TELEVISIÓN

La vaquilla del ‘Grand Prix’: “Me pagan, pero esto lo haría hasta gratis porque me lo paso muy bien”

Miguel del Pozo atiende a AS en la previa de la gran final del programa del verano. Además de ser la vaquilla del programa es la mascota del Estudiantes.

La vaquilla del ‘Grand Prix’: “Me pagan, pero esto lo haría hasta gratis porque me lo paso muy bien”

Miguel del Pozo Álvarez (Madrid, 1981) podría ser noticia simplemente con echar un ojo a su palmarés como atleta. Sin embargo, ser campeón del mundo máster de 5.000 metros, campeón de Europa de 10 kilómetros y subcampeón mundial en esta misma prueba no le ha dado tanta repercusión mediática como otra de sus grandes aficiones. Y es que, dentro de su polivalente perfil profesional, del Pozo es también conocido por dar vida a la vaquilla del Grand Prix y al delfín Ramiro, la mascota del Estudiantes.

Al hilo de su participación en uno de los formatos televisivos más exitosos del verano, Miguel ha atendido la llamada de AS desde Budapest para contar cómo ha sido su primera experiencia en la televisión. Además, justo en el día en que se celebrará la gran final del programa entre Alfacar (Granada) y Aguilar de Campoo (Palencia), “Gabriela, la vaquilla que canta zarzuela” recomienda encarecidamente su visionado. “Es como si fuera la Super Bowl. Es el mejor programa por detallitos y por espectáculos. Es la despedida final y va a ser muy bueno, porque se lo han currado mucho”, asegura.

P: ¿Quién es Miguel del Pozo y cómo termina siendo la vaquilla del ‘Grand Prix’?

R: Soy una persona que estudió Educación Física. Antes empecé Ciencias ambientales, pero vi que no era lo que me gustaba. Estuve unos años ejerciendo, pero era un trabajo muy volátil y me pringaba los findes. Al final entré a trabajar en una fábrica para poder trabajar de lunes a viernes. Prefiero no realizarme en mi vida laboral y sí hacerlo en la personal teniendo tiempo libre para hacer lo que quiera.

Soy la vaquilla del Grand Prix porque antes he sido el delfín Ramiro, la mascota del Estudiantes. En el programa buscaban una mascota que fuera capaz de putear y animar. Resulta que el productor ejecutivo del programa es el entrenador del Real Canoe femenino de baloncesto y había venido a verme -bueno, a mí no, al Estudiantes- en alguna ocasión. Además, su cuñada es Mariana González, la jugadora más histórica del Estudiantes femenino. Me contactó ella primero por Instagram y luego la encargada de casting. Me hicieron una entrevista y me cogieron. Tenía cierto miedo porque igual tenía que hacer de vaquilla real y tenía que dar cabezazos por ahí, pero cuando me dijeron cuál era el perfil real estaba convencido de que yo lo daba.

¿Qué te hicieron hacer en el casting?

El disfraz todavía no les había llegado, porque lo hacen los mismos que los de Mask Singer. Me dijeron que qué haría dentro de la mascota, pero claro, yo no soy actor ni tengo método ni nada. Me pongo el disfraz y me vengo arriba, pero sin el disfraz me cuesta más meterme en el papel. Al final me dijeron que me metiera en un bolo, pero los bolos no hacen nada. Gracias a que les había mandado vídeos de Ramiro y ellos me habían visto, la cosa fue para adelante. Yo les dije que mi objetivo en la vida era no trabajar, pero que de vaquilla haría hasta si fuera millonario o si no cobrase. Me pagan, pero eso lo haría hasta gratis porque me lo paso muy bien.

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Miguel del Pozo

¿Eras seguidor del ‘Grand Prix’ en su primera etapa?

Sí, mucho. A mí cualquier programa de habilidades me atrae, porque me gusta mucho el deporte. Era muy divertido. Se juntan los componentes que más me gustaban: gente haciendo pruebas y ser muy divertido. Solo me faltaba el pueblo, porque el de mi familia materna tiene diez vecinos, había más vacas que habitantes. A mí, al estar empadronado en Madrid, me daba rabia pensar en que cuando fuera mayor nunca iba a poder ir. Pero aquí estamos. Cuando entré al plató el día que empezamos los ensayos y ya estaban montados los juegos fue como volver a la infancia.

¿Cómo era una jornada de trabajo entera?

Generalmente se grababan dos programas por semana, los martes y los viernes. Yo sabía que esos dos días iba a ser una paliza, porque yo entraba a trabajar como mozo de almacén a las 6:45 de la mañana. A las 13:00 salía y me iba zumbando a Fuenlabrada a grabar, porque se entraba a las 13:30 y a las 15:00 empezábamos a grabar. Tenía que llegar, reunirme con dirección para que me dieran el guion del programa y empezar a grabar hasta las 22:00 y pico o, incluso, algún día hasta más allá de las 24:00. Además, como atleta que soy tengo una tara que es que tengo que entrenar todos los días, así que me levantaba una hora antes para poder correr un rato antes de trabajar.

Yo tengo que ser una ayuda, no ser determinante. Hay juegos donde no hago más porque no puedo hacerlo con la herramienta que me han dado y otros donde tengo que controlarme, porque si les doy a todos no pasa ninguno.

Miguel del Pozo, vaquilla del 'Grand Prix'

Imagino que no es lo mismo encarnar al delfín Ramiro, que es un papel en el que prima la espontaneidad, que hacer de vaquilla en televisión, donde está todo mucho más guionizado y planificado.

Efectivamente, cada papel tiene sus ventajas y sus inconvenientes. En el Estudiantes la gente está hasta arriba de trabajo y yo me busco la autogestión prácticamente buscando algún voluntario. Casi nadie me dice qué tengo que hacer, salvo que salga en la fotografía de algún concurso o hacer algo en los tiempos muertos. Pero voy a mi aire por la grada. En la televisión tienes que estar preparado para salir cuando usen el comodín siguiendo unas reglas. Hay juegos donde no puedo hacer lo que quiera. Ni salir en la primera ronda, ni golpear el balón. Yo tengo que ser una ayuda, no ser determinante. Hay juegos donde no hago más porque no puedo hacerlo con la herramienta que me han dado y otros donde tengo que controlarme, porque si les doy a todos no pasa ninguno. Además de respetar los tiempos y los planos de cámara. Los primeros días fue más difícil, porque cuando estaban preparando los juegos me ponía a jugar con las pelotas, me subía al decorado por la costumbre de hacerlo en el WiZink Center o animaba al público justo cuando los regidores necesitaban silencio. Pero siempre llevaba un pinganillo donde me daban indicaciones.

Alejado del guion, fuiste el protagonista de uno de los momentos más virales cuando recibiste un pelotazo por parte de un concursante.

Soy partidario del juego limpio y honrado, pero me gusta también el rollo Petrovic. Si el concursante se ha enfadado es porque le he dado bien, aunque siempre dentro de la deportividad. No se puede volver a los 90 a tirar mecheros a los jugadores, pero en un programa deportivo hay que tener ciertas licencias. El juego es difícil y si encima te llega uno con un palo. Pero vamos, me tiró una pelota de pilates, nada más. Puse un tuit cuando se emitió para defender al concursante, porque tenía miedo de que hubiera palos por la acción y a mí me pareció divertido.

Tu presencia en el programa responde a una de las decisiones más polémicas tras su regreso. La Ley de Bienestar Animal impide la presencia de animales vivos en programas de televisión. ¿Qué te parece esta decisión?

La mentalidad va cambiando. A mí en los 90 me parecía totalmente normal que hubiera vaquilla. De hecho, yo en esa época era un niño y estaba deseando ser mayor de edad para meterme dentro del ruedo a correr en capeas pequeñas en fiestas. No soy nada taurino, pero no consideraba eso un maltrato. Luego te pones a pensarlo y te hace abrir la mente. Puede ser un tema a debate que a la vez que se está quitando la vaquilla se graben los encierros de San Fermín, o se emitan corridas de toros. Sí, pero la ley es la que es y sé que hay gente en el programa que no quería cambiar la vaquilla. Dentro de esta opción, me siento orgulloso de mi papel porque estoy defendiendo mis ideas. Esto es algo que va con mis ideas y espero haberlo hecho de manera que, dentro de unos años, si quitasen la vaquilla de peluche, sea yo o no, la gente diga que echa de menos la vaquilla mascota y que la prefieran sobre la otra. Que sea una cosa con personalidad que una vez que se acostumbre la gente al cambio se convierta en una cosa importante del programa.

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El Grand Prix

¿Cómo ha sido trabajar con Ramón García?

Una experiencia muy buena. Me gusta, porque creo que es una persona que ha luchado muchísimo para que volviese el programa. Y eso demuestra que a él le gusta, que para él no es un trabajo más, que es casi como un hijo. Siempre da consejos o si tenía que hacer críticas las hacía desde la ironía. Me esperaba más gritos y mal rollo desde la tele, pero al revés. Ha sido todo buen rollo y el equipo de trabajo ha sido una maravilla.

¿Has visto tus programas?

Los veo. Primero porque me gusta el Grand Prix y si no me hubieran cogido lo estaría viendo igual. Y segundo, porque al final soy la mascota e intento ver gestos y cosas que sé que puedo mejorar. Como en los ensayos yo no veía cómo quedaba en cámara y el disfraz no me lo probé hasta el final, me gusta . Por ejemplo, la primera emisión fue justo el día anterior a grabar la segunda semifinal y vi gestos que no me gustaban cómo quedaban o que habría hecho de otra manera, porque te crees que estás mirando para un lado, pero la cabeza del disfraz no lo hace porque cada mascota es distinta y tiene una gestualidad.

Desde 2016, Miguel del Pozo es la mascota del Estudiantes, una de las más valoradas en su trabajo dentro del mundo del baloncesto. Ver al delfín Ramiro en acción se ha convertido en uno de los grandes espectáculos dentro de los partidos del Estudiantes, tanto de su sección masculina como de su sección femenina. Ahora, tras su paso por la televisión, del Pozo reconoce que no sabe cómo le va a afectar su regreso a los pabellones “si sigo como delfín, que no tengo noticias”.

Me consta que hay muchos niños que quieren volver a ir a ver al Estudiantes por ti. ¿Cómo de importante es el papel de una mascota en un club deportivo?

Eso me lo han llegado a decir Javi Beirán (campeón del mundo con España en 2019 y jugador del Estudiantes entre los años 2006-2010 y 2021-2022) y Javi Cabrerizo (delegado del Estudiantes y de la selección española), que sus hijos querían ir a verme a mí más que a sus padres. A los niños pequeños les hace más gracia un delfín cabezón que un partido de baloncesto que no saben valorar en sí. Entonces llama mucho al atención. Creo que en esta época en la que el Estudiantes está en LEB y tampoco tiene sus mejores años deportivos, que haya niños que se animen es positivo. Muchas veces los niños tiran de los padres, y si los niños no quieren ir a los partidos, al final la balanza tiende a terminar cayendo de su lado. A lo mejor ahora los niños van a ver a la mascota, pero en unos años van a ver al Estudiantes. Al final la función de la mascota es que la gente se enganche al equipo.

¿De dónde nace tu pasión por hacer un trabajo como este?

El Estudiantes había tenido mascota años atrás para hacerse fotos y decidieron volver a tenerla. Yo soy abonado desde 1997 y a mí me gustaba mucho el tema. Siempre decía que si me dejaran lo daría todo, porque llevo toda la vida viendo a las mascotas de otros equipos y recibiendo ejemplos de cosas a seguir. El club me llamó y así empezó todo. Debuté en un derbi contra el Real Madrid con un disfraz viejo, roñoso y sucio que estaba tan roto que para ver tenía que sacar la cara por la boca. Los niños se asustaban y yo pensaba que no iba a pasar de ahí, pero con el cambio de disfraz mejoramos muchísimo.

Están muy de moda las mascotas entre los equipos de baloncesto españoles e incluso es común verlas juntarse en algunos partidos o eventos como en la Copa.

Me da mucha rabia. Tenemos un grupo de Whatsapp para hablar de ciertos temas. El primer año que se hizo un evento en el que se juntaron las mascotas fue en la presentación de la Liga Endesa del año pasado. Y claro, por estar el Estudiantes en Leb Oro no pude ir. Además, el grupo es una especie de pequeño sindicato. Las mascotas en España somos una figura muy amateur y casi nadie vive de serlo, pero intentamos que nos valoren y que se respete una labor que no puede hacer cualquiera. Me contaban que, a ese evento, que fue por la mañana un día laborable, algunos clubes mandaron los disfraces y metieron a voluntarios porque las mascotas estaban trabajando. Claro, hubo algunos que a los 20 minutos tuvieron que salir, porque no es fácil estar dentro de un disfraz horas por el calor o la angustia que pueda producir. Ser mascota no es tan fácil como un juego.

El grupo es una especie de pequeño sindicato. Las mascotas en España somos una figura muy amateur y casi nadie vive de serlo, pero intentamos que nos valoren y que se respete una labor que no puede hacer cualquiera.

Miguel del Pozo, mascota del 'Grand Prix'

Hace unos meses vimos como McGregor le pegaba sin rodeos un puñetazo a la mascota de Miami Heat. ¿Has tenido algún episodio similar a ese?

Parece que le habían cantado algo antes, iba calentito y lo pagó con la mascota. Lo más que me ha pasado fue que la entrenadora de un equipo de niños que les dijo que se tiraran encima de mí. Y claro, con diez niños encima pues tuve contusión en las costillas que me dolían tres semanas al toser o correr. Pero no fue algo de mala fe ni nada. Los niños son niños y la entrenadora no tuvo mucha cabeza en ese momento. Tampoco he tenido accidentes, aunque siempre he tenido el riesgo. Al principio me comía todos los bancos de los fotógrafos y tenía las espinillas como un delantero de los 80, pero ya he cogido las distancias y la forma de caminar para antes de tropezar tener contacto.

Además, en tu caso y en el del Estudiantes, merece ser destacado que estás tanto en los partidos del masculino como en los del femenino.

Tengo que decir que al principio lo importante era que yo estuviera en el masculino. Solo me pagaban por el masculino, pero yo también iba al femenino porque les tengo mucho aprecio y valoro mucho su esfuerzo. El femenino es profesional en funcionamiento, pero no en reconocimiento ni en sueldo. Pero eso hace que me guste más, porque precisamente valoran más mi labor. También tengo buen trato con los jugadores profesionales, pero con ellas suele ser mucho más cercana.

Ahora que, por fin, el Estudiantes ya responde al femenino como se merece, lo siento como un éxito del club y de todos los que hemos estado ahí. Porque aunque lo de la mascota no era igual, el club siempre ha apostado por darle la misma importancia en redes aun sabiendo que la repercusión de sus mensajes era inferior. Eso es muy importante, porque ahí se establece la igualdad, dándoles un altavoz para que puedan seguir creciendo. Hay que pensar que el Estudiantes femenino está en la máxima categoría y jugando Europa, mientras que el masculino está en LEB Oro. Aunque no podemos presumir de ser un club con igualdad absoluta, sí podemos hacerlo de ser parte de la solución y no del problema. Además, de un modo bastante auténtico, porque es una cosa que se ha hecho por valores y no por moda.

Después de ser la mascota del equipo de tu vida y salir en el ‘Grand Prix’, ¿te queda algún sueño por cumplir como mascota?

La mascota es una figura que quizá es más de deportes de pabellón, aunque en el atletismo están cogiendo mucho peso. Mi sueño sería ser mascota en algún gran campeonato de atletismo en España. En una pista pasan tantas cosas a la vez que es como un parque de atracciones, tienes mil cosas para hacer el chorra. Me encantaría, pero lo veo difícil porque es complicado que haya grandes eventos en España en los próximos años. Y luego, que tendrían que querer contar conmigo, claro.

Espero haberlo hecho de manera que, dentro de unos años, si quitasen la vaquilla de peluche, sea yo o no, la gente diga que echa de menos la vaquilla mascota y que la prefieran sobre la otra.

Miguel del Pozo, vaquilla del 'Grand Prix'

¿Es el año de soñar con el regreso del Estudiantes a la Liga ACB?

Con respecto al Estudiantes, ahora mismo hay que separar entre la parte deportiva y la económica. La situación económica es bastante compleja y desde el club han decidido poner todos los recursos en el equipo masculino para intentar el ascenso. Todo ello, a cambio de recortar en personal muy válido, que hacía un gran trabajo y que tampoco creo que con su retribución fastidiasen tanto las cuentas. Yo me he manifestado públicamente contra su despido porque no creo que las cosas deban hacerse así. Han empezado a despedir por abajo cuando realmente los responsables son los que están arriba.

Por otro lado, en la parte deportiva parece que se ha aprendido de los errores y que se puede hacer un año muy bueno. ¿Luego como salga? No lo sé. Pero yo creo que yo y cualquier aficionado podemos decir que si no sale, no habrá sido porque se haya hecho mal el equipo. Otros años se podía torcer el gesto y tal, pero este año el equipo pinta bien. El entrenador tiene experiencia en la categoría y ha preferido venir al Estudiantes que quedarse en Palencia, a los que ha subido a ACB y donde no iba a tener tanta presión porque había hecho el milagro de ascenderles y le adoran. Ha preferido venir a un sitio donde tiene más que perder y ganar. En ese sentido, con la parte deportiva, estoy muy contento. Pero lo de los despidos es una realidad que no se puede obviar.

En el programa, curiosamente, te has encontrado con una de las árbitras que más dirige a tu equipo, tanto al masculino como al femenino. Le habrás pedido que sea benévola este año.

Realmente, y no es porque sea la árbitra del Grand Prix, igual que hay árbitros que te quedas con su matrícula porque consideras, a modo subjetivo, que perjudican a su equipo, de Asun nunca he tenido esa sensación a pesar de que nos ha pitado muchas veces. Al contrario, creo que es una gran profesional. Ella conocía al delfín, pero no me conocía a mí. Y la primera vez que hablamos lo primero que le pregunté es que cómo no había ascendido a ACB, porque realmente creo que es una muy buena árbitro y que hace un muy buen papel.

Compaginar todos sus trabajos dotan de mucho más mérito su carrera como atleta. Con cerca de “1.300 días consecutivos entrenando” a sus espaldas, los periodos de vacaciones están reservados para las competiciones oficiales o para hacer viajes como el más reciente a Budapest para ver en directo los Mundiales de atletismo.

Después de haber conseguido ser campeón del mundo máster, ¿cómo afrontas el futuro de tu carrera?

El europeo es dentro de un mes en Pescara. Tienes que disponer de vacaciones para poder ir y de dinero para poder pagártelo. No es un campeonato absoluto que va cualquiera, aunque sí son oficiales. Las organiza Master Athletics y hay que estar federado, porque las nacionales amparan la competición pese a que todo sea amateur. No es lo mismo que se celebre en Corea, donde la mayoría de los participantes van a proceder de países próximos; que que sea en Europa, donde ocurre lo mismo. A mis títulos hay que darles la importancia justa. Yo he sido campeón del mundo sin ser el mejor de España, porque aquí hay gente que me gana. En mi mejor momento, a lo mejor seis o siete. Es algo anecdótico que, evidentemente, me hace mucha ilusión, pero no es como ser campeón del mundo absoluto.