo ponen en ningún lado, ninguna lista en TikTok, en ningún lado, que es donde a ellos les llega al final. Ya nos pasó en los 80, que el rock se convirtió un poco en ese nicho donde tenías que ir al bar de rock a escuchar rock porque los bares normales o las discotecas no ponían rock. El punto álgido yo creo que fue a finales de los 90 o en el 2000, porque en Estados Unidos estaba pasando. Nosotros veníamos de hacer un disco como ‘Paradÿsso’, y ahí en las radios comerciales estaban sonando Nickelback, Linkin Park o Metallica. Y de alguna manera importamos aquello. En cuanto en radios comerciales y compañías dijeron que ya no querían “guitarras distorsionadas”, porque además yo he oído esa frase de un Presidente de Los 40 Principales, empezó aquella otra época donde todo era mucho más light. Y ahora, lo que decías tú. No se apuesta por bandas, ahora son todo artistas. Digamos, una persona con seis compositores alrededor, porque yo sé un poco de esto, porque como compositor y editorial muchas veces me proponen juntarme en un campus, que lo llaman, que se juntan cinco o seis personas a componer para un chaval que llega allí y te dice -que esto fue acojonante, esto lo he vivido yo-, llega y dice: “yo es que quiero una canción que sea como un cuadro”. Y te quedas así, como diciendo, ¿pero, cómo un cuadro? “Sí, que cuando la escuches, te imagines un lugar…”. Y digo, hostia, qué guay tío. Esa es la aportación del artista. El artista, que es muy guapete, muy tal, tiene 24 años y la compañía está apostando por él, pero no por él, porque apuesta seis meses y si ve que no funciona, cogen a otro. Al final, yo creo que los grupos somos mucho más auténticos que seis meses. Un grupo saca un disco y lo que quieres es que tenga un recorrido, que se escuche completo, que al final si hacemos un orden es porque tiene un sentido, esa canción va después de esta por un motivo… Y este concepto de Singles, y todo como una playlist, de alguna manera deshumaniza lo que nosotros hacemos, que es música, ¿no? Entonces, yo, harto de renegar, porque al final dices “yo no me no me siento ahí…” Pero nosotros seguimos haciendo nuestros discos en físico, poniéndole mucho cariño, hemos hecho una caja increíble del ‘Retorcidos’ donde hemos metido hasta un cassette con un bolígrafo para rebobinar… Llámanos ‘pollaviejas’. Pues sí, puede ser que tengamos ese punto un poco nostálgico, pero creemos que así es como nos gusta hacer las cosas y que por mucho que la industria cambie nosotros seguiremos haciéndolo como nos mola.
Ahora no se apuesta por bandas, ahora son todo artistas [...] Y este concepto de Singles, y todo como una playlist, de alguna manera deshumaniza lo que nosotros hacemos...
- Y al final, tenéis que estar contentos con lo que hacéis y con vosotros mismos. Y es cierto que la gente que sigue a Sôber valora muchísimo estas cosas. Te hago las dos últimas: cuando Sôber echa la vista atrás después de 30 años, ¿os queda algo por hacer? ¿Os queda algo que digáis, joder esto no lo he hecho y lo quiero hacer en algún momento?
Hostia, es que quedan muchas cosas por hacer. Ahora, precisamente, yo estoy componiendo y estoy viendo un poco eso que te comentaba antes, esas dos partes que sí que tiene Sôber, como un poco separadas, esa parte más cañera de riffs muy duros, pero canciones también muy melódicas. Y al estar componiendo y al salir canciones, pues ahora tengo la cabeza hacer un disco doble, como se hacía antiguamente, un disco que tenga esas dos vertientes, esas dos formas de comunicar, esos dos estados de ánimo que sí que podemos tener en nuestro día a día, para que tú cuando llegues digas: “hoy me voy a poner el A o el uno u hoy no, hoy estoy más tristón, necesito ponerme el dos, porque necesito ese punto…” Y al final es un poco que la música te acompañe en tu día a día y en tu estado de ánimo. Y fíjate, pues ya tengo este chip en la cabeza y ya estoy pensando en ese disco doble, en cómo hacerlo, y luego la gira puede tener esas dos partes, como una primera parte, un interludio y una parte B, ya enfocándolo de otra manera. Es que nosotros somos muy exigentes, o sea, si nosotros no nos lo pasamos bien hay canciones que han arrancado la gira y como no nos sentíamos bien tocándolas, porque a veces ocurre, las hemos mandado a tomar por culo, porque al final nosotros somos los que tenemos que disfrutar el bolo y cuando nosotros disfrutamos podemos transmitir a los demás. Creemos que lo más importante es ser sinceros encima del escenario y no automatizar un trabajo, porque yo, que he estado 15 años trabajando fuera de la música, ya dije que jamás lo volvería a hacer. Entonces, al final es hacer un repertorio, hacer un disco, lo que hagas, que tú lo estés sintiendo y lo sientas bien. Y que las críticas o las crónicas te la traigan al pairo. O sea, cuando tú sabes que lo has hecho con todo el cariño. Eso sí: cuando has hecho algo que no te lo crees muy bien y encima ves un comentario negativo dices: “¿ves?” Por ejemplo la decisión de tocar con Savia y Skizoo de forma intercalada fue por un rollo personal, es decir: “oye qué pasa si arranco el bolo y luego me voy al camerino, y estoy 25 minutos ahí metido?”. Pierdo la conexión con el público, me salgo del bolo. Manu tampoco quería hacer una parte acústica porque él también se enfría como batería, es decir, se va diez o quince minutos al camerino mientras salimos con la acústica. Entonces, al final, conformamos un repertorio que a nosotros nos encajase y que luego, al público, oye ojalá que le guste, ¿no? Pero que esto es lo que nosotros queremos y cómo nos lo vamos a pasar bien encima del escenario. Y ha sido todo un éxito, o sea, el poder poner cada uno su parte y ver cómo se disfruta o en qué momento da bajón, o esta canción cámbiala por esta otra, o la metemos mejor al final, que vamos a estar más. Todo eso, al final, ha sido por una parte de ser egoístas y decir: lo tenemos que disfrutar nosotros. Y a partir de ahí, qué ocurre, cuando el público ve que tú estás en el escenario y que no hay ningún momento de bajón, dice: hostia, 3 horas imparables…
- Me quedo con el tema del disco doble eh, que esperamos con ansia. Te hago la última pregunta: ¿Qué podemos esperar de Sôber cuando acabéis la gira el día 11? ¿Qué viene después?
Bueno, pues mira, durante todo el año 2025 vamos a estar preparando ese disco, maquetándolo, viendo todo el tema del arte. La verdad es que vamos a darle tiempo para poder hacer algo muy bonito. Y mientras tanto sí que vamos a hacer alguna fecha puntual que este año no hemos podido hacer, quizás por tema de logística y por un tema de que, en algún festival que otro, no has podido entrar porque este formato al final es un poco más complejo por horarios. Entonces, vamos a hacer alguna fecha en el 2025, algo como muy puntual y mientras componer el disco para, en 2026, salir con todos los barcos otra vez a la carretera y con ese disco doble. Espero que El Dromedario no me ponga pegas, que si no tendrán que morir entre terribles sufrimientos (risas…).
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