La nueva vida de Drew Barrymore, la actriz que ‘coqueteo’ con las adicciones y resurgió a los 50 años: “Pude cortar con el eslabón”
La intérprete atravesó una difícil adolescencia marcada por la presión mediática y las adicciones que tanto habían lastrado a su familia.

Crecer rodeado de focos y en un mundo tan superficial como es el del séptimo arte puede tener graves consecuencias, y sino, que se lo digan a Drew Barrymore. La reconocida actriz comenzó la andadura en Hollywood con apenas siete años, cuando consiguió el papel de Gertie en el clásico del cine ‘E.T. el extraterrestre’. Desde ese momento, la vida de aquella niña se fue a pique.
La exposición temprana supuso una presión mediática que pocas personas podrían soportar, además, la exigencia de sus padres por mantenerla en el radar de los grandes estudios la llevó prácticamente a desarrollar un trastorno de conducta alimentaria, pues controlaban al milímetro su alimentación con la excusa de mantenerla “en forma” para los castings. “Mi madre no me dejaba comer azúcar. Studio 54 y la hierba y el alcohol les parecía bien, pero no me dejaban ni tocar el azúcar. Pero yo lo hacía, me comía el chocolate a escondidas, en el armario”, cuenta en su podcast ‘Drew’s News’.
Una adolescencia en caída libre
Ante la vida tan apresurada que llevaba, probó la marihuana y el alcohol con tan solo nueve años y la cocaína con doce, según relata en una autobiografía. Los antecedentes familiares no ayudaban a que tuviese una infancia normal como la de cualquier otro, pues tanto su padre John Drew Barrymore, como su abuelo el actor de teatro clásico en los años 20 y 30, John Barrymore, y su tía Diana habían sido drogodependientes o habían tenido problemas con el alcohol, una droga normalizada hoy en día.
La actriz reconoce que “haber dejado de beber alcohol es una de las cosas que más honra el apellido Barrymore, porque todos hemos sido muy hedonistas”. Admite que podría resumir la historia de su familia pensando que “esto no funcionó para nuestra familia y voy a detenerlo. Seré yo quien rompa el eslabón de esa cadena y tal vez mis hijos y sus hijos tengan una mejor vida gracias a ello”. Agregó también que “tenemos que luchar contra las locuras genéticas que nos traen nuestras familias”.
En plena pubertad, con 13 años, fue ingresada en un psiquiátrico pues llevaba una vida de locura y desenfreno. No acudía a clase ya que se pasaba las noches en clubes nocturnos, llegando incluso a robar en varias ocasiones el coche de su madre. Para ella, esa época fue un “reinicio” de su vida”, pues no necesitaba libertad absoluta, sino alguien que le pusiera límites y normas, disciplina para meterla en vereda.
El goteo de las adicciones en su vida amorosa
Su vida amorosa tampoco fue muy exitosa. En 1994, teniendo 19 años, se casó con Jeremy Thomas, matrimonio que duró solo un año. Al igual que ocurrió con su segundo marido, Tom Green, con el que estuvo casada de 2001 a 2002. William Kopelman se cruzó en su camino, con el padre de sus hijos Olive y Frankie pasó por el altar en el año 2012, para divorciarse cuatro años después.
La intérprete de 50 años confiesa que su problema número uno en la vida “fue el alcohol. Era un veneno para mí y recurría a él porque no quería sentir. Me sentía mejor cuando bebía, así que simplemente acudía a ello. Reconocerlo ya es una parte enorme del proceso”. Poco a poco y tras mucho tiempo de terapia, pudo salir de ese pozo sin fondo en el que se encontraba: “Cuando dejas de beber no es que todos tus problemas desaparezcan. Hay un montón de trabajo por hacer. Es una manera de honrarte a ti misma en cada paso y de dejar espacio para otras cosas. Para mí, el primer gran paso empezó con tomar conciencia, con no estar en modo negación, con escuchar lo que estaba pasando”.
El primer gran paso empezó con tomar conciencia
Drew Barrymore
Aunque bien es cierto que tras su divorcio volvió a las andas de las adicciones, recurriendo nuevamente al alcohol, pero Barrymore reconoció los síntomas y las señales de advertencia a tiempo, por lo que pudo frenar antes de que se le fuera de las manos. “Cuando sentí que la vida que planeé para mis hijos se esfumaba, creo que me enfrenté a un momento más difícil que las cosas que enfrenté cuando era niña. Se sintió mucho más real porque ahora no estaba sola; se trataba de estos niños que tanto me importaban”, dijo.
Drew Barrymore es toda una superviviente, pues no todo el mundo puede salir de una situación así, tan complicada y rodeada de gente que te incita a llevar una mala vida. A pesar de haber pasado por varias crisis de depresión y ansiedad, la actriz asegura que cuando se encienden las cámaras se olvida de todo. “No importa lo que haya pasado en mi vida personal, nunca he llevado mis problemas al set o al estudio. Nunca he arruinado un trabajo. Jamás me desmorono. No ando desprevenida. Doy todo de mí para trabajar. Soy una profesional consumada, con una ética de trabajo infalible”, afirmó.
Un siglo XXI de cambios
A lo largo de las dos décadas que llevamos de siglo, la mujer ha saltado de comedia romántica en comedia romántica y tiro porque me toca. Su filmografía es un legado que todo el mundo recordará cuando se retire, ya que lejos de hundirse, Drew ha conseguido reflotar una carrera en la gran pantalla que parecía arruinada, gracias a películas como ‘Scream’ o ‘Los ángeles de Charlie’.
2015 fue el año en el que dio a luz a uno de sus hijos empresariales, la marca de cosméticos propia Flower Beauty. Con la que quiere que “las mujeres de todo el mundo tengan acceso a un maquillaje de calidad, con un packaging que refuerce el empoderamiento femenino y con un precio asequible”.
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Desde 2020 presenta un programa de televisión con su nombre, ‘The Drew Barrymore Show’, en el que invita a personas reconocidas para mantener una charla íntima de tú a tú.
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