La confesión más íntima de Mónica Naranjo: “No te afecta, te mata”
La cantante se ha sincerado en el podcast ‘Tengo un plan’, tratando, entre otras cosas, con naturalidad y filosofía los peores momentos de su vida.


Hubo un tiempo en el que la vida de Mónica Naranjo iba a cámara rápida. “¿Qué te puede pasar? El no ya lo tienes aceptado. Ya lo tienes. Puede que me digan que sí“, reflexiona la cantante en una reciente entrevista concedida al podcast ‘Tengo un plan’. Hablaba del momento en el que se fue de casa con 17 años. ”Mis padres dejaron que me fuera, imagínate lo seguros que estaban de mí. Sabían que no la iba a liar“, expresa, risueña. Un año más tarde estaba cantando en México D.F.
Hay pocos éxitos en la industria musical española comparables al fenómeno ‘Mónica Naranjo’ en los años noventa. “Sola y cumpliendo mi sueño en México. No había margen de error. Yo lo había visualizado desde que tenía 14 años, toda la vida. No había duda. Tenía claro que quería ser cantante, músico, y no había nada ni nadie que me pudiera hacer pensar lo contrario”, cuenta. Y cuando todo iba viento en popa y la travesía marina parecía un agradable paseo en barco, entonces, la vida golpeó.
“Tenía que pasar esa etapa”
El mundo de Mónica Naranjo dio un fatídico vuelco cuando se enteró de que su hermano Enrique, que trabajaba como ‘road manager’ de artistas, se había quitado la vida. El joven tenía 29 años y el calendario marcaba 2001. Toda una vida por delante. “No te afecta, te mata”, dice, contundente, la artista cuando recuerda el dolor de aquellos días.
Hoy mira atrás y razona el peso de aquel aciago y terrible acontecimiento en su vida. Se trata del precio que pagó para ser como es ahora. “Tenía que pasar esa etapa, no sería quien soy hoy. Es duro lo que voy a decir, pero todo lo que nos pasa en la vida, cada coma, cada punto, cada tilde es lo que hace que nos formemos, que el alma evoluciones”, cavila, asegurando que estos episodios son los que más te hacen conocer al extraño ente que es la existencia: “Hace que aprendamos qué es la vida y qué queremos de ella”.
De eso trata. “Esto no es un simple viaje, es la evolución del alma. Yo siempre digo que no quiero repetir curso, porque mi vida la escogía antes de venir, todo eso lo escogí, incluso la muerte de mi hermano y todo lo que venga en el futuro”, razona, insistiendo en que “hay momentos agridulces en la vida”, pero que todos ellos deben ser abrazados y atravesados.
Sus palabras no brotan por arte de unicidad. “Lo que puedo hacer yo lo puede hacer cualquiera, yo no soy una ‘superwoman’”, sonríe, extendiendo al grado de universal la filosofía con la que ella disecciona el concepto de la existencia individual de cada uno. Y utiliza las cuatro palabras que, paradójicamente, mejor definen este raro viaje: “La vida es así”.
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