Raymond Cruz, Tuco Salamanca en ‘Breaking Bad’, arrestado por mojar con una manguera a la hija de su vecino
El actor de 60 años, que se encontraba lavando su coche en el jardín de su casa, perdió los nervios al observar cómo estacionaba cerca su joven vecina.
Quien repara en los ojos a Raymond Cruz puede distinguir en su felina mirada la locura de Tuco Salamanca, aquel narcotraficante de metanfetamina mexicano que, afincado en Alburquerque, puso en contacto, a través de una actitud compulsiva y profundamente agresiva, al Cartel de Juárez con uno de los dúos más populares de la pequeña pantalla: Walter White y Jesse Pinkman. Eso en cuanto a la ficción. Ocurre que, con toda probabilidad, numerosos seguidores de Breaking Bad se habrán acordado de su mítico papel al leer que Cruz ha sido detenido en la vida real.
El intérprete californiano ha sido detenido por la policía de Los Ángeles debido a un altercado en las inmediaciones de su domicilio. Aunque ya ha sido puesto en libertad —cabe señalar que no se han presentado cargos—, lo cierto es que el episodio, desvelado por el portal norteamericano TMZ, ha alcanzado un gran eco en Estados Unidos.
Reconstrucción de un delito surrealista
Según ha explicado el citado rotativo, el vecino del actor llamó a la policía tras escuchar la singular confesión de su hija: Cruz se hallaba lavando su coche en el jardín cuando la joven aparcó su vehículo cerca de la casa; al verla, él pidió que se marchara y, ante el caso omiso de la joven, decidió apuntar con la manguera a la chica, abriendo agua —y no fuego— contra ella. Cuando el vecino de Cruz llamó a la policía trasladó la presunta agresión. Y en cuestión de minutos, unos coches patrulla rodeaban la casa del intérprete.
Tan surrealista escenario ha terminado con el actor arrestado y subiendo a los coches de la policía de Los Ángeles. Según adelanta TMZ, el escenario más probable es que el Fiscal de la ciudad aplace el caso, advierta a Cruz de la gravedad de sus hechos y, al tratarse de un delito menor, únicamente amerite una audiencia en la oficina, donde el acusado quedaría exonerado con la citada advertencia o, en caso de que se tomase alguna medida, la obligación de asistir a un curso de control de la ira.
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No parece que el asunto vaya a tener mayor recorrido. Al fin y al cabo, se trata de mojar a alguien con una manguera, ‘crimen’ que, de serlo, dista mucho de los que Salamanca cometía en el desierto de Nuevo México.
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