David Levecq, exnadador paralímpico: “El entorno importa tanto como el talento”
Con tres medallas de plata y seis Juegos Paralímpicos a sus espaldas, es también fisioterapeuta y psicólogo, y ahora DEIB Coach de ILUNION Hotels.


David Levecq, exnadador paralímpico con tres medallas de plata y seis Juegos Paralímpicos a sus espaldas, es también fisioterapeuta y psicólogo. Actualmente, ejerce como DEIB Coach en ILUNION Hotels, impulsando proyectos de diversidad, equidad, inclusión y pertenencia. Los valores que forjó en la piscina desde que era un niño, como la disciplina, la resiliencia y el compañerismo, son ahora la esencia de su labor profesional en un entorno corporativo.
Su carrera y su vida han estado marcadas por el esfuerzo y la superación personal desde que nació con un pie equino y él dedica todo lo aprendido en su brillante trayectoria deportiva a ayudar a otras personas a alcanzar su máximo potencial, convencido de que, dentro y fuera del deporte, siempre merece la pena dar la siguiente brazada. Charlamos con él en AS.
¿Qué recuerda de sus primeros años de superación? ¿Qué papel tuvieron las personas a su cargo, como sus padres, entrenadores y profesores, en ese proceso de adaptación y de esfuerzo?
Recuerdo que de niño era muy inquieto. En el colegio esperaba con impaciencia la hora del recreo para salir a jugar al fútbol, al baloncesto o a cualquier deporte que apareciera. Los fines de semana seguía con el mismo ritmo: jugaba al pádel o al tenis con mi padre y con mis amigos, siempre buscando divertirme practicando deporte. A los 10 años hice unas pruebas para entrar en el equipo de baloncesto de mi ciudad. Me seleccionaron, pero mis padres decidieron que no me federara debido a mis operaciones en el tobillo derecho y al riesgo de lesionarme. En su lugar, me orientaron hacia el club de natación, una decisión que, con el tiempo, comprendí que fue un auténtico acierto. Desde muy pequeño tenía claro que quería ser deportista. Esa etapa me enseñó algo que hoy considero esencial también en mi trabajo, que el entorno importa tanto como el talento, y que cuando alguien cree en ti, encuentras el camino.

Pasó de entrenar con deportistas sin discapacidad a competir dentro del movimiento paralímpico. ¿Qué descubrió allí sobre sí mismo y sobre la diversidad que más adelante le ha servido en su carrera como DEIB Coach?
Con 14 años, mi hermana conoció a Ricardo Ten, quien se convirtió en uno de mis grandes referentes dentro del movimiento paralímpico. Ella le contó que tenía un hermano nadador que había nacido con un pie equino-varo, lo que provocaba una pérdida de movilidad en el tobillo y una atrofia muscular en la pierna derecha. Animado por ella y por mis padres, decidí acudir a una clasificación funcional para saber si cumplía las condiciones necesarias para competir en natación adaptada. Tras la revisión médica, me asignaron la categoría S10, correspondiente a los nadadores con menor afectación motora. Mi primera experiencia en este entorno fue impactante: me sorprendió ver a tantas personas con discapacidad en la piscina. Sin embargo, esa impresión inicial se desvaneció rápidamente en las siguientes competiciones, cuando empecé a conocer a las personas que había detrás. Dejé de ver “capacidades diferentes” y empecé a ver amigos y compañeros a quienes admiraba por su esfuerzo y capacidad de superación.
Muchos de ellos me inspiraron para perseguir mis sueños, crecer como deportista y como persona, y demostrar todo lo que las personas con discapacidad pueden lograr, derribando barreras y prejuicios en la sociedad. Aquella etapa me enseñó a mirar a las personas desde lo que sí pueden aportar, no desde sus límites. Y esa mirada es la que ahora aplico como DEIB Coach en ILUNION Hotels, donde trabajo para que cada persona encuentre un espacio en el que se sienta seguro para crecer.
Seis Juegos Paralímpicos y tres medallas de plata: ¿qué momento deportivo es el más determinante en su vida y cómo le ha ayudado a desarrollar habilidades que hoy utiliza en la gestión emocional y el acompañamiento de equipos?
Los dos primeros Juegos (Atenas 2004 y Pekín 2008) fueron experiencias increíbles para mí. En ellos logré tres medallas y cumplí todos los objetivos que me había propuesto. Sin embargo, el momento de mayor aprendizaje en mi carrera llegó en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012. Allí terminé en cuarto lugar, a tan solo una décima del bronce. Durante ese ciclo paralímpico entrené en el CN Sabadell y en el CAR de Sant Cugat junto con grandes figuras de la natación olímpica como Mireia Belmonte y Guilherme Guido.
Lo paradójico es que, cuando mejor preparado estaba, enfermé en la fase final de la preparación y me quedé a un paso de otra medalla tan deseada. Lejos de hundirme o poner fin a mi carrera, decidí tomarme unos meses de desconexión y regresar con la misma ilusión de siempre. Volví a disfrutar del día a día como deportista y a vivir la natación con verdadera pasión.
Gracias a esa mentalidad, pude clasificarme para seis Juegos Paralímpicos, convirtiéndome en el nadador de mi categoría con más participaciones en la historia. Esa lección de Londres 2012, aprender a levantarte incluso cuando lo has dado todo, es algo que hoy comparto con muchas personas en los hoteles. Cuando acompaño a un trabajador que está viviendo un momento personal o profesional difícil, me apoyo en aquella experiencia; que a veces la meta no es la medalla, sino encontrar la fuerza para seguir avanzando.

¿Qué valores considera que le marcaron en la competición de alto nivel que hoy siguen presentes en su desempeño diario?
Sé por experiencia que las cosas importantes no se logran fácilmente. Requieren intentarlo una y otra vez, sin importar cuántas veces haya que levantarse. En mi carrera deportiva he perdido más veces de las que he ganado, pero cada esfuerzo valió la pena por esas ocasiones en las que alcancé la meta. Para avanzar es fundamental el compromiso, el espíritu de superación y la capacidad de fijar objetivos claros y alcanzables, luchando con determinación por ellos. Rodearse de un buen equipo también marca la diferencia. En este sentido, considero que la figura del DEIB Coach se asemeja a la de un entrenador deportivo: alguien capaz de sacar lo mejor de ti. Ningún gran deportista ni ningún profesional alcanza el éxito en solitario; siempre hay personas a nuestro alrededor que desempeñan un papel determinante.
Otro valor que destaco es la gratitud. Ser agradecido, valorar nuestro entorno y tratarnos con amabilidad nos fortalece. Siempre me he sentido afortunado de dedicarme a lo que me apasiona. Hoy disfruto formando parte de una organización que cree en el potencial de las personas y me motiva ayudar a cada trabajador a alcanzar su máxima capacidad. Por eso este rol existe en ILUNION Hotels: para asegurar que cada persona tiene ese acompañamiento que marca la diferencia. No somos entrenadores, pero sí facilitadores de talento. Creamos espacios seguros, escuchamos de manera profesional y humana, y ayudamos a que cada persona encuentre sus propios recursos para avanzar.
Como soñador de ILUNION Hotels y como exnadador paralímpico que convirtió una discapacidad en impulso, ¿cómo ha cambiado para usted el significado de superación y qué es hoy triunfar tras transformar sus sueños deportivos en sueños para los demás?
Para mí, el significado de superación se ha trasladado de las piscinas al mundo laboral. De mis éxitos personales como deportista a los éxitos de mis equipos de trabajo. Como exnadador paralímpico, superar significaba romper mis propios límites físicos y mentales, convertir una discapacidad en impulso y demostrar que los sueños son posibles con esfuerzo y determinación. Hoy, en mi rol, superación ya no es solo alcanzar metas personales, sino ayudar a otros a descubrir su potencial y a creer en sí mismos.
Triunfar ahora significa para mí acompañar a las personas para que transformen sus retos en oportunidades, crear entornos inclusivos donde cada talento cuente y cada historia inspire. Mis sueños deportivos me enseñaron que la verdadera victoria no está solo en lograr una ansiada medalla, sino en disfrutar del camino y de las personas que te rodean. Por eso, mi mayor éxito es ver cómo los sueños de los demás se hacen realidad.
Ser parte del proyecto Soñadores me ha permitido ver que en ILUNION Hotels no solo contamos historias, vivimos una cultura donde cada trayectoria importa y cada persona tiene un espacio para crecer. Aquí la superación no es colectiva.
¿Qué mensajes te gustaría transmitir a quienes, como usted, tengan que “nadar a contracorriente” y aún no han encontrado su lugar?
A quienes estén “nadando a contracorriente” les diría que no se rindan por muy difícil que parezca lograr sus objetivos. Cada pequeña brazada acerca más a su fin. Transformar los obstáculos en impulso es posible cuando crees en ti y tienes determinación.
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No tengas miedo de pedir ayuda ni de rodearte de personas que te apoyen, nadie alcanza grandes metas solo. A veces tocar remar con fuerza para encontrar otra corriente favorable que nos empuje a alcanzar la orilla. Y si cuesta, pedir ayuda nunca es un fracaso. Es el primer paso para avanzar. A veces basta con que alguien te acompañe un tramo del camino, y eso es precisamente lo que intento aportar cada día como DEIB Coach.
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