Ángeles Toledano, cantaora: “El flamenco es tirarse a la piscina”

A Ángeles Toledano (Villanueva de la Reina, Jaén, 1995) le tocó presentar su álbum en uno de los días más grises que haya visto Madrid en los últimos meses. “¿Está lloviendo? Llevo aquí desde las nueve de la mañana y no me entero de nada”, dice mientras le retocan el maquillaje en un local de Carabanchel. Lleva un conjunto blanco y purpurina en las piernas, y le ilumina el único foco encendido de la habitación. No deja de sonreír, pero su semblante se vuelve serio entre una entrevista y otra.

Quizás sean los “nervios amables y sanos” que tiene a pocas horas del lanzamiento de su primer álbum, ‘Sangre sucia’, un nombre que procede de la forma en la que describen a Hermione en Harry Potter por no ser descendiente de magos. Con Sangre Sucia espera que se sientan “identificadas todas las niñas posibles” porque es “un abrazo a las malas experiencias… ¡y a las buenas también!”.

P: ¿Y qué pensaría la Ángeles Toledano la niñez al verse sacando su primer álbum?

R: “Uy, mira”, dice mientras se señala las piernas, donde se la ha puesto la piel de gallina. “Estaría flipando con la llegada de este día. Ella estaría en un cuarto escuchando a Los Caños, a Merche, a Andy y Lucas y flamenco clásico. Y pensaría ‘qué cojones has tenido’”.

Ángeles es flamenca y canta por derecho, que es algo así como permitirse cantar con libertad. En su álbum mezcla el cante tradicional con sus inquietudes, con su identidad como artista, en un cóctel que conecta el flamenco con las nuevas generaciones. “Los jóvenes están sumergiéndose en las antiguas referencias porque buscan el origen. Todos queremos agarrarnos al origen, saber de donde venimos y conocer a donde vamos”, explica la artista. “El flamenco siempre conecta porque es una música de la calle, pero no hay que olvidar que el flamenco es alto ‘standing’”.

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No deja de ser curioso que una joven de 29 años tenga interiorizado el lenguaje del flamenco, pero es todavía más llamativo que su interés por el género apareciese en su niñez. Entonces, Ángeles no dejaba de escuchar el Antes muerta que sencilla de María Isabel. Un día, se dejó el disco en casa de sus abuelos y fue a buscarlo a la hora de la siesta. Como no lo encontró y no quería despertarles, cogió uno al azar de la colección de su abuelo, una recopilación de flamenco tradicional. Se entusiasmó con el género y comenzó a cantar. Su abuelo se convirtió en su mayor apoyo, en su sensei.

“Cuando era pequeña y una idealista de la música y cantaba lo que me apetecía, mi abuelo le decía a mi padre, ‘Paco, confía en ella, que lo tiene. Si pudiera verme, estaría muy orgulloso porque voy pa’ lante, y voy así desde que empecé de pequeña”.

“Voy a cantar sentada y no voy a mover un puto dedo”

Con Ángeles hablamos del antes y del ahora, pero también incidimos en su futuro y en el del género, que va a ser “increíble” porque “el flamenco es tirarse a la piscina”. “Yo me tiro a la piscina todos los días”, explica, sobre la oportunidad para experimentar con otros sonidos. “Me gusta mucho la música electrónica elegante, Ralphie Choo, Rusowsky, Amore… Me encanta la calidad de la experimentación, es música elegantísima”.

P: ¿Y cómo ves la situación de la mujer en la actualidad del flamenco?

R: “No voy a decir que mejor, es muy duro. Hay que trabajar mucho y hay que encontrar el lenguaje desde el que darnos cariño, porque las cosas siguen igual de feas, en todos los géneros. Pero el flamenco es una música muy rodeada de parte masculina y las mujeres nos tenemos que justificar por dos”.

“Mira, a veces la gente me dice que me convierta en una artista 360, es decir, bailar y no sé qué más. ¿Me voy a convertir yo en una artista 360? Que la única vez que me siento en todo el día es para cantar. Yo voy a cantar sentada y no voy a mover un puto dedo. Y quien quiera venir a ver que no voy a mover un puto dedo, que venga, así no tendré que justificarme por dos. Mi justificación va a estar en la música y el discurso. Lo mismo bailo algún día, pero ahora mismo voy a estar sentada”.

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