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Loquillo se casa con Susana Koska tras cuarenta años de noviazgo

El cantante y la cineasta se dieron el ‘sí, quiero’ en Laguardia acompañados de Cayo, el único hijo de la pareja, en una boda íntima.

Loquillo se casa con Susana Koska tras cuarenta años de noviazgo

Hablar del amor y de la edad lleva, inevitablemente, al famoso axioma de que ‘el amor no tiene edad’. A menudo encontramos demostraciones de ello llevadas a su máximo esplendor, como relaciones entre personas de elevada edad. En el caso del cantante Loquillo y su flamante mujer, la directora de cine Susana Koska, no ha hecho falta ir tan lejos.

La pareja, después de cuarenta años de noviazgo y, por ende, relación, ha decidido darse el ‘sí, quiero’ a sus 63 y 58 años de edad. Un amor de toda la vida que ambos han querido confirmar más aún si cabe en una boda íntima que se ha celebrado en la localidad alavesa de Laguardia. “¡¡Sí!! ¡Después de 40 años juntos, Susana y yo nos hemos casado! ¡Que vivan los novios!”, ha escrito el autor de ‘Feo, fuerte y formal’.

Junto al matrimonio posaba sonriente también el único hijo de la pareja, Cayo Bruno. El negro ha sido el color predominante de la escena, únicamente roto por el blanco de las camisas y de la flor que el cantante llevaba en la solapa de su chaqueta. El enlace tuvo lugar en un hotel y la asistencia estuvo limitada a las personas más cercanas a los contrayentes.

Los comentarios a las publicaciones tanto de Instagram como de la red social X no se han hecho esperar. Amigos y compañeros de profesión, como Alaska, les han dedicado unas bonitas palabras de felicitación. “Qué imagen y qué familia tan total. Loco, Susana, Cayo, todo mi amor”, ha escrito la artista. Otros, como Paula Vázquez, han espetado un tradicional “Vivan los novios!”.

El panorama estaba mucho más divertido en Twitter, donde no han faltado los clásicos vaciles típicos de la red social. Y, como no podía ser de otra manera, casi todos los comentarios iban dirigidos a señalar la misma realidad. “Enhorabuena, aunque muy precipitado”, decía uno. “Yo me lo hubiera pensado un poco más”, recomendaba otro. “Claro que sí, hasta que uno no esté seguro no se da el paso de casarse”, termina el último.

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