Albertucho y XX Años Ladrando, el regreso (otra vez) del Perro Andaluz: “Escribir canciones es terapia, una necesidad física...”
Albertucho regresa con el álbum de celebración XX años ladrando, una obra de duetos que conmemora dos décadas de música. En esta charla, el músico sevillano repasa su trayectoria, la valentía de sus cambios de estilo y las historias detrás de sus 20 colaboraciones estelares.

Regresas a la escena celebrando 20 años de carrera con XX años ladrando, y lo haces recuperando tu nombre artístico original después de tu etapa como Capitán Cobarde. ¿Qué simboliza este regreso?
Fueron 10 años con Capitán Cobarde, haciendo folk americano en idioma andaluz, porque me apetecía y me enamoré de esa música. Pero uno es de culo inquieto y hace canciones y canciones, y, de repente, me junté con un repertorio de rock and roll que no pegaba vestirlo con el banjo y la mandolina. Dije: “Aquí está el rock and roll otra vez”. Nuestra profesión tiene la virtud de que puedes hacer lo que te da la gana. Y volvió Albertucho, hace dos años y pico, con El regreso del Perro Andaluz.
¿Y cómo surgió la idea de celebrar estas dos décadas con un álbum de duetos?
Son 20 años porque hace ese tiempo que llegué a Madrid para descargar camiones, alrededor de 2001 o 2002, y en 2004 ya estaba sacando mi primer disco. Fíjate, todo esto fue porque necesitaba comprarme una moto de segunda mano en Sevilla. Al final, me llamaron de Madrid para trabajar, y mira, ya van 8 o 10 discos. La moto tiene la culpa de todo, una Derbi Senda del 96.
En este disco te acompañan 20 colaboraciones espectaculares. ¿Buscaste viejos amigos o te atreviste con nuevos palos?
Hay gente a la que he abrazado porque ya la conocía, grandes amigos como el Kutxi. Y, después, hay gente que se ha cruzado en mi camino y que han sido aventuras. El caso de Natos y Waor, por ejemplo, fue un ir y venir de canciones, como en el flamenco. Ellos cogieron un tema mío del primer disco, ‘Descuida’, y años después me llegó a los oídos que habían hecho una canción suya llamada ‘Delirium’, que además tenía diez mil millones de visitas más que la mía.
Esa es una anécdota muy curiosa. ¿Cómo terminasteis colaborando?
Los conocí porque me los presentó el Kutxi Romero en el concierto que dieron en la Caja Mágica, donde metieron 30.000 personas. Me dijo Fernando (de Natos y Waor): “Hostia, Alberto, que tenía ganas de conocerte, que te fusilamos un tema hace 10 años“. Y yo dije: “Pues ahora vamos a aprovechar y vamos a hacer otro tema juntos”. Al final, unimos las dos canciones para crear ‘Descuida+Delirium’.
Vemos que el Kutxi es una pieza clave en tu carrera, ¿verdad?
Es el centro de gravedad. Además, fue la primera persona que llamé cuando quise reconciliarme con el pasado. Soñé que el disco ‘El perro Andaluz’ iba a ser de Capitán Cobarde, pero no estaban terminadas las canciones. Un día soñé que en la portada ponía Albertucho y llamé corriendo al Kutxi. Me dijo: “Menos mal, métele fuego al banjo ya de una puñetera vez”.
Soñé que el disco ‘El perro Andaluz’ iba a ser de Capitán Cobarde, pero no estaban terminadas las canciones. Un día soñé que en la portada ponía Albertucho y llamé corriendo al Kutxi. Me dijo: “Menos mal, métele fuego al banjo ya de una puñetera vez...”
Albertucho
Hay muchas más colaboraciones, como Miguel Campello, Los Boikot, Reincidentes... ¿Y cómo surgieron las más inesperadas?
A muchos artistas me he acercado y los he conocido a partir de ahí, como La Tremendita, una cantante de flamenco moderno que toca el bajo, o la Bebe. A El Drogas también, con esa estética de pirata, rebelde, antifascista.... A Ariel Rot le viene al dedillo ‘El rey de los afortunados’ porque tiene ese punto dilaniano. Medina hace unas bulerías muy heavies. Ha sido un trabajo de pensar la canción para cada artista.
¿Alguna anécdota especial de la grabación de este disco?
La grabación fue muy larga. Yo he ido con Diego (Pozo) como Don Quijote y Sancho Panza por las Españas, persiguiendo a cada personaje y grabando en distintos estudios. Cuando vino Ariel Rot a grabar, lo invité a comer y me quedé inconsciente en el AVE de vuelta. Me tuvieron que despertar de la tajada que me cogí, por la felicidad y la ilusión (risas).
Mencionaste al Kutxi, cuyo hijo, Aarón Romero, es ahora una nueva generación de rock and roll. ¿Cómo te enorgullece verlo crecer musicalmente?
Cuando yo conocí a Aarón, con 3 años, el niño ya tocaba el cajón. Tocaba mi canción de ‘La Gata’. Siempre ha sido un niño muy aventajado e inteligente en lo musical. Verlo crecer y ver cómo a la gente le gustan sus canciones es una maravilla. Que la gente joven responda al rock and roll es un regalo.
En tus letras siempre ha habido una mezcla de rock, poesía, y barrio. ¿Cómo se mantiene viva esa necesidad de escribir?
Escribir es una necesidad física. Si no escribo canciones, no hay quien me aguante. Es como respirar, es una terapia que uno necesita para sentirse vivo. Me siento vivo haciendo una canción que me guste a mí, que es al que le tiene que gustar primero, porque esto se trata de contar tu verdad...
Siempre decís los músicos que la música os tiene que gustar primero a vosotros, no pensando en la gente.
Claro, al final comprendes que la mejor manera de que tu música le guste a la gente es que no pienses en la gente. Hay un punto en la autocomplacencia que, aunque pueda parecer egoísmo, al final es generosidad, porque tu arte lo estás abriendo todo lo que puedes contigo mismo.
¿Qué temas te obsesionan al componer?
Según el momento. Últimamente, la vida y la muerte. También la resistencia en tus ideales y creencias, la pureza, y la rabia. La rabia de que pasen cosas que no te gustan, de que el mundo vaya de una manera que te hace sufrir. Sacas todas tus frustraciones, miedos y problemas; es un prisma sobre la vida.
¿Hay algún ritual a la hora de escribir?
Nada. No soy nada místico, no pongo una velita. El trabajo del escritor es escribir.
Si pudieras tomar una caña con el Albertucho de 2004, ¿qué le dirías?
No le diría nada. Si no hubiera hecho lo que hice, no estaría en el punto en el que estoy. Los errores forman parte de lo que eres. Yo no volvería a escribir la historia nunca, mi historia por lo menos.
¿Y qué le diría Albertucho a Capitán Cobarde?
Que olé sus huevos. Capitán Cobarde complicó la vida a Albertucho porque fue empezar de cero otra historia por pura pasión. Fui telonero de Dylan y después me puse a hacer discos de folk. Fue valiente porque ya tenía una base y decidí cambiar por un sonido del que me enamoré, el folk y los sonidos acústicos.
¿Y sigues enamorado del folk?
Totalmente. Me encanta el Bluegrass, la música americana, los cantautores. El folk y el rock, o incluso el folk y el punk, van de la mano. Yo soy muy punky. El enamoramiento vino por probar y escuchar, por la nueva ola del folk como Mumford & Sons o The Lumineers, que tenían un punto flotante de melodía sencilla que me emocionaba mucho. Y, por supuesto, por empezar con Dylan y tirar para atrás.
¿Alguna canción del nuevo disco te hizo redescubrir tu propio trabajo?
Sí, varias. La de El Drogas y la de La Tremendita. Escuchar a una cantadora de flamenco de verdad cantando un tema tuyo y ver cómo las voces se meten ahí, redescubre las canciones. Incluso hay artistas que me cambiaron las canciones completamente. La Bebe, por ejemplo, cuando ya tenía el tema grabado, me dijo: “Vamos a tirarlo por aquí, vamos a tirarlo por allí”. Al final, cambiamos la melodía y la tonalidad e hicimos otra canción.
¿Qué significa para ti la frase ‘XX años ladrando’?
Ladrar es una manera de comunicarse y de decir las cosas de forma firme, sin querer asustar, pero sí es verdad que es una manera que tenemos los roqueros y los punkis. El que se sube a un escenario, tú ves que está ladrando y sabes qué artista ladra y qué artista maúlla. Y sí, tengo fuerza para seguir ladrando 20 años más, mientras no me falte la salud, la ilusión y las canciones.
Tengo fuerza para seguir ladrando 20 años más, mientras no me falte la salud, la ilusión y las canciones...
Albertucho
¿Hay alguna canción que te haya sorprendido por cómo ha conectado con la gente?
‘Pisito’. Hice una canción que era Country de mi primer disco, tan sencilla y que hablaba de algo tan cotidiano. Es una de las canciones que más me pide la gente; se ha convertido en un himno de los compañeros de piso y de las parejas.
Al finalizar este disco, ¿hubo miedo sobre cómo lo recibiría la gente?
Un poco de miedo siempre hay. Pero la seguridad me la da la honestidad de hacer lo que me da la gana y de creer en mis canciones. Yo estoy convencido.
¿Y no te dio pena terminarlo?
No, yo ya tengo hecho el siguiente disco. Ya tengo el título y está prácticamente compuesto. Para mí, este es el presente, pero en mi ordenador ya es el pasado. El próximo disco será rock andaluz, rock con mi guitarra flamenca. Habrá temas de folk que recuerdan a The Pogues, pero en Andalucía. Historias bonitas.
Además de la gira, sé que también hay un documental en camino.
Sí, es un gustazo representar estos 20 años, ver imágenes de archivo de mí mismo con 18 años en las casas okupas, tocando canciones de Barricada y Reincidentes. Es contar la historia de un chaval que ha tenido la suerte de trabajar en la música.
Hablemos de bolos: ¿Cómo se presenta la gira?
Cierro el año con dos acústicos, pero la gira de XX años ladrando comienza el año que viene, en festivales, yendo por las Españas con mi banda, Los Perros Andaluces. Mi banda es increíble: Diego Pozo a la guitarra (el de Los Delincuentes), Dani Quiñones al bajo (también de Los Delincuentes), Raúl a la guitarra (de Bourbon, un pedazo de grupo de rock andaluz) y Jesús Pedrote a la batería.
Un auténtico lujo. Ya que estás aquí, ¿nos regalas algo?
Claro, para eso traigo la guitarra.
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(Albertucho interpreta en directo el tema “Uróboros”)
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