La vida personal de Leticia Sabater: de la desaparición de su expareja a sus retoques estéticos
La artista y presentadora de TV, tiene una vida personal repleta de polémicas. Como cada Navidad, vuelve a ser protagonista por sus famosos villancicos.
No hay Navidad sin villancicos; ni villancicos sin el de Leticia Sabater. La artista y presentadora de TV no deja indiferente a nadie cada año con sus canciones navideñas y esta vez ha presentado “El Langostino Rufino”. Un tema que a bien seguro dará que hablar en redes sociales y que nos da pie para recordar la vida de uno de los personajes más míticos de la televisión en España.
Nacida en Barcelona, empezó a ser conocida gracias a los programas infantiles que presentó en la televisión durante los años 90. Antes, a finales de los 80, ya había hecho de azafata en el ‘Un, dos, tres... responda otra vez’, en la Vuelta Ciclista a España o en ‘Por la mañana’, de la mano de Jesús Hermida. Durante mucho tiempo, compaginó la televisión con la actuación, tanto en el cine como en el teatro. Además, empezó a dar sus primeros pasos en el mundo de la música, en el que actualmente se desenvuelve profesionalmente con unas letras de marcado contenido sexual.
Si su vida profesional siempre está en el foco, su perfil personal tampoco está exento de miradas críticas. Sabater se casó con el empresario ovetense José María Fernández. Sin embargo, su idilio fue bastante breve, pues tan solo tardaron un año en divorciarse. Para la ocasión llevó un vestido de Petro Valverde, el mismo diseñador que vistió a la infanta Elena en su boda con Jaime de Marichalar.
Su gran amor le llegó más tarde, aunque también fue breve. Mantuvo un noviazgo con Roberto Corbo, un empresario del mundo de la noche que desapareció repentinamente en 2009, cuando ya no estaban juntos. Cinco años más tarde, una declaración de un testigo anónimo que aseguró que Corbo estaba enterrado en un pinar de Coslada derivó en que la investigación concluyera dándolo por muerto.
Retoques estéticos
Desde que empezó a salir en televisión hace casi cuarenta años hasta ahora, el estado físico de Leticia Sabater ha ido cambiando. Parte evidente es fruto de la edad, aunque no se pueden obviar las numerosas intervenciones quirúrgicas a las que se ha sometido. Unas menores, como la blefaroplastia para reducir los párpados caídos o un lifting de cuello y barbilla; y otras mayores, como una vaginoplastia para reconstruirse el himen o un remarque de abdominales y otros músculos. La corrección de su estrabismo o el tamaño de sus pechos le han hecho tener que pasar también varias veces por el quirófano.
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