FAMOSOS
Las dos promesas personales que Terelu Campos cumple cada Semana Santa
La televisiva no falla ningún calendario a su juramento para con el Cautivo, el Lunes Santo, y la Virgen de la Salud, el Domingo de Ramos.
No siempre llueve en Semana Santa. El presente calendario ha coincidido con un temporal gris y pasado por agua que ha obligado a muchas ciudades a cancelar las procesiones, pero no siempre llueve. De hecho, debe hacerlo mucho para que, efectivamente, se anulen pasos. Lo que no pueden suprimirse son las horas de reflexión, la pasión y la emoción que recorre a aquellos creyentes que, durante estos días, acaso todo el año, encuentran en la fe su refugio personal.
Es el caso de Terelu Campos: aunque fuera la primera Semana Santa sin su madre, no ha renunciado a los rituales íntimos que cada año realiza entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurrección. A Málaga ha acudido, como cada año, para hacerlo. Ha sido sin la presencia de su hermana, en Honduras por su participación en Supervivientes —experiencia que no ha dejado de preocupar a Terelu—. Y, como desde hace varios años, no ha fallado a sus dos promesas personales que un día se hizo a sí misma y a quién sabe qué etérea personalidad del universo.
“Me meto bajo el manto y estoy rezando un tiempo”
La televisiva ha contado su experiencia en De Corazón, formato de TVE en el que participa como tertuliana. En plató ha detallado el sentimiento de esas horas y la materialización en los dos juramentos. “Me he criado en Málaga y estar en la Semana Santa es una tradición personal y familiar, pero desde hace años cumplo dos promesas: la del Lunes Santo con el Cautivo y la del Domingo de Ramos con la Virgen de la Salud”, iniciaba su discurso.
Cada una tiene un motivo. Es decir, una razón de ser. “La de la virgen la hice cuando tuve el primer cáncer y dos de las hermanas de la Cofradía le pusieron un pañuelo en el pecho derecho a la Virgen. El día que salió la Virgen en procesión al pasar por mí se acercaron a darme ese pañuelo”, recuerda a la par que se reencuentra en ese hueco de su memoria con la razón que le hizo comprometerse a este hecho: “Y, desde entonces, cuando el recorrido ya no es oficial, me meto bajo el manto de la Virgen y estoy ahí rezando un tiempo”.
Su devoción por el Cautivo no es flor de un día. Al contrario. “Es de muchos años antes porque no me quedaba embarazada y le dije ‘si me quedo embarazada vendré todos los años a verte en procesión’ y lo hago”, dice. Y lo hace cada año, independientemente de si llueve o no porque, se sabe, no siempre llueve en Semana Santa.
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