Gastronomía

Canayas, un turrón familiar a base de “ilusión y valentía”: “Todo el mundo me animó a venderlo”

Juan Gutiérrez, fundador de Canayas, atiende a AS para dar a conocer las raíces de la marca, así como su “historia familiar”.

Canayas, un turrón familiar a base de “ilusión y valentía”: “Todo el mundo me animó a venderlo”
Dani Sánchez
Adrián Córdoba
Nació en Madrid en 1998. Graduado en Periodismo (UCM) y Máster en Periodismo y Retransmisiones Deportivas. Llegó al Diario AS en 2020 y ha pasado por las secciones de baloncesto y actualidad, ahora en Tikitakas. Amante del cine, la música, pero sobre todo el baloncesto.
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La Navidad es uno de los momentos más esperados por todos. Llega diciembre, y con él los adornos, los árboles, y también tienen gran cabida en cada hogar los dulces. Las mesas se llenan de polvorones, panetone, el mítico Roscón, y también de turrones.

Estos últimos están cobrando especial protagonismo en los últimos años por la gran cantidad de tipos que hay. Sin embargo, hay marcas que siguen optando por los más tradicionales, como Canayas y sus turrones de chocolate. Una marca familiar que afronta su segundo año en el mercado, y que promete una “altísima calidad”, como destaca su fundador, Juan Gutiérrez, en AS.

La idea no fue suya, sino de su mujer, Ana Canales Benayas, quien llevaba haciendo este dulce típico en su casa desde hace más de 20 años para regalarlo, y que ahora se vende en toda España. Un dulce con una historia familiar, como su nombre, que “son los apellidos de Ana, y de ahí se nos ocurrió Canayas, pero fue después de pensar muchísimos nombres antes”.

“Al final, salió Canayas, y eso que yo no lo veía tanto, pero ahora me encanta porque tiene ese doble sentido, el familiar, y el del propio nombre, de ese lado ‘canalla’. Si no le íbamos a llamar Alma de Chocolate, porque nos gustaba mucho y era como muy zen, como nosotros, pero ya estaba registrado”, destaca Juan.

Una historia que también se traslada incluso a los turrones sin azúcar: “El turrón siempre estaba en nuestras mesas, y había dos personas que ya no están con nosotros, que eran diabéticas. Una era mi abuela Mercedes, y otra era una tía de Ana, María Rosa, y siempre que endulzábamos a todos, ellas se quedaban a dos velas, y entonces ideamos unas versiones sin azúcar y las adaptamos para que pudieran comerlas. Esto siempre ha sido un homenaje a ellas. Es un producto familiar en todos los sentidos, incluida la modalidad sin azúcar".

Entonces, decidieron embarcarse en esta aventura. Lo hicieron con “ilusión y valentía”, pues se trataba de un mundo completamente nuevo para ellos: “Tuvimos el empujón de nuestro amigo Fernando. Nosotros nunca habíamos emprendido y en nuestro entorno tampoco somos emprendedores, y todo el mundo nos decía que el turrón estaba muy rico, que debíamos comercializarlo, y esta persona nos dio las claves de cómo podríamos hacerlo, aunque contábamos con la dificultad de que yo tengo mi trabajo de periodista, y mi mujer, por temas personales, tampoco puede dedicarse a ello. Nos tiramos un poco a la piscina”.

No todo les salió de ‘cara’, pues tuvieron que hacer frente a diferentes problemas: “El año pasado, los plazos que teníamos previstos, no se cumplieron. La empresa que nos iba a hacer la página web, que se comprometió a tenerla a finales de septiembre, no estaba, y hubo que hacerla deprisa y corriendo. También nos quedamos sin la empresa que nos iba a producir el turrón y tuvimos que buscar donde lo elaborábamos”.

Canayas, un turrón familiar a base de “ilusión y valentía”: “Todo el mundo me animó a venderlo”

Entonces, apareció una solución que es ya una realidad para Canayas, y es el Escuela IDEO: “Surgió por una conexión familiar, y es que, en los colegios, a partir de las 15 horas, tienen sus cocinas industriales paradas, y nos llegó la posibilidad de llegar a un acuerdo con IDEO, y nosotros utilizamos esas cocinas solamente previo aviso, por las tardes cuando no están los niños, y los fines de semana”.

Una colaboración con fines solidarios, pues en su acuerdo “también se vincula a la Fundación Escuela IDEO, que tiene un proyecto precioso en Turkana, un programa de desarrollo en una de las zonas más deprimidas de Kenia, y entonces una parte de esa producción, de ese alquiler, va destinado a una causa social, con lo cual eso nos llena a nosotros mucho”.

Un proyecto cargado de ilusión, y con un proyecto cuidado al detalle, con más de 20 años de ‘pruebas’, no solo en casa, sino entre familia, amigos, y conocidos: “Es un producto artesano, familiar y de calidad. Todas las Navidades le llevábamos uno de regalo a nuestros amigos, en el colegio, a los médicos... y ahí mi mujer llegó un año en que hizo casi 100 tabletas, y eso solo para regalar en familia”, destaca Juan Gutiérrez.

Además, cuenta con productos de calidad: “Es un producto hecho a partir de una receta familiar y se hace todo artesano, y luego por convicción nuestra, queremos que sean los productos de calidad máxima, incluso algunos de ellos son ecológicos, con una selección de los frutos secos de calidad, también de los chocolates que utilizamos”. Y, así, todo ello le hace ser especial: “Cuando los pruebas no se parecen a nada que haya en el mercado, aunque luego turrones artesanos de chocolate hay muchos, pero como el nuestro no hay ninguno”.

Llevan tres frutos secos, lleva arroz inflado ecológico, lleva pasas, llevan maíz... Hemos conseguido que el blanco no sea tan dulce, no muy empalagoso, y esto es a base de estar probando hasta dar con algo que está rico. Yo creo que la diferencia es que en los nuestros se nota ese sabor artesano, y que muchos dicen que tiene mucho fruto seco, y es porque normalmente no hay esa cantidad de frutos secos en el mercado. Para que se diferencie, debe tener algo diferente”, añade, incidiendo en que buscan chocolates de calidad y, cuando el mercado lo permite, de cercanía.

Canayas, un turrón familiar a base de “ilusión y valentía”: “Todo el mundo me animó a venderlo”
Dani Sánchez

Y es que Canayas cuenta con tres turrones diferentes, Tentación, Pasión y Deseo, cuyos nombres también están relacionados con el de la marca: “Tenía que tener relación con el nombre y nos pegó lo de ‘Tentación’, imaginándonos a un diablillo diciendo: ‘Come esto’. Y a partir de ahí dijimos que fuese algo parecido, como ‘Pasión’ y ‘Deseo".

Tres turrones entre los que destaca el de chocolate negro: “El que más se vende es el negro, Pasión, porque hay ahora una tendencia de que el negro es más saludable porque tiene menos azúcar, y ese rollo healthy tira mucho. Es el que más vendemos en mercados, aunque en estas fechas, según se acercan las Navidades, la gente se permite comer más dulces y se venden más los de chocolate con leche, que es más tradicional, y el blanco, que es más dulce. Saben más a Navidad. El más diferente, el que no vas a encontrar nada igual en el mercado, es el blanco, que se llama Deseo, y que sigue una receta muy diferente".

Aunque solo hay tres turrones, Canayas ha estado investigando durante años con qué otros chocolates pueden contar, surgiendo la idea del pistacho: “Donde más hemos estado trabajando, aunque al final no lo hemos sacado por falta de tiempo y porque ahora mismo el mercado no invita a ello, era de pistacho. A partir del chocolate de Dubái hemos hecho alguna receta que estaba muy rica, pero no hemos llegado a tiempo y tampoco hemos acabado de solucionar algún tema técnico, del atemperado y de cosas para poderlo comercializar. Entonces, para sacarlo deprisa y mal, preferimos esperar”.

En este, su segundo año, han tenido que trabajar arduamente en los turrones, pero también la parte de gestionar la propia marca, algo complicado para Juan, pues como destacaba anteriormente, no le era familiar el mundo del emprendimiento: “Yo no tengo experiencia, y mi mujer también viene del mundo del deporte porque era técnico deportiva, entonces no teníamos nada... Teníamos que conocer el mundo de los mercados de productores, que es donde estamos todos los fines de semana, y que es un mundo curioso, tiene sus características, y para nosotros era lo más complejo, el cómo venderlo... cómo proyectarlo... cómo conseguir mercados de una marca nueva que no existe...”.

“Es un mundo que tiene mil posibilidades, y como yo no me puedo dedicar al cien por cien a esto... Nos tiramos a la piscina porque pensábamos que se iban a vender por e-commerce, y nos hemos dado cuenta de que, a través de la página web, no se vende tanto, incluso aunque estés bien posicionado en SEO”, añade.

Canayas, un turrón familiar a base de “ilusión y valentía”: “Todo el mundo me animó a venderlo”
Dani Sánchez

El futuro de Canayas

Ahora, su misión pasa por comercializar sus productos durante todo el año: “Hemos estado buscando fórmulas para ver cómo podíamos vender ese turrón el resto del año, pero no conseguimos abrir demasiadas vías. Aprovechamos ese periodo para hacer acuerdos de tipo social o solidario, y hemos apoyado un festival de música rock, un concierto benéfico, un torneo de pádel, una gala deportiva, y además estamos colaborando también con la asociación Cielo 133, que hacen un proyecto de incubadoras en Etiopía”.

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“El objetivo ahora es rematar este año, que no está siendo fácil por circunstancias personales y familiares. Terminar este mes, que es el de mayor venta, y sentarnos y analizar la situación en enero. Analizar qué cosas podemos mejorar, qué cosas podemos hacer nuevas, y ya veremos dónde llegamos, como pasar por bodas, por hoteles, por lotes, salir a vender fuera, dar el salto internacional, y dar el paso a hacer chocolate o hacer helados y no solo turrón”.

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