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Denzel Washington se sincera y explica que trabajó recogiendo basura antes de ser una estrella de Hollywood: “No eran malos trabajos”
El laureado intérprete ha hablado sobre los oficios que tuvo desde la nostalgia y el cariño, reconociendo que los actores gozan de un privilegio laboral.

El séptimo arte debe una a Denzel Washington. Hay pocos profesionales del sector cinematográfico —bien sea actores, directores o productores— que comprendan la esencia del rodaje y sus entresijos; que conozcan el alma que reside en la labor creativa y profesional de hacer una película. El laureado intérprete lo sabe bien y, cuando tiene la oportunidad, lo divulga.
Así lo hizo en una reciente conversación con otros actores de la que se ha hecho eco la cuenta dedicada a contenido cinéfilo ‘Upsoclmuvi’ en la que el actor hablaba de su papel como Troy Maxson en Fences, cinta que él mismo dirigía y que coprotagonizó junto a Viola Davis. El actor aprovechó el espejo que le ofrecía su personaje para dejar una reflexión vital que trasciende las cámaras y que, dice, deberían entender otras personas con las que comparte profesión.
“Fui recogedor de basura, como Troy. Como recogedor de basura tienes ocho horas de trabajo, pero puedes hacerlo en tres. Así que te vas a casa apenas terminas. En el correo tienes tres horas de trabajo, pero te demoras ocho. Yo hice ambas”, cuenta, echando la vista atrás y optando por el primero de los oficios. No obstante, tampoco rechaza el segundo: “No eran malos trabajos”.
Es entonces cuando trata el oficio del actor. “Hay alguna gente que habla sobre las dificultades de hacer una película y yo digo: ‘manda a tu hijo a Irak, eso sí es difícil’. Esto es solo una película, es relajado. Yo no juego a esa tontería de: ‘oh, las películas’”, relata. Sus palabras denotan un realismo que en ningún caso infravalora la interpretación; lo que Washington pretende es que, precisamente, no se sobrevalore un trabajo que, aunque exija un esfuerzo, poco o nada tiene que ver con la mayoría.
Insiste en el ejemplo de la guerra. “Tu hijo recibe un disparo en la cara, eso sí es difícil”, ahonda. La interpretación, si difícil y no poco costosa, es, desde su punto de vista, un privilegio: “Hacer una película es un lujo, una oportunidad y, aún más importante, un regalo. No se enreden. Es solo una película, no es la gran cosa”.
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