JUSTICIA
La angustia de la presunta víctima de Rafa Mir: “Oiga, por favor, ¿puede llamar a mi padre?”
‘Las Provincias’ recoge extractos del atestado policial del caso del jugador del Valencia: para la Guardia Civil, los relatos de las denunciantes son “consistentes con coherencia en los hechos”.
El diario Las Provincias ha desvelado hoy nuevos datos de lo sucedido en las inmediaciones de la casa del futbolista Rafa Mir en la urbanización Torre en Conill de Bétera en la madrugada del pasado 1 de septiembre después de que este, presuntamente, agrediese sexualmente a una joven de 21 años, de acuerdo con lo que se indica en la denuncia.
Tras salir de fiesta a una discoteca de Valencia con el también futbolista Pablo Jara y otro amigo, conoce a dos chicas (de 21 y 25 años) a las que invitan al domicilio del delantero para continuar con la fiesta. Allí, el jugador habría mantenido relaciones sexuales consentidas con una de ellas, la de mayor edad, y posteriormente habría bajado a la piscina de la vivienda, donde estaba la más joven con los otros dos jóvenes. Ahí, según el informe, habría tenido lugar la primera agresión.
“Cogió a la dicente a la fuerza y la tiró a la piscina con la ropa puesta (vestía top negro y falda pantalón elástico). En cambio, Rafa iba en calzoncillos. Una vez en el interior de la piscina, la coge a la fuerza e intenta besarla mientras la coge de la cara en contra de su voluntad, intentando ella retirarse en todo momento. En ese instante, refiere que Rafa la agarra con un brazo por la espalda mientras le introducía los dedos […] por un lado del pantalón (el cual era elástico), no pudiendo especificar la cantidad de dedos que le introduce. Además de ello, le toca todo el cuerpo en contra de su voluntad”, dice el acta.
También especifica que la mujer se negó “en todo momento” a tener relaciones sexuales con él, y que le expuso “verbalmente y de forma contundente que la dejase y que no quería que hiciera eso, llegando esta agresión a consumarse durante cinco minutos”.
Tras esto, ella habría salido de la piscina para secarse en el interior de la vivienda, donde pidió ayuda a su amiga para buscar su teléfono, y llamó a su padre para que la fuese a recoger, aunque este se dirigió primero a la discoteca donde creía que estaba su hija por la ubicación de su móvil. Nerviosa, abandonó el chalé, pero llamó de nuevo al timbre al darse cuenta de que se había ido sin su bolso. Le abrió su amiga, que seguía allí, y, de acuerdo con el atestado, fue el “momento en el que Rafa la coge fuertemente por el brazo, llegando a provocarle varios morados y la introduce en el baño de la planta baja”. Allí habría tenido lugar la segunda agresión. Este “cierra la puerta y echa el pestillo apara que no pudiera salir. Rafa la sienta encima del lavabo y procede a introducirle de nuevo los dedos […], sin quitarle la falda pantalón”, mientras su amiga protestaba al otro lado de la puerta ya que no veía bien que la joven estuviese con el futbolista después de haber tenido relaciones con ella.
Cuando consigue zafarse del jugador, sale a la calle con sus enseres y su amiga, tapada solo con una toalla porque quería volver a entrar, la acompaña al verla nerviosa. Según su relato, los tres varones salieron detrás por si montaba un “lío” y volvieron a entrar. La amiga de la presuntamente agredida lo intentó también, pero “el varón de pelo largo [Pablo Jara] se lo impide mientras les dice que son unas niñatas y que se piren, llegando a empujarla para cerrar la puerta”, y quitándole la toalla, “golpeándola en la cara y dejándola únicamente portando un tanga como única prenda de vestir”.
El auxilio del vecino
Fue en ese momento cuando apareció un vecino que estaba paseando al perro por la urbanización y presenció la angustia de las jóvenes. “Oiga, por favor, ¿puede llamar a mi padre?”, le habría solicitado la denunciante. Sin embargo, el hombre consideró que antes debía avisar a la policía local, que levantaron acta. “Vi a dos jóvenes desvalidas que necesitaban ayuda”, dijo el vecino sobre lo ocurrido alrededor de las 8:30 de la mañana del domingo.
Según la declaración, una de las chicas vestía únicamente un tanga y se tapaba el pecho con las manos mientras gritaba: “¡Dame la ropa, tírame la ropa! […] ¡Hijo de puta, te voy a denunciar!”. La otra chica, que tenía la “cara desencajada”, fue la que le pidió ayuda.
Los investigadores de la Guardia Civil consideran que los relatos de ambas son “consistentes con coherencia de hechos” y apuntan frases como “siempre en contra de su voluntad” o “verbalizando su negativa en todo momento a acceder a lo que pretendía [el agresor]”.
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