Muere Alberto Fernández, marido de Maite Cadaval y cuñado de ‘Los Morancos’
Jorge, la mitad del dúo cómico, ha confirmado el fallecimiento de su cuñado con una bonita carta que ha enviado al cielo de forma directa.


La familia Cadaval se viste de luto. Alberto Fernández, esposo de Maite Cadaval, hermana de Jorge y César, Los Morancos, ha fallecido. Ha compartido la noticia a través de redes sociales el primero de ellos, adjuntando una bonita fotografía en la que el difunto y su esposa sonríen al amanecer en una playa y redactando una misiva que envía directamente al cielo.
“Me gustaría decirte tantas cosas que no sé por dónde empezar”, inicia, precisamente, encontrando en su corazón las palabras que no atina a construir su mente: “Bueno, sí sé. Me acuerdo cuando mi hermana me dijo que estaba enamorada de ti, y yo, su hermano, pensé: ‘Jorge, vas a tener que compartir una de las cosas más importantes que la vida te ha dado’”.
“El hermano que siempre estuvo cerca de mi hermana”
Todo empezó en la familia. Por ello fue tan bonita su relación. “Al principio no sabía cómo eras, esa persona que empezaba a entrar en casa de la mano de mi hermana”, expone, recordando las primeras veces en la que ambos cruzaron miradas, y viniendo a la mente el instante en el que, por fin, aceptó a esa nueva persona en su vida: “Pero entendí que debía dejar fluir esa relación que ella había elegido”.
Jamás se arrepintió de ello. “Y qué bien elegido, porque has sido y eres el mejor cuñado, el mejor amigo, el manitas que mi padre llamaba para resolver cualquier cosa”, escribe, desvelando las palabras más bonitas que uno puede dedicar a un cuñado: “Pero, sobre todo, te convertiste en el hermano que siempre estuvo cerca de mi hermana y que la hizo tan feliz”.
“Gracias por cruzarte en este bonito camino que es la vida. Gracias por hacer tan feliz a mi hermana. Gracias por darme esos sobrinos a los que adoro”, se arremolinan los agradecimientos. “Te has ido muy pronto, pero nos dejas el corazón lleno. Gracias, Alberto Fernández, por estos años tan bonitos formando parte de esta, tu familia”, completa. No sabía qué decir, tenía la mente en blanco; arrancó a escribir y, probablemente, no hubiera parado jamás.
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Al punto y final le siguió una postdata. “Te queremos mucho... y así seguirá siendo siempre”, sentenció en tinta digital la carta que nunca hubiera querido sellar.
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