Miguel Herrán: “He carecido durante mucho tiempo de amor propio”
“Cuando me enteré de que iba a ser padre, encargué la moto más potente que se vende”, cuenta el actor a ‘El País’.
A punto de estrenar el 12 de enero en los cines Valle de sombras, el actor Miguel Herrán se ha sincerado en una entrevista con El País, donde ha sacado su lado más personal. “No me voy a meter mucho en el tema porque es oscurete, pero yo he sido una persona que durante muchísimo tiempo ha carecido de amor propio. O sea, yo nunca lo había tenido, nunca, jamás. Y era algo que me daba muchísima envidia de la gente que conocía que se sentía muy bien. Por ejemplo, con el tema del cuerpo yo antes era un maniático del entrenamiento y tal, porque nunca me encontraba a gusto. El día que conseguí cambiar eso para mí fue enorme”.
Eso sí, pese al éxito de sus papeles, no se considera un “guapo oficial del cine” por su estatura: “No creo que sea así. La belleza es algo tremendamente subjetivo. Y, además, te voy a decir más: hay un canon básico de esta sociedad con el que no cumplo ni voy a cumplir jamás, y es la altura. La gente te idealiza. Ve La casa de papel y piensa: ‘Mira cómo trata a Tokio, es que a mí me encantaría. Pobrecito, cómo le acaba de tratar ella. Si estuviera conmigo, yo realmente le trataría así y él estaría superenamorado’. Pero la gente está viendo a un tío maquillado, peinado y vestido por unos profesionales e imaginándose a Úrsula Corberó de 1,80 metros y a mí de 1,90″.
“Hay ciertas cosas en nuestra sociedad sobre las que la gente opina sin rubor. Y hay otras con las que no te puedes meter. Esto el otro día lo viví en el teatro Tuschinski, en Ámsterdam. Se me acercó un grupo de chicas españolas y me sueltan: ‘¿Te podemos decir algo? No esperábamos que fueras bajito’. Y les respondo, bueno, lo entiendo, porque no es la primera vez, no me ofende. Pero no es agradable de escuchar”, agrega.
La paternidad
A punto de ser padre de una niña, confiesa que esto le hace sentir “tranquilidad”: “Hay como tres grandes cosas que hacer en el pack básico de la vida en sociedad: comprarte una casa, tener un hijo y casarse. Me acojona saber cómo ayudar a mi hija en lo que le pueda venir. Pero pienso más en las carencias afectivas que en las económicas. Lo más importante que se le puede dar a un hijo es tu presencia. Puede tener mejor comida, peor, puede pasar más frío, menos, puede vivir en una casa más bonita o no. Pero si tú estás ahí para ella, y la escuchas y estás de verdad, creo que esa persona tiene todas las de ganar”.
Y cuenta que por la paternidad no le gustaría renunciar a las actividades que le proporcionan adrenalina. “Precisamente, cuando me enteré de que iba a ser padre, encargué la moto más gorda y más potente que se vende. Si me pasa algo, eso no sería una ausencia. Si yo dejo a mi familia abandonada y hago otra vida, me voy a sentir un mierda siempre. Pero si yo hoy salgo de aquí y me mato yendo a mi casa, es algo que no puedo evitar y es algo que no tiene que ver con la adrenalina, porque la mayoría de los accidentes ocurren en semáforos. Mi pareja, de hecho, tiene una moto de 750 metros cúbicos. Los dos somos salvajes y no vamos a dejar de hacer estas cosas. Entonces ya no tendríamos la vida que queremos”.