La transformación física de Edward Furlong, de promesa de Hollywood con el mítico John Connor de ‘Terminator 2′ a caída estrepitosa
El actor ha confesado en un pódcast la intrahistoria que terminó con su carrera como intérprete y que marcó su vida para siempre.
A Edward Furlong le llegó la fama cuando menos le convenía. Apenas tenía 14 años y había debutado como John Connor en Terminator 2: El juicio final, cinta dirigida por James Cameron que llevó la mítica saga a un escalón superior. Parte del éxito se debió al increíble desempeño de aquel adolescente de rasgos juveniles, rudos y algo inocentes que describían el rostro de Furlong, cuya dupla con Arnold Schwarzenegger atrapó carismáticamente a toda una generación.
Había nacido una estrella. Pero, como si las caóticas leyes del cosmos jugasen a desordenar las cartas de las causas y las consecuencias, el astro terminó por implosionar cuando rozaba la cumbre de Hollywood con la yema de los dedos. La culpa fue de las drogas y del alcohol; los detonantes, una rúbrica optimista y una cruda sobredosis de cocaína. Y de eso han pasado ya casi 35 años.
La noche en la que todo se vino abajo
Ha sido el propio Furlong quien ha confesado en un pódcast qué ocurrió en aquellos lejanos días. “Dios mío, colega, tomé muchas drogas en mi vida y en el contrato decían: ‘Queremos que no te drogues’”, cuenta, de forma rápida, en unas declaraciones de las que se ha hecho eco Men’s Health. Luego hace algo más de buceo en la ambigüedad de su recuerdo: “Lo que sea, solo firmé una cláusula en el contrato en el que ponía ‘no drogas’... Y fue un buen trato. Fue el mejor trato que he conseguido en mi vida”.
Ocurrió, según dice, que su fulgurante despegue le valió un contrato millonario para aparecer en Terminator 3; en aquel documento debía firmar que, además, no podía consumir drogas. Firmó. Y mintió. Aquella misma noche fue infiel al texto y celebró su ‘pelotazo’ con auténtico festín de droga.
“Era como un montón de dinero, como millones, y yo nunca había ganado tanto, así que llamé a mis amigos y les dije: ‘chicos, acabo de firmar este contrato de p*ta madre, vamos a ir al club, vamos a conseguir un montón de cocaína y vamos a... eso es todo. Este es el final, tío, vamos a hacerlo”, rememora. La noche terminó en una sobredosis y en un ataque; los amigos llamaron a la ambulancia para que tratasen al joven Furlong, y al lugar llegó, además de asistencia médica, un ejército de periodistas. Salió la noticia y su oferta de trabajo se vino abajo por incumplir el mismo contrato sobre el que horas antes había estampado sus iniciales.
En más de una ocasión ha mencionado el actor que aquel suceso, en realidad, le salvó de una vida trágica por lo que hubiera podido hacer con semejante cantidad de dólares. Pero lo cierto es que no estuvo exento de otros episodios marcados por alcohol y drogas, cuyo consumo diluyó para siempre su rostro adolescente, que desapareció entre ojeras y un considerable aumento de peso.
Tras pasar por clínicas de rehabilitación y contar con la ayuda de expertos, Furlong logró liberarse de las drogas y, en la actualidad, goza de una buena salud, que se tatúa con sinceridad en una cara a la que, aunque irreconocible, ahora sí se le pueden adivinar unas muecas familiares que amenazaron con perderse justo en el momento en el que la fama llegó a la vida de Furlong; que fue, en resumidas cuentas, cuando menos le convenía.
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