La vida personal de Pipi Estrada, colaborador de ‘El Chiringuito’ y de ‘Fiesta’

Es legítimo que uno se pregunte cómo presentar a quien ya se conoce. Da igual el camino, la cadena, el sector o la edad: si algo puede afirmarse sin temor a réplica es que todo el país conoce a Pipi Estrada, ese hombre que fue capaz de convertirse en rostro clave del monte Rushmore del corazón tras haber sido antes uno de los periodistas deportivos más voraces y efectivos de los años ochenta en España, amén de su talentosa habilidad en el áspero campo —de guerra— del reporterismo. Su faceta pública ha bebido de la privada; y la privada, de la pública. De ahí el imán que lleva implícito su plano personal.

El baile empezó en Madrid. Aunque oriundo de Gijón, fue la capital la que marcó su vida: allí se mudó para hacer realidad el deseo de su padre, que trabajaba en la Empresa Nacional Siderúrgica, y estudiar Ingeniería industrial. Llegó Pipi y quiso la realidad social del país que estallase la Movida madrileña: compaginó sus estudios universitarios con el trabajo de dj en varias discotecas de la noche renovada noche castiza. Después vino el periodismo.

Tras la muerte de su padre, cuando tan solo tenía 22 años, sonó por primera vez su voz en la radio. Gaspar Rosety, un periodista a quien conocía de sus días en la urbe asturiana, le facilitó un puesto en Antena 3 Radio en tiempos de García. El resto es historia: once años permaneció en la emisora, más de una década donde el periodismo fue crudo y en la que se consagró como reportero de élite.

La ola del corazón

Antes de que esta etapa echase a rodar Pipi había encontrado el amor. Fue con Teresa Viera, su primera esposa, cuyas nupcias se celebraron en 1978 y con quien tuvo dos hijos: Francisco y Borja. Aquella historia terminó un cuarto de siglo después. Era el año 2003 y había salido a la luz previamente su affaire con Terelu Campos, con quien inició una relación después de divorciarse de Viera que se alargó hasta 2006. Entonces la figura de Pipi, que no necesitaba presentación, se convirtió en un indispensable de la prensa rosa.

El mismo año en el que decidieron dejar aquel noviazgo participó en Supervivientes. Después vendría una cascada de formatos, como A tu lado o Sálvame, que le hicieron consolidarse en el mundo del corazón; tan frenética fue su vena profesional como rápida su recuperación sentimental: en 2006, tras romper con la hija de María Teresa Campos, empezó a salir con la actriz pornográfica Miriam Sánchez. Fruto de la relación que el más tarde ‘asesor del amor’ de Mujeres y hombres y viceversa mantuvo con quien también ejercería como ‘asesora del amor’ en el mismo formato nació un bebé que recibió el nombre de su madre. Miriam Estrada Sánchez es la tercera y última hija de Pipi.

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Fueron tantas las incursiones que su papel como reportero podía llegar a resultar cuestionado por las voces críticas que hacen del zapping su religión. Lo cierto es que no hubo forma de hundirle: durante sus años como protagonista de la prensa rosa compaginó sus labores como personaje público con el desempeño periodístico que seguía mostrando en varias emisoras y, más tarde, en variados espacios televisivos de temática deportiva. Y así hasta hoy: sólo alguien como él colabora al mismo tiempo en Fiesta y El Chiringuito de Jugones.

Su interior más recóndito

Jamás ha renegado de lo controvertido que explica su persona. En una reciente entrevista con El Mundo, Pipi reconocía haber conocido mejor la noche que las farolas, pero, eso sí, sin que ello supusiera la ingesta de alcohol y drogas. Que él sólo tenía y tiene un vicio y que, ante él, asume la filosofía de Julio Iglesias: “Digamos que he sido un auténtico profesional que ha apostado por la vida y he ido a favor de la naturaleza, pues eso es el sexo”.

En cuanto a las bebidas espirituosas, de nuevo, Gijón tiene la respuesta: “La persona que ha sido mi referente de vida, que no me dejó ni fincas ni nada material pero me dio mis valores, es mi padre y me lo robó el alcohol. Mi padre era alcohólico y murió alcohólico con un cáncer hepático tremendo a los 57 años. Yo tenía 21 años y desde ese día el alcohol es mi enemigo. Cada vez que veo el alcohol, veo al asesino de mi padre”.

El Pipi de los setenta, casado con la noche madrileña, el de los ochenta y noventa, cosido a un micrófono y el de los ‘dosmil’, acusado por copar portadas de la prensa rosa conviven en una misma persona que, en realidad, nunca ha dejado de ser todo a la vez. Pero todo esto ya se sabía. Eso sí: resulta legítimo que uno se pregunte cómo presentar a quien ya se conoce.

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