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Kristin Cabot, sobre la ‘Kiss Cam’ en el concierto de Coldplay: “Me pudo haber caído un rayo”

La antigua jefa de Recursos Humanos de Astronomer ha explicado a ‘The Times’ el fatídico bucle en el que entró desde que el vídeo se hizo viral.

Kristin Cabot, sobre la ‘Kiss Cam’ en el concierto de Coldplay: “Me pudo haber caído un rayo”
Sergio Murillo
Nació en Santa Marta de Tormes en 2001 y creció entre Guadalajara y Badajoz. Amante de la literatura, estudió Periodismo en la URJC. Se estrenó como jefe de Cultura en El Generacional. Ha sido corresponsal para El Estilo Libre y conductor de informativos en Cadena COPE. Entró en Diario AS en 2023 como redactor en Actualidad.
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Un abrazo y vista al horizonte, como Leonardo DiCaprio y Kate Winslet en la proa del Titanic. Aquello duró 16 segundos: empezó de forma improvisada, se extendió porque cada uno dio rienda suelta a sus emociones y debió terminar con la sensación que produce una máquina de envasar al vacío enchufada al pecho de cada uno. Andy Byron y Kristin Cabot fueron ‘cazados’ disfrutando juntos, acaramelados, del concierto de Coldplay por una Kiss Cam que funcionó al revés: en lugar de fundirlos en un beso, alejó a quienes enfocó.

Sucedió que los rostros de circunstancia del CEO de Astronomer y la directora de Recursos Humanos de la empresa semejaban la estampa de una presunta infidelidad. No querían ser ‘pillados’. No eran famosos, pero el vídeo, amén de la circunstancia casi mística que dirige lo viral, explotó en redes sociales. Y ambos terminaron fuera de la empresa y en el centro de una polémica diana que, quizá, nunca debió existir.

Dos vodkas y un cúmulo de desafortunados infortunios

Así lo apunta la propia Kristin Cabot, quien ha roto su silencio meses después de la incómoda escena: la empresaria ha concedido una entrevista a The Times para explicar que lo que pasó aquella noche de julio en Boston fue, en realidad, una tormenta perfecta de malos infortunios. "Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos", recuerda, insistiendo en que se convirtió en “un meme”: “Pasé a ser la directora de Recursos Humanos más denigrada de la historia de los Recursos Humanos”.

Cabot aclara que tanto Byron como ella se encontraban “separados amistosamente” de sus respectivas parejas. De hecho, su propio novio había acudido al concierto con otra chica, que fue lo que, en realidad, dinamitó su reacción: su hija de 14 años le avisó de que su padre iría al espectáculo, de manera que, al verse en la pantalla y frente a 60.000 personas, pensó en que también le vería su expareja. Efectivamente, sucedió rápido. Se tomó dos vodkas, bailó con Byron y, en pleno abrazo, la ‘Kiss Cam’. “Mi reacción inmediata fue: ‘¡Joder, Andrew está aquí’. Estaba preocupada de avergonzarlo, él es una persona increíble y no se merece eso", recuerda; minutos después apareció un segundo pensamiento: “¡Dios mío, Andy es mi jefe!“.

Estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado y con el gesto equivocado. Si la escena hubiera ocurrido un metro a la izquierda, quizá, jamás hubiera pasado nada; si hubiese ido al baño o a por su tercer vodka, tampoco. “Me pudo haber caído un rayo, pude haber ganado la lotería o me pudo haber pasado esto”, dice. Y aunque el contexto no fuera este, igualmente, tampoco tendría que haber evolucionado la situación hasta este punto: “No soy una celebridad, solo soy una mamá de New Hampshire. Incluso si hubiera tenido un amorío, no es asunto de nadie”.

Todo al garete

Pero fue asunto de todos. “Ha sido como una letra escarlata; la gente borró todo lo que había logrado en mi vida y conseguido en mi carrera. Esto no puede ser la última palabra”, lamenta. Ella le prometió a sus hijos que se olvidaría en unos días, pero la realidad es que, dice, ha perdido amigos, familiares y su trabajo por aquel instante en el que todo se malinterpretó.

Y con Byron, sentencia, prácticamente no ha vuelto a hablar. “Era el tipo de jefe que se aseguraba que todas las mujeres tuvieran un asiento en la mesa, de que yo tuviera una voz tan fuerte en la sala como la de cualquiera”, le defiende, alabando que su empresa fue la primera “dentro de los sectores dominados por hombres en los que había trabajado, en la que sentí que mi género no era un problema”. Desde entonces apenas han cruzado palabra. No sabe ni qué fue de él.

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