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Gisele Bündchen recuerda su traumático desfile en topless: “Me puse a llorar”

La modelo brasileña se retiró de las pasarelas en 2015 después de 20 años de carrera, pero marcó una época y su legado sigue muy vigente.

Gisele Bündchen.

Con apenas 34 años a sus espaldas y 20 de ellos dedicada al mundo de las pasarelas y la publicidad, Gisele Bündchen ponía fin a su carrera como modelo en 2015. La brasileña, que marcó una época en el mundo de la moda, decidía priorizar su vida familiar junto a Tom Brady y centrarse en la crianza de sus dos hijos.

Sim embargo, su adiós dejó un vacío difícil de llenar y alguno de sus estilismos y trabajos sigue siendo muy recordado, como por ejemplo su etapa como modelo de Victoria’s Secret. En una reciente entrevista con Vogue, la brasileña, que en la actualidad tiene 41 años, ha recordado pasajes de su vida a lo largo de los looks que lució en determinados momentos de su carrera.

Y uno de los más controvertidos se refiere a la ocasión en la que protagonizó un desfile de Alexander McQueen en 1998 con la particularidad de que tuvo que hacerlo en topless. Tenía 18 años y fue un verdadero trauma para ella.

“Me puse a llorar. No tenía ni idea de qué hacer. Sobre todo, pensé en lo decepcionados y avergonzados que estarían mis padres. Intenté contener las lágrimas, pero seguían cayendo, y las plumas negras pegadas a mis pestañas empezaron a despegarse. Pensé en irme, en huir. Por nada del mundo iba a salir sin un top”, escribió en sus memorias, ‘Lessons: My Path to a Meaningful Life’ (2018), sobre el episodio.

Gisele Bündchen narra su experiencia para Vogue.
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Gisele Bündchen narra su experiencia para Vogue.Vogue

“Esa fue probablemente la noche en que comencé a pensar en mi yo público. Yo era una buena chica. Yo era una marimacho. Yo era alguien cuyos grandes pechos la avergonzaban desde que había llegado a la pubertad. Era una chica atenazada por el miedo a que mi familia se sintiera tan avergonzada que no volviera a hablarme”, añadía la modelo.

Una idea en la que incidió en su encuentro con Vogue. “No hubo una prueba, así que cuando me presenté en el desfile y vi que no había camiseta me puse a llorar. Estuve caminando todo el tiempo pensando: ‘Espero que mi padre no vea nunca esta foto’. Lo único que quería era irme pero, ya sabes, es una de esas cosas que te hacen más fuerte”, zanja la brasileña, que por aquel entonces ni siquiera sabía hablar inglés.