Un experto en marca personal analiza cómo podría afectar el cumpleaños de Lamine Yamal a su reputación: “Arma de doble filo”
Francisco Torreblanca, especialista en transformación creativa ‘in company’, analiza cuál es el impacto real de la controvertida fiesta y las vacaciones con Neymar para el jugador del Barcelona.
Lamine Yamal entró en la élite con menos de 18 años. Una mayoría de edad que le ha puesto en ojo del huracán tras una polémica fiesta de cumpleaños con temática de gánsteres en la que, según trascendió, había desde chicas de imagen hasta personas con acondroplasia contratadas. Una situación que le hace encontrarse ante un importante reto: construir su imagen de marca y no dañar su reputación con su actuación fuera del campo.
¿Está a tiempo el jugador de la Selección española y del FC Barcelona de no dañar el prestigio cosechado sobre el césped? “Apenas ha alcanzado la mayoría de edad y ya lleva mucho tiempo bajo el juicio público. Es lo que tiene ser una estrella mediática del fútbol de forma tan prematura. Lamine Yamal está viviendo uno de los momentos más decisivos y complejos de su carrera, tanto en el terreno de juego, como en el contexto cada vez más complejo de la marca personal profesional que todo deportista de élite debe gestionar (lo quieran o no)”, explica Francisco Torreblanca, especialista en transformación creativa in company.
“La reciente polémica en torno a la celebración de su fiesta de cumpleaños, sus vacaciones con Neymar o su exposición en redes junto a influencers del universo lifestyle han avivado un debate necesario sobre cuál es el impacto real que estas acciones pueden tener en la reputación y el valor de marca de una joven estrella como Lamine. Hoy, cualquier deportista de élite es mucho más que un jugador: es un activo comunicacional. Una marca viva que proyecta valores, actitudes, estilo de vida, hábitos y conductas que son seguidos —y analizados— por millones de personas. Esta marca, por un lado, se construye con goles, asistencias o títulos, pero, por otro lado, también lo hace con cada fotografía, cada story y cada gesto público fuera del césped”, analiza Torreblanca.
“El paradigma ha cambiado: ya no basta con ser excelente en lo deportivo. La gestión de la marca personal profesional se ha convertido en una responsabilidad estratégica. Los deportistas representan una narrativa pública que las marcas patrocinadoras seleccionan cuidadosamente para asociarse con ella. Es una cuestión de equilibrio, porque hoy las variables son otras”, agrega.
Símbolo de presente y futuro
Para Torreblanca, los errores en la exposición pública pueden hacerle pagar un importante peaje en la que a su reputación se refiere. “En el caso de Lamine Yamal, su ascenso vertiginoso ha venido acompañado de una visibilidad sobrenatural. Un precoz talento, su origen humilde y la irrupción en el combinado nacional lo convierten en un símbolo de presente y futuro. Trabajar para marcas tan emocionales (el fútbol tiene este sentido de pertenencia tan brutal) te aporta una visibilidad brutal, pero esta puede volverse en cualquier momento un arma de doble filo si no se gestiona con criterio. Eventos como una fiesta de cumpleaños excesivamente mediática o unas vacaciones junto a figuras como Neymar —un jugador que también ha vivido altibajos en su marca personal— generan peaje en términos reputacionales. Lo mismo ocurre con su presencia pública junto a influencers, que despiertan interés en ciertos públicos, pero también recelo en sectores más conservadores o corporativos”.
“Hay que tener muy en cuenta, además, que en las reglas de este juego existen dos fuerzas contrapuestas: lovers (fans absolutos del jugador por motivos obvios de pertenencia a su equipo favorito) y haters (todo lo contrario y quienes aprovechan el más mínimo desliz para la crítica). En este escenario, debemos lanzar una invitación a comprender que cada una de estas decisiones modela la percepción pública y el posicionamiento de su marca. Ni más ni menos”.
Corto plazo versus largo plazo
Torreblanca considera que la imagen de Lamine Yamal podría estar en riesgo de declive precoz: “A corto plazo, este tipo de exposiciones pueden incrementar su notoriedad, sumar seguidores y consolidar su perfil mediático entre las generaciones más jóvenes. Incluso puede parecer que gana en cercanía, autenticidad o espontaneidad. Sin embargo, esa popularidad no siempre se traduce en credibilidad. A largo plazo, si no se construye una narrativa coherente, consistente y alineada con valores sólidos, la marca Lamine podría sufrir un desgaste prematuro. Esto es algo dificilísimo, ya apenas está en sus primeras etapas de carrera y contextualizar esto con foco en largo plazo es altamente complejo. Pero esto no exime para no tenerlo en cuenta y ahí, su gente cercana, debe jugar un papel decisivo”.
“La credibilidad se erosiona cuando no existe un equilibrio entre talento, responsabilidad y madurez. Casos como el que hemos citado antes de Neymar, el de Mario Balotelli o incluso Paul Pogba son ejemplos de cómo una marca poderosa puede verse debilitada por una percepción desordenada”, agrega.
Relación con las marcas
Asimismo, este experto sostiene que una mala imagen podría dar al traste con otros potenciales ingresos fuera del campo: “Obviamente, las marcas que apuestan por embajadores deportivos buscan rendimiento. Pero hay una serie de valores que actúan como satélites maximizadores o minizadores como el esfuerzo, la humildad, el compromiso o la resiliencia que son fundamentales en el relato publicitario. Cuando una marca detecta que su embajador puede desalinearse de estos valores, el vínculo puede tensarse. Fuera del fútbol, hemos visto como marcas personales de deportistas como Tiger Woods (por adicción al sexo), Lance Armstorng o María Sharapova (por dopaje), Michael Phelps (consumo de marihuana) o Manny Pacquiao (controvertidas declaraciones de género) han perdido sus patrocinios con marcas muy relevantes del panorama internacional”.
“El mercado del patrocinio deportivo es extremadamente competitivo y cualquier desliz relevante en forma de conducta extradeportiva se ha convertido en un criterio determinante para mantener o perder acuerdos millonarios. Las marcas buscan visibilidad y confianza. Si se pierden estas premisas, se corta la relación y se genera una percepción muy negativa en el deportista que tarda mucho en curarse (o nunca lo hace). Por estos motivos, una exposición mediática constante y desordenada puede poner en riesgo futuras alianzas comerciales, más aún cuando el deportista todavía está en proceso de construir su madurez pública. Aquí, el rol del entorno —agentes, familiares, asesores— es clave para guiar al talento por un camino sostenible y profesional. Además, no olvidemos lo ‘viral’ que es actualmente cualquier salida de tono (ya sabemos que lo negativo siempre tiene más alcance que lo positivo). El ‘golpe de clic’ de cualquier usuario, en cualquier momento y desde cualquier lugar lo ha cambiado todo. Así es la economía digital”, añade.
Una cuestión de liderazgo personal
Pero hay esperanza: “Lamine Yamal tiene todo para ser un icono global del fútbol. El peligro es que ha creado tal expectativa a través de lovers y haters que no cumplir los objetivos imaginados puede ser muy duro. Calidad, historia personal y carisma (de esto tiene de sobra) lo posicionan como un referente generacional. Pero el verdadero liderazgo se ejerce también fuera del campo, donde se forjan los valores que definen a un ídolo. Como siempre digo, la clave en la vida es el equilibrio. En todo”.
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“Mi mensaje final sería el de ayudarle a ser consciente del momento, de que el tiempo ya no vuelve y que el aquí y ahora va a marcar su mañana. Lamine es más que un jugador: es una marca personal con influencia que hasta ahora, enamora. Como tal, tiene en sus manos la capacidad de inspirar, con el balón y sin él, ante la mirada del mundo”, concluye Torreblanca.
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