SALUD

Fiebre Ozempic en Hollywood

La excesiva demanda del ‘medicamento milagro’ con fines estéticos amenaza el suministro a su principal destinatario: el paciente de diabetes tipo 2.

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Fiebre Ozempic en Hollywood

Hay un fantasma en la ciudad de las estrellas. Los cánones del séptimo arte pierden tallas gracias a la nueva ‘droga’, el ‘medicamento milagro’, la solución sin precedentes que ayuda a perder un 15% de peso a quienes se deciden inyectarse esta panacea que derrite la grasa. Se llama Ozempic, un fármaco destinado a los diabéticos que debido a su principal consecuencia, ignorando los efectos secundarios, y aupado por una cascada de comentarios favorables encabezados por las hermanas Kardashian, ha provocado una auténtica epidemia en Hollywood.

La lluvia de denuncias acerca de las experiencias con este medicamento, tan bíblicas y sanadoras como desagradables y controvertidos, no hicieron sino aumentar la fama de un producto que ahora escasea para aquellos que lo demandan por fines médicos y no estéticos. Su finalidad es controlar los niveles de azúcar en sangre, pero se ha reconvertido en un inyectable que mejora la visión de uno mismo ante el espejo.

“Al principio era el secreto mejor guardado...”

“Cuando Ozempic apareció en el horizonte, parecía una droga mágica, una solución rápida que disolvería la grasa y acabaría con el autodesprecio que las celebridades y otras personas con problemas de peso tienen hacia sí mismas”, explica Carole Lieberman, psiquiatra de Beverly Hills, a Newsweek. Había nacido un milagro que costaba 1.000 dólares al mes sin seguro médico.

Inmediatamente, quien disponía de Ozempic era el ‘guay’ de Hollywood, el adelantado y conocedor de aquello que otro no sabe, aquel que sonríe levemente cuando las cosas van mal y al que sólo le faltaba levantar una ceja. “A las celebridades no les gusta esperar por nada, desde champán que tarda una eternidad en llegar a su mesa hasta dietas que tardan una eternidad en ayudarles a alcanzar su peso ideal”, desvela Lieberman, que siguió de cerca la ascensión del fármaco: “Al principio era el secreto mejor guardado, lo que contribuyó a su frescura. Si conseguiste Ozempic, significaba que lo sabías”. Ocurrió que todo el mundo quería ser el ‘guay’ de Hollywood.

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Lee SmithREUTERS

A Sue Decotiis, especialista en pérdida de peso con sede en Nueva York, no le queda sino confesar la eficacia del producto a la misma revista norteamericana. Quizá ahí está la clave de la pandemia que sacude Los Ángeles, en términos metafóricos, y todos los Estados Unidos de América, si no el planeta, en concepto realista: “Los pacientes se ven muy afectados por la escasez en todo el país”.

El retrato que Decotiis hace de la situación es punzante y directo. “Hay una enorme escasez. A veces alguien comienza a tomar el medicamento y luego tiene que dejarlo. Los medicamentos son tan caros que algunas personas tienen que pagar de su bolsillo a menos que tengan un problema médico. El costo y la disponibilidad son un gran problema”, razona.

Faro de bombillas fundidas

Quizá se encuentre el foco el problema en los puntos de venta, pero allí tampoco se distingue barco entre niebla. “En EE.UU., no podemos controlar qué farmacias o pacientes específicos reciben Ozempic, ya que distribuimos nuestros productos a mayoristas que a su vez abastecen a farmacias minoristas”, dice un portavoz de Novo Nordisk, empresa sanitaria, a la misma revista, poniendo por delante que, pese a todo, no existe ningún problema con el suministro. En otras palabras, que las inyecciones están disponibles para todos los pacientes con diabetes de tipo 2 en el país.

Un medicamento que sirve para perder peso, pero no destinado a ello y no contemplado por muchas organizaciones para este fin; de estructura simple y fácil de descomponer para el cuerpo, pero con efectos secundarios que, cada vez, pasan menos desapercibidos. Un producto que hace las delicias de aquellos que buscan acercarse a los cánones hollywoodienses, pero que influye sobremanera en las prácticas de adolescentes que, simplemente, quieren ser como sus ídolos. Una vía rápida.

Nadie es capaz de disipar la neblina de las dudas que siembra su uso. Faro de bombillas fundidas. A la norteamericana sólo le queda mirar al cielo, prospecto en mano, y susurrar que, efectivamente, un fantasma sobrevuela la ciudad de las estrellas.

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