Miguel Bosé reaparece para reivindicar su negacionismo: “No me vacuné ni he vacunado a mis hijos”

Hace doce días sorprendía Miguel Bosé a sus seguidores al anunciar a través de X (Twitter, antes) su presencia en una particular conferencia en Mallorca que recibía el nombre de ‘La libertad de expresión y la libertad terapéutica’. No era el único ponente de este particular evento: también acudían Josep Pàmies, pseudocientífico que lidera el grupo Dulce Revolución (organizador de la cita) y cuya fama saltó por los aires al defender el supuesto poder curativo de la lejía para los casos de autismo, y los médicos Nadiya Popel y Ángel Ruiz Valdepeñas (ambos sancionados por el Colegio Oficial de Médicos de Baleares).

Dicha fecha ha llegado y, efectivamente, ha acudido. Se personó en el lugar y, frente a más de 800 personas, Bosé, “abiertamente negacionista y orgulloso de ello”, esbozó sus reivindicaciones en el campo de la pseudomedicina, encabezadas sus palabras por su discurso sobre el Coronavirus. Fue en la pandemia de 2020 cuando surgió la figura del cantante como una fuerte oposición a la realidad de los hechos médicos que se sucedieron tras la aparición de la citada enfermedad.

Defensores de “el otro lado de la verdad”

“Soy orgullosamente negacionista. No me he vacunado ni he vacunado a mis hijos”, explicaba, asegurando que “los que están al otro lado están acojonados ante las formas tradicionales de la medicina”, área que, juzga, se encuentra en un claro crecimiento por la efectividad de sus métodos “y por el convencimiento de que, para curar el dolor de estómago, una mezcla de hinojo, manzanilla y estevia no mata”.

Durante el acto se han definido los presentes como defensores “del otro lado de la verdad”, añadiendo Bosé que “con pasión, las cosas se cargan de luz y verdad”. “Estad tranquilos y muy firmes. Estoy convencido de que todo el daño causado por la vacuna contra la Covid, que tantos problemas, taras, secuelas y muerte ha provocado, ha hecho que la gente despierte e investigue”, ha dicho el artista, manifestando que su pensamiento, a su juicio, es cada vez el de más personas.

En su caso, y para cerrar el círculo de la pseudomedicina, ha confesado que, cuando le diagnosticaron una tuberculosis, le “recetaron cinco antibióticos durante un periodo larguísimo con graves efectos secundarios”, lo que le hizo pasar por un “infierno farmacológico”. Finalmente, dice, se curó “con clorito de sodio”.

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