OBITUARIOS
Muere Norman Lear, el hombre que revolucionó la televisión, a los 101 años
El guionista norteamericano fue pionero en la introducción de temas políticos y crítica social en las comedias de situación, en fusionar la risa y lo serio para dar luz a la sitcom tal y como la conocemos.
La pequeña pantalla está de luto. Norman Lear, el hombre que cambió las comedias de televisión para siempre, ha fallecido a los 101 años. Así lo ha anunciado su familia a través de un comunicado cuyas líneas despedían al hombre que contó “la vida real de los estadounidenses, no un ideal de revista”. Lo cierto es que dio la vuelta al concepto de sitcom, sembrando la semilla de las comedias de situación tal y como las conocemos a día de hoy, enfrentándose por ello a todo lo que un revolucionario debe encarar: cambiar el presente.
Su carrera se desempeñó en tres vertientes y durante. Guionista, director y productor; la triple entente cinematográfica. Bajo ese despliegue creativo nacieron Los Jefferson, Todo en familia, Maude o Día a día, entre otros inmortales de la televisión norteamericana. Su trayectoria televisiva inició en 1954 y desde entonces sucedieron ocho décadas de invenciones que culminaron en los convulsos años setenta, donde las comedias de risas enlatadas y los mismos decorados —ingredientes principales de la sitcom por definición— se cocinaron en un caldo de cultivo de bajo presupuesto que tenía como condimento lo que Lear introdujo a la escena: crítica social.
El marco para toda una galería
Los comentarios sobre política y los temas controvertidos en términos sociales brillaban por su ausencia en las series de la época, que buscaban una especie de retorno al pasado en una suerte de géneros que revivían los años dorados de la corta historia de un país que se sabía dueño y señor del orden mundial. La risa podía introducirse en lo serio; lo serio podía acoger a la risa.
De esta forma, Lear empezó a introducir asuntos como la homosexualidad, el racismo o el papel de las minorías étnicas en los guiones que él mismo confeccionaba. Estaba creando el marco para que incontables sitcoms posteriores retratasen la escena norteamericana con un óleo crítico que se traduciría en la ruptura del techo de los registros de audiencias. Pero el primer cuadro lo hizo Lear con su paleta.
Hollywood se ha deshecho en halagos a uno de los padres de la comedia norteamericana. “El mundo racional ha perdido a su mayor defensor y nuestra familia ha perdido a un querido amigo”, ha lamentado George Clooney; “el más grande de los grandes”, ha sintetizado Albert Brooks. La última palabra la ha tenido su familia: “Norman vivió una vida de creatividad, tenacidad y empatía. Amaba profundamente nuestro país y empleó su vida en ayudar a preservar sus ideas fundacionales de justicia e igualdad”.
La muerte de un pionero que a sus 101 deja huérfanos algunos proyectos en marcha, así como una huella que ya es imposible sacudir de cualquier serie. Allí donde haya un comentario jocoso sobre inmigración, una chanza militar propia de una primeriza contracultura, estará un Lear que hizo del humor negro la mejor arma para combatir una idea justa.